Por Juan Berretta
Argentina hoy cuenta con más 3,6 millones de hectáreas dedicadas a la producción orgánica, y así se encuentra en segundo lugar en el ranking mundial de superficie orgánica certificada. En el último año, nuestro país continuó expandiendo sus unidades productivas bajo seguimiento con un incremento del 18% -que representa 1.366 establecimientos- respecto a 2017.
Los datos surgen del “Informe sobre la Situación de la Producción Orgánica en la Argentina durante el año 2018”, que el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) realizó a través de un sistema de control de las entidades certificadoras habilitadas.
Se indica además que la superficie orgánica cosechada aumentó un 5% con respecto al año anterior -superando las 80,8 mil hectáreas- donde se destacan los cultivos industriales y los cereales y oleaginosas con un crecimiento del 12%.
La superficie dedicada a ganadería orgánica aumentó un 14%, y se incrementó la población de bovinos (8%) y ovinos (22%).
En apicultura las exportaciones disminuyeron 38%, y la existencia de colmenas bajo seguimiento aumentó un 75%, siempre comparando con 2017.
Los principales destinos de los productos orgánicos siguen siendo las exportaciones a los EE.UU. y a la Unión Europea.
“La palabra orgánico dejó de ser una tendencia de moda o una costumbre de unos pocos para convertirse en un mercado real”
En el caso del primero, continúa como el mayor comprador, representando el 43% del volumen exportado. En tanto, disminuyeron las ventas a la Unión Europea, a donde se dirige el 36% del volumen; mientras que se incrementó en un 60% lo exportado a otros países, entre los que se destacan Canadá, Ecuador y Perú.
El total de las exportaciones de productos orgánicos certificados disminuyó un 6% respecto al año 2017. Mientras que crecieron principalmente las ventas externas de frutas (6%), y se mantienen por encima de las 40 mil toneladas desde hace seis años, los cereales han disminuido un 18% y los productos industrializados un 3%.
Las exportaciones de productos de origen animal también han disminuido un 6%, principalmente por la disminución de la exportación de miel (38%).
En lo que se refiere al mercado local, el consumo de productos orgánicos sigue mostrando una muy baja participación del volumen total comercializado, aunque con mayor presencia.
Este sistema productivo abarca producciones como cereales, frutas, cultivos industriales, hortalizas, legumbres, aromáticas y ganadería ovina, bovina, apicultura, avicultura, caprinos y camélidos, cuyas principales exportaciones son encabezadas por la pera, trigo, azúcar de caña, manzana, soja, sidra, vino, puré de pera, puré de manzana y arroz.
“La palabra orgánico dejó de ser una tendencia de moda o una costumbre de unos pocos para convertirse en un mercado real. Hoy la producción orgánica es muy importante porque tiene un marco regulatorio sólido, control serio y reconocido. Además responde a los objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de FAO, genera trabajo, arraigo, desarrollo rural y local”, manifestó Facundo Soria, coordinador del Área de Producción Orgánica de la Dirección Nacional de Alimentos y Bebidas de la Secretaría de Gobierno de Agroindustria.
Radiografía de 2018
Se pueden sacar las siguientes conclusiones sobre la producción orgánica argentina durante el año pasado:
– Dentro de los grupos de productos de origen vegetal, los productos industrializados y las frutas orgánicos fueron los principales volúmenes exportados.
– Al igual que en 2017 se destacan los volúmenes exportados de pera, trigo, azúcar de caña, manzana, soja, sidra, vino, puré de pera, puré de manzana y arroz orgánicos.
– Hubo un importante crecimiento de las exportaciones de productos industrializados: sidra, puré de manzana, jugo concentrado de limón, hominy grits, pasas de uva, harina de soja, puré de pera y harina zootécnica.
– Disminuyeron las exportaciones de vino y arroz orgánicos.
– Entre las exportaciones de productos orgánicos de origen animal se recuperaron las de lana y disminuyeron las de miel.
– La superficie cosechada de cereales y oleaginosas orgánicos creció un 12%, pero aún se ubica por debajo del promedio quinquenal. La dedicada a cultivos industriales orgánicos creció un 12%, sosteniendo la tendencia creciente que presentaba. La de frutales orgánicos bajó un 27%, ubicándose aún por encima del promedio de los últimos cinco años.
– Se cosecharon un total de 80.877 hectáreas, 5% más que en 2017 y sosteniendo la tendencia creciente que se observa desde 2013.
– En los cultivos de cereales orgánicos creció el trigo candeal y la cebada; y disminuyó la avena y el sorgo. Entre los cultivos oleaginosos orgánicos, la soja y el cultivo de chía fueron los que crecieron, mientras que el girasol y el lino disminuyeron.
– La superficie destinada a la actividad ganadera orgánica creció un 14%, principalmente por el ingreso de productores dedicados a la cría de ovinos.
Una tecnicatura con demanda creciente
La alternativa de formarse en producción de orgánicos está experimentando una demanda creciente en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba).
Así lo aseguró Mario Clozza, director de la Tecnicatura en Producción Vegetal Orgánica de la casa de estudios, quien además se desempeña como director académico de un posgrado en Producción y Comercialización de Productos Orgánicos en la Universidad de Catamarca.
“Se trata de una carrera de pre grado, corta, de tres años de duración, que se elige cada vez con más frecuencia. Hay varios alumnos que la hacen en simultáneo con otra carrera, y algunos que directamente ya llegan con la idea de encararla como principal”, indicó.
La tecnicatura, que fue diseñada por Clozza, existe desde 2003 dentro de la UBA. “Se inició en El Bolsón a través de una necesidad y en 2008 paso a Buenos Aires, a la Facultad de Agronomía. Allí hubo que aggiornar el plan de estudios a nivel más nacional porque en El Bolsón se atendían necesidades zonales”, contó el director.
En cuanto a las materias que se estudian en la tecnicatura, Clozza explicó: “Hay asignaturas muy específicas. Existen diferencias muy grandes con lo tradicional en sanidad vegetal, fertilidad o producción orgánica de frutales, cereales, granos, horticultura. Siempre trato de que haya prácticas: a veces hacemos visitas a productores o la misma gente del sector orgánico se acerca a la facultad para mostrar sus trabajos”.
La carrera de pre grado tiene un Taller de Práctica, que es anual, donde se trabaja con una huerta orgánica experimental. “Los alumnos tienen su huerta, ponen especies con distintos objetivos de producción (vegetativo, reproductivo, especies anuales, perenne) y la idea es que se sumen invitados de otras asignaturas como climatología o edafología, y hacer ciertas prácticas ahí. Lo bueno es que ven todo como un sistema, no como cultivos individuales“, describió.