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MIÉRCOLES 16.10.2024
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Vidal no puede cambiar de tema

 

Justo cuando comenzó a desplegar su plan para torcer un destino
electoral que asoma adverso para Cambiemos en territorio
bonaerense, la gobernadora María Eugenia Vidal debió enfrentar
una especie de maniobra de pinzas para que asuma la candidatura
presidencial, una posibilidad que volvió a rechazar pero cuya sola
persistencia define su situación política en medio de una crisis
económica que le impide cambiar de tema cuando más lo necesita. 
Primero fueron los hombres de negocios del Consejo
Interamericano de Comercio y Producción, a quienes les habló con
un discurso exclusivamente provincial, que no bastó para despistar:
igual le preguntaron si iba a ser candidata a presidenta. En realidad,
más que una indagación, fue una sugerencia. 

Héctor Gay, intendente de Bahía Blanca, dijo sobre un eventual “Plan V” que “no afirmo ni niego nada”

El intendente de
Bahía Blanca, Héctor Gay, un PRO puro, se animó a más: “no
afirmo ni niego nada”, respondió al ser consultado sobre la
posibilidad de que finalmente se opte por el mentado “Plan V”.
Vidal, por enésima vez, negó cualquier otro destino que no sea el
intento de reelección. Lo hizo de modo explícito en el almuerzo con
los empresarios, donde dijo que Cambiemos es la única fuerza que
“ya tiene candidato a presidente, Mauricio Macri y una candidata a
gobernadora”, ella misma. Y también usó el lenguaje de señales
implícito de la política, al suspender un viaje a Córdoba previsto

para apoyar a Mario Negri, para evitar que se lea como un
movimiento de instalación nacional de su figura. 

En el medio, la gobernadora participó de una reunión de Macri con
sus pares radicales y Horacio Rodríguez Larreta, también
mencionado, con menos intensidad, como carta de recambio: el
Plan H. Ella fue cauta, pero el presidente habría explicitado los
motivos de su persistencia con una sinceridad que hasta ahora no
había usado: ese movimiento, habría dicho, no sólo no garantiza el
triunfo de Vidal, también podría complicar el objetivo que lo desvela
hoy: terminar su mandato sin más sobresaltos. 
La opinión del “círculo rojo” sobre la necesidad de cambiar el
armado electoral ya era conocida.
Su persistencia, entienden cerca de Vidal, obedece a la dificultad
del equipo económico de encontrar un piso a la crisis tanto -o más-
que a los números desfavorables que arrojan las encuestas para el
oficialismo. Aun a los que indican -tal como se adelantó aquí hace
tres semanas- que Macri podría perder un balotaje con Cristina
Fernández de Kirchner. 
Por eso, las palabras de Gay, mucho menos difundidas, son tal vez
más significativas. En principio, porque son la expresión de
superficie de una opinión muy extendida entre los alcaldes de PRO.
Todos, podría arriesgarse que sin excepción, quieren que Vidal se
postule a la presidencia, aunque ninguno vaya a decirlo en público. 
Sus colegas radicales, que miran las candidaturas a vice, piensan
exactamente lo mismo pero tampoco dirán nada ante los
micrófonos.
Ese mutismo es el telón de fondo de un sinfín de especulaciones.
Una de las más verosímiles es la reedición de una vieja maniobra
defensiva de los poderes locales, que suelen “militar” las boletas les
convienen y desentenderse de las que no. Traducido: se trata de
“mover” la boleta sólo hasta el tramo en el que figura Vidal porque
ella mide relativamente bien y, ocultar o al menos no repartir la de
Macri, que funciona como un lastre. 
Minucias de la “maña” electoral aparte, Vidal terminó la semana con
una convicción: el deterior económico y su impacto en la imagen del
presidente condicionan la primera etapa de su plan para remontar
los pronósticos electorales desfavorables, que consiste en centrarse
en la gestión. Y eso porque no le permite cambiar de tema: la
ratificación de su rol electoral se vuelve el centro de un discurso no
querido pero necesario para el oficialismo.

En el Conurbano se pueden apreciar pintadas con consignas tales
como “Ella es trabajo”, “Ella es felicidad”, “Ella es esperanza”

Contrastes 
 En la oposición, el lanzamiento de Sinceramente, el libro de Cristina
Kirchner, se transformó en la enésima ratificación de su centralidad.
Para bien o mal, su presencia o ausencia define el escenario. Y si la
publicación fue leída en clave de pre lanzamiento, la campaña de
pintadas que, comenzando por el Conurbano, está siendo
desplegada por estas horas, va en la misma línea. “Ella es trabajo”,
“Ella es felicidad”, “Ella es esperanza”, es la consiga. Casi una
obviedad: “es ella”, es la lectura que se induce. 
Ese envión contrasta con el estancamiento en el que parece hacer
entrado la postulación de Roberto Lavagna. Al punto de que, hoy,
no mediría mucho más que la de Sergio Massa, lo que complica un
acuerdo que evite una interna. De hecho, allí se especula que nada
se decidirá hasta después de las elecciones en Córdoba del 12 de
mayo, donde se espera un triunfo de Juan Schiaretti que algunos
cifran en torno al 60% de los votos. Eso le permitiría al líder
mediterráneo acumular el poder para cortar el nudo gordiano de
Alternativa Federal. 
Mientras, casi nada se mueve: Gilberto Alegre se autopostula
candidato a gobernador de Pichetto y Miguel Saredi, despechado
de Cambiemos en La Matanza, hace lo mismo pero representando
a Urtubey. Son movidas que sólo sirven para confirmar que, como
se contó acá, Marcelo Tinelli no se aventurará a la arena electoral
este año: sus veleidades duraron lo que la necesidad de dar
volumen a Lavagna, que en las últimas horas se vio con Florencio
Randazzo. (DIB).
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