Quimera cumplida
“Próximamente a la luna”, dice Cristina Mónaco propietaria de Quimera Travel
Group una vez que recorrió toda la historia de la empresa y en esa mirada
retrospectiva las distancias fueron cada vez más lejanas.
“Quimera cree en un mundo en el que las distancias no son límites”, lee la docente
y empresaria de una de las presentaciones del último de los proyectos que
comparte con la profesora de inglés María Elena Elgart (ver página 11).
recibidos de la carrera de Técnico Superior en Turismo y Guía en Turismo-
decidieron armar Quimera Viajes.
Fueron parte de la primera promoción de profesionales en el área, tres docentes
que se conocían más allá de las horas compartidas en la cursada de la carrera.
Alcira y Nicolás habían sido profesores de Cristina. “Así decidimos incursionar en
el turismo, en un momento en el que no había redes sociales ni Internet por lo que
armar viajes era muy difícil”, le cuenta Cristina a LA VOZ DEL PUEBLO.
En 1992 Nicolás “Chicho” Sabatini, Alcira Lembi y Cristina Mónaco -recién recibidos de la carrera de Técnico Superior en Turismo y Guía en Turismo- decidieron armar Quimera Viajes.
paseo en Tres Arroyos y la zona. Para esto realizaron relevamientos y armaron
diferentes y variados circuitos que ofrecieron a todas las escuelas de todos los
niveles. “Teníamos mucha demanda de actividades que desarrollábamos en
jornadas de cuatro horas y como todos teníamos nuestro trabajo en instituciones
educativas nos turnábamos para guiar a los contingentes según nuestro tiempo”,
recuerda Mónaco.
donde se dejaba constancia de la organización de la empresa. “Trabajamos
mucho. Ese verano del ’92-‘93 en el garaje de mi casa de Claromecó armamos
cuatro circuitos para visitar en la villa balnearia. Los hacíamos con la Estanciera
de mi papá y las jornadas duraban unas cuatro horas. Uno de los circuitos era el
verde, visitábamos el vivero, trabajábamos con el ingeniero a cargo del lugar y se
disfrutaba mucho de un día de esparcimiento y aprendizaje. También llevábamos
unos panes caseros para compartir con la gente y tomábamos ese espacio de
relax que acompañaba Alcira con un relato de una leyenda o algún cuento”,
explica.
por lo que lo volvieron a hacer al año siguiente de la primera experiencia.
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Cristina Mónaco arrancó con el sueño de Quimera en 1992 junto a Nicolás Sabatini y Alcira lembi. Años más tarde quedaría sola en un proyecto que transformó en pasión
empezamos a ir un poco más allá, Mar del Plata, Mundo Marino, Tandil, el circuito
Mar y Sierras, al ser docentes siempre metiendo la parte educativa en cada viaje.
Luego viajes de estudio en fronteras más lejanas como Mendoza, Córdoba, Puerto
Madryn, Buenos Aires y allí descubrimos cosas hermosas que más tenían que ver
con los contenidos curriculares que con la visita en sí misma”, manifiesta la
empresaria.
En 1997 Nicolás Sabatini se hizo cargo de la Dirección de Turismo municipal y
dejó la parte de su actividad privada, Alcira Lembi tomó muchas horas en
educación por lo que también dejó Quimera, que continuó Cristina sola.
a Chacabuco 118 con Nelson -su asistente hasta que se fue a vivir a Brasil-. “Fue
una época de crisis cuando me convoca un colega para armar una fusión de tres
empresas que perduró desde el 2001 hasta 2008”, cuenta.
Ese ensamble logró otra apertura. “Trabajamos en turismo nacional, internacional,
antes era muy trabajoso armar un viaje. Había que ir a Buenos Aires a las Casas
de las provincias, incluso para contratar hoteles buscábamos en los locutorios las
guías de cada lugar para llamar y así hacer las contrataciones. Un adelanto fue el
fax y los mails. Tanto que cuando estaba en Chacabuco no había otra cosa que
fax, mails y folletería que dejaban algunos operadores”, indica.
hubo internet y todo fue más cercano”, dice.
En 2008 Cristina decidió volver a “mi Quimera” -como la llama- y fue ahí que abrió
un nuevo espacio en 9 de Julio 218. La Secretaría de Turismo dejó que la
empresa conservara parte del nombre que se transformó en Quimera Travel
Group.
correspondientes para la inscripción de la empresa en la Secretaría de Turismo se
requerían siete posibles denominaciones para el emprendimiento. “Teníamos
cinco nombres que pensamos juntos a la orilla del arroyo, lugar en el que
meditábamos después de arribar en el Volkswagen de Alcira”.
J
Buenos Aires. La noche anterior a la presentación de la documentación para
inscribir la empresa todavía faltaban dos nombres para proponer, entonces
apareció Quimera que fue el último en la lista. “Así fue que recibimos en enero del
‘92 la resolución del permiso provisorio con el nombre Quimera Viajes y Turismo.
Alcira se enojó porque la quimera era algo irrealizable, sin embargo pensamos que
justamente nosotros haríamos que se cumplan todos los sueños”, indica Cristina.
recibió la visita de un reconocido modisto de nuestra ciudad que le contó que tenía
unas “quimeras” que había comprado en una Casa de Antigüedades de San
Telmo. “Un día llegó Orestes y me preguntó si yo sabía qué eran las quimeras. Le
dije que sí y entonces me contó que tenía dos esculturas -un macho y una
hembra- que eran apoya libros y estaba dispuesto a venderlas a cambio de que le
pague la factura de la luz”.

Las Quimeras chinas
El emblemático modisto llevó las estatuas a la empresa y le dijo: “Tienen que estar
acá, estas son tus quimeras”. Cristina pensó que no era un trato justo, sin
embargo el modisto insistió, “yo gano y vos ganás” y se cerró el acuerdo por el
que Cristina pagó mucho más que la factura de luz y se quedó con las esculturas.
Las quimeras -seres de la mitología china- acompañan a Cristina desde aquel
momento.
empezó a promocionarse el turismo en el país y así la empresa siguió en el
trayecto de crecimiento sostenido. “En esa etapa conté con la ayuda de Nicolás y
en 2014 inauguré un local propio, incorporé gente, crecí, pero siempre con los
viajes educativos. Nos fuimos abriendo y empezamos con viajes internacionales,
nacionales, vuelos”.
“son 18 días de magia y diversión. Es una propuesta muy completa y de fantasía
increíble”.
Quimera también arma viajes de egresados del nivel secundario, “tenemos la
representación de Flecha Turismo que iniciamos el año pasado. Está muy bien
posicionado y es otro servicio que agregamos, muy cuidado, completo y da
seguridad porque hay una oficina abierta en la que estoy al frente”, destaca.
cliente, estar en contacto permanente con el pasajero, “pretendemos que se
sientan seguros, asistidos, atendidos y que las dudas siempre sean despejadas y
solucionadas”.
“Soy más docente que
empresaria”, dice y marca así la identidad inconfundible de su trayectoria y
desempeño profesional en el área del turismo.
Escuela Agropecuaria en 1994, “fue cuando convocados por Patricio Ferrario
organizamos esa salida estudiantil educativa, los chicos habían ganado un
concurso que tenían que invertir en un viaje de estudios. Para la realización antes
viajé a Mendoza con mi hermano, sus hijos pequeños y Alcira en Semana Santa.
Hicimos los recorridos por esa provincia y dimos con Veris Tempus otra empresa
con la que trabajo desde hace años y así armamos el primer viaje a Mendoza que
fue increíble. Desde ese momento no dejamos de hacerlo, ya hace más de 20
años”.
Holandés, “con quien siempre armamos viajes desde esa época también”.
que la relación es cercana. Quimera concretó el año pasado viajes a Tierra Santa:
Israel, Jordania y Egipto, salida grupal en enero 2018. En mayo a España,
Portugal y Marruecos, otra al Caribe, a Escandinavia y a Rusia -un viaje de 26
días- a Nueva York en noviembre. “La gente se va enterando a través de
Facebook y del boca a boca por el buen servicio siempre muy cuidado.
proyecto es el de Lerner Travel para jóvenes de 14 a 19 años que afianzan su
idioma y conocen Londres, además de asistir a un perfeccionarse en clases
interactivas en un prestigioso colegio inglés”.
Quimera por viajes, recuerdan aun los circuitos que armábamos cuando ellos eran
alumnos. La esencia es atender a los alumnos, estar cerca, atender lo educativo,
lo internacional con salidas individuales y grupales”.
Desde el principio la familia de Cristina estuvo presente en Quimera, su mamá
haciendo las tortas para compartir en cada salida, luego su tía y hasta el papá que
hacía las pizzelas. “No había un viaje sin ellas, sino no era un viaje de Quimera”,
dice.
mimo, es placentero viajar -más allá de la empresa-, por eso siempre digo que soy
más docente que empresaria”.
La impronta de Quimera es brindar siempre lo mejor, “próximamente a la luna”,
vuelve a decir en chiste Cristina.
empresa de sus sueños, hasta los viajes internacionales y nacionales, los de
estudio proyectados y efectivizados durante toda su vida comercial, la quimera
fue, es y será la impronta de tres docentes que soñaron y pudieron seguir el
camino que algunas veces fue sinuoso, otras más amable.
Cristina es una maestra de los viajes estudiantiles, una empresaria que enseña
mucho y bien. El viaje a la luna está pendiente… Todo puede ser.