Escribe Roberto Barga
Finaliza la campaña electoral española, para elegir un nuevo Presidente de Gobierno o ratificarle la confianza al actual Presidente, el socialista Pedro Sánchez.
El proceso electoral en si fue corto, de hecho se calentó esta última semana con los debates televisivos que protagonizaron cuatro presentes y un ausente. Los presentes son el estasblisment bi partidista, Psoe, PP y los dos partidos resultantes de la crisis de 2007, Ciudadanos por derecha y Podemos por izquierda.
El ausente y quinto en discordia es Vox. Un partido de ultra derecha comandado por un joven de aires “joseantonianos” (José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, fundador de la Falange española) llamado Santiago Abascal.
El recorrido que tenga Vox el domingo 28, será una de las claves de la elección. Si sus ideas (ligadas a frenar la inmigración, abrir expedientes de expulsión para inmigrantes indocumentados, combatir con el código penal y algo más a los nacionalistas catalanes y vascos y declamar contra la prensa, como parte de la corrupción de la política), triunfan, entonces el mapa político español volverá a cambiar dramáticamente.
Si por el contrario la representación parlamentaria de Vox es pobre (no más de 12 o 15 escaños), la irrupción del nuevo partido será el reflejo del rancio nacionalismo español, nunca retirado, pero si en segundo plano, bajo palio del Partido Popular.
Cuando se señala a Vox como ideológicamente de ultra derecha, se lo sindica allí , por los planteamientos contra la ley del aborto, la derogación de la Ley de la Memoria Histórica, la supresión del matrimonio igualitario, la continuidad de las corridas de toros, el permiso para portar armas libremente o dejar de subvencionar colectivos feministas, por poner algunos ejemplos.
La última semana se calentó el proceso electoral con los debates televisivos
Pero no nos engañemos, estos fenómenos “nuevos”, concatenan, cuando lo hacen, porque simplifican en forma de reduccionismo, la respuesta a problemas complejos. Abascal propone eliminar las autonomías y volver a un poder central. Eso es sencillamente imposible, porque sumiría a España en un auténtico caos.
Sin embargo la idea tiene tirón y conecta de maravillas con un sector del electorado que desprecia a la política, porque derrocha mucho dinero.
Y algo esencial para comprender sus orígenes: se reivindican como movimiento y no como partido.
Y algo esencial para comprender sus orígenes: se reivindican como movimiento y no como partido.
Si muchas de estas cuestiones son capturadas por el radar popular y no solamente por las clases patricias, que son su estructura de origen, entonces hablaremos de un nuevo Bolsonaro o Salvini o Trump u Orban.
Por último, un dato de color sobre este movimiento que he intentado diseccionar brevemente. Sus actos son crecientemente multitudinarios y en ellos se grita Arriba España, vieja consigna que enarbolo el franquismo en su larga dictadura.
Los presentes
Las otras claves de bóveda, hay que buscarlas en los votos que se estima recuperará Pedro Sánchez para el Psoe y los que pierda Pablo Igresias (Podemos). Hay que recordar que en la última elección de ámbito nacional, Podemos era la novedad, la crisis se hacía sentir y entonces Iglesias soñaba con asaltar los cielos y desbordar al histórico socialismo por izquierda.
Iglesias levantó en los últimos días, precisamente en los debates, dando imagen de político de estado, sosegado y con propuestas.
No viene bien Podemos, atrapado por luchas intestinas y fugas de fundantes, como Iñigo Errejon. Se parecen más a los viejos partidos de izquierda, cargados de purgas estalinistas que al movimiento transversal que soñaron en La Puerta de Sol esos jóvenes jacobinos.
Si Podemos recupera esos aires y come en caladeros no politizados, entonces el frente de izquiedas seguramente con el Psoe en cabeza, lo tendrá servido para quedarse en la Moncloa.
Mientras tanto, en la derecha se abrió una lucha fraticida por el control discursivo de ese imaginario ligado a valores de seguridad y confort. Tanto Pablo Casado (Partido Popular), como Albert Rivera ( Ciudadanos) han abandonado las posturas centristas o moderadas y han corrido detrás del fenómeno Vox como si estuvieran encandilados, por el líder que monta a caballo por el campo español, recreando escenas medievales.
La clave final estará en el desempeño naranja (color de ciudadanos). Si Rivera aporta para la liga de derecha (PP, Vox y Ciudadanos) los votos del centro que siempre promete pero nunca llegan, tal vez se abra la puerta para que un signo distinto ocupe la administración política del Reino de España.
Roberto Barga