A tres meses y monedas de la trágica muerte de Emiliano Sala sobre las aguas del Canal de la Mancha, el golpe de nocaut recayó esta vez sobre Horacio, su viejo, a quien el trajinado corazón le dijo basta a las 5 de este viernes. Un preinfarto lo invitó a llamar a la emergencia médica pero, a la llegada de la ambulancia, poco había para hacer.
Nunca superó Horacio la muerte de su hijo. La ansiedad por encontrarlo, la agonía, la desesperanza, la búsqueda del cuerpo, desgastaron ese corazón de 58 años que se vio vapuleado y que eligió decir ‘hasta que llego’ en Progreso, la pequeña ciudad santafesina que vuelve a ser noticia.
Julio Muller, el intendente, hizo las veces de portavoz familiar en diálogo con Radio La Red: “Este año no deja de sorprendernos con las malas noticias en el pueblo. A las 5, me llamó la pareja de Horacio porque estaba muy descompuesto. Vivimos a cuatro cuadras de su casa. Cuando llegué estaban los médicos. Pero ya había fallecido”, dijo el pope comunal. “Emiliano tenía dos hermanos: Romina y Darío. Romina está trabajando en la ciudad de Santa Fe y Darío vive con la mamá. Horacio lo hacía en Progreso con su pareja. Nunca pudo superar lo de Emi. Muchos cerramos un círculo cuando lo encontramos. Pero ellos no: que saber que el piloto no podía viajar, que entre los clubes se pelean para ver quién lo paga o quién lo cobra… Eso no cierra nunca”, aseguró Muller.
“Había estado con él en la semana, lo crucé en la calle y pasamos media hora hablando de la cosecha de la soja, del camión… Lo había notado mejor, con ganas de hablar”, dijo Daniel Ribero, presidente del club San Martín de Progreso, ciudad ubicada a 73 kilómetros de la capital provincial.
Emiliano Sala, de 28 años, había sido transferido del Nantes al Cardiff de Gales en 17 millones de euros y murió cuando el avión privado, piloteado por el británico David Ibbotson, que lo llevaba de Francia a Gales cayó al norte de la isla de Guernsey, en el Canal de la mancha.
El cuerpo del ex atacante de Nantes fue identificado el 7 de febrero, 18 días después de la caída del avión, por el Departamento de investigación de accidentes aéreos del Reino Unido (AAIB), que encontró a la avioneta a 67 metros bajo el mar.