“Acá, en el barrio, frente a la Plaza Italia, me instalé en 1958. Creo que ya no me voy a mover. Al menos por decisión propia…”, decía con su habitual sonrisa Lucio D’Onofrio para cerrar la charla que tuvo con LA VOZ DEL PUEBLO en agosto de 2014 con motivo de celebrarse el Día del Peluquero. Y así fue, porque allí residió Lucio hasta el viernes a la noche, cuando a los 93 años su vida se apagó para siempre.
En aquella nota, el peluquero había hecho una rica síntesis de todas sus vivencias. A modo de recuerdo, acá van algunos párrafos de su vida.
A los ocho años, el pequeño Lucio se subió a un barco para navegar en sentido inverso a miles de italianos. Sus padres Genaro y Olimpia hacía casi dos décadas habían desembarcado en Tres Arroyos y en 1933 decidieron volver a Atessa, provincia de Chietti, sobre la costa del mar Adriático.
A los ocho años, el pequeño Lucio se subió a un barco para navegar en sentido inverso a miles de italianos. Sus padres Genaro y Olimpia hacía casi dos décadas habían desembarcado en Tres Arroyos y en 1933 decidieron volver a Atessa, provincia de Chietti, sobre la costa del mar Adriático.
En Italia, los D’Onofrio vivieron cinco años. Lucio aprendió el idioma y completó la primaria y comenzó la Secundaria. Pero la incursión europea lo marcaría para siempre porque casi sin querer descubrió el oficio que abrazaría por el resto de su vida.
Dos primos de la mamá tenían una peluquería y él pasaba sus tardes en el negocio mandado por sus padres para que estuviera ocupado. Así se convirtió en un precoz aprendiz de peluquero.
A fines de 1938, poco antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, sus padres entendieron que era mejor regresar a Tres Arroyos. Así los D’Onofrio volvieron a instalarse en el barrio de la Torre Tanque, sobre la calle Cangallo. Con 13 años, Lucio no dudó en buscar la oportunidad de seguir aprendiendo el oficio que lo había encandilado.
En esos tiempos no había donde estudiar o capacitarse, la universidad era la calle, en esta caso, la misma peluquería, y los maestros, los peluqueros. Durante dos décadas, D’Onofrio trabajó en distintos locales de Tres Arroyos, en su memoria siguen frescos los recuerdos de sus patrones: Alí -en Gomila-, Oronó -Belgrano al 400-, José Re -frente al Plaza Hotel-, y Cordisco.
Hasta que en 1958 abrió su propia peluquería, el destino quiso que fuera sobre la calle Pellegrini, frente a la Plaza Italia. Así Lucio empezó a escribir su historia en el barrio del que ya nunca se mudaría.
En 1963 compró su casa sobre Humberto Primo al 400 y en 1975 trasladó también ahí el local.
“Nací el 3 de agosto de 1925, no los aparento, pero tengo 89 años. Quisiera tener menos, pero estoy contento porque llegué. Y acá estoy, en la peluquería”, reconocía hace cuatro años.
“Nací el 3 de agosto de 1925, no los aparento, pero tengo 89 años. Quisiera tener menos, pero estoy contento porque llegué. Y acá estoy, en la peluquería”, reconocía hace cuatro años.
Globo querido
“Hace 72 años que soy socio de Huracán. Soy uno de los más viejos que quedan. Ahora ya casi no voy, pero lo he visto crecer”, decía Lucio con orgullo en 2014. “Cuando me hice socio tenía una cancha de fútbol, una de pelota abierta, algunas de tenis y una de básquet de polvo de ladrillo”, recordaba D’Onofrio, quien supo representar al Globo en atletismo.
Durante varios años fue presidente de la subcomisión de atletismo y uno de los responsables de organizar una maratón de la que participaban “los mejores del país”.
Queda claro que en la noche del viernes la Plaza Italia perdió a su peluquero y Huracán a uno de sus socios más queridos.
Queda claro que en la noche del viernes la Plaza Italia perdió a su peluquero y Huracán a uno de sus socios más queridos.