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Claas presenta un cabezal girasolero fabricado en Argentina que exporta a Alemania

La empresa Claas Argentina exhibe en Palermo la única cosechadora de toda la muestra. Se trata de la más pequeña de la familia, aunque ese detalle no le resta imponencia ni tecnología aplicada. Ingresamos al stand de la firma para consultar el motivo de esa elección, ya que Claas puede mostrar maquinarias más grandes, de mayor valor, a fuerza de ser la firma líder en lo que a cosecha se refiere. 

Nos atendió con cordialidad y sencillez el señor Reynaldo Postacchini de quien, luego de la charla mantenida, comprendimos que es un motivo de interés periodístico en sí mismo. Postacchini es vicepresidente de la compañía, un apasionado de la actividad y un verdadero emprendedor de esos “que vienen de abajo”, diríase un ejemplo a seguir por aquellos que desisten ante el primer obstáculo difícil de saltar. 
“El motivo por el cual elegimos esta máquina es porque está enganchada con un girasolero que nosotros fabricamos en Ameghino, provincia de Buenos Aires, y lo exportamos a Alemania. En este caso es el número 2000. Allí lo producimos en una planta de 120 empleados y sale para Alemania con la marca Claas. O sea que es un producto original de la máquina. Este año fabricamos 260, el año anterior alrededor de 300. Hacemos (en lo que se refiere a plataformas) exclusivamente girasoleros; pero también fabricamos el esparcidor, que se hace en Ameghino para todos los modelos de máquinas, los trailers, las llantas y algunos componentes internos. Aquí armamos las máquinas completas, que se terminan en Oncativo y exportamos a Paraguay, Bolivia, Chile, etc.”

La hermana menor 
Explica Postacchini que ésta es la máquina más chica, con 30 pies de corte. Luego está la 570 y de ahí se pasa a la familia Lexion, máquinas inteligentes. 
“Es la única totalmente inteligente. Habla 3 idiomas, tienen programados los 24 productos dentro de su memoria, se auto nivela automáticamente, desarrolla velocidad automática, tiene un motor con urea líquida y la de tope da gama, que es la 780, viene con motor Mercedes Benz que cumple con la norma de polución a nivel mundial, el mismo motor que usan los japoneses o los estadounidenses. Tiene un sistema de turbo compound, lo último en tecnología en motores, que hace que los gases de escape sean aprovechados para ayudar al cigüeñal a mantener potencia bajando el consumo”.
DIB: -¿Hay muchas de estas máquinas de tope de gama trabajando en los campos argentinos? 
RP: -Más de 25. Otra de sus características es que el operador, desde arriba de la máquina, programa su inflado. Cuando engancha el cabezal se desinfla para que no compacte y cuando se desengancha se infla para darle mayor estabilidad en ruta. Lo mismo sucede con nuestras picadoras de forraje. También hay que decir que la oruga de goma con la que vienen equipadas algunas de estas cosechadoras es inteligente, copia el desnivel de terreno. Son maquinarias de alta tecnología.
-Esto ha obligado, por cierto, a un cambio radical en la mano de obra ocupada. Un operador debe saber computación para poder manejar estas cosechadoras… 
-Yo conozco los pueblos del interior. Bolívar, Nueve de Julio, etc. Por allí pasaba manejando una Ricsa de mi papá. Yo tenía 12 años, íbamos siempre para Tandil. De eso hemos pasado a tener impresora a bordo, lector de chip, piloto láser, telemetría que permite conocer la velocidad a la que está cosechando, la humedad del grano, cuántas veces paró y porqué, control remoto, etcétera.
Una anécdota con mucho símbolo 
Se entusiasma Postacchini en su relato, que se detiene en una curiosidad, simbólica de la capacidad para adaptarse a los cambios del productor nacional. “Este año, en Enero, hicimos volver a cosechar a la primera máquina autopropulsada del mundo. Es del año 1929 y es argentina, con patente argentina, de la familia Rotania, hecha en la ciudad de Sunchales. La “abuelita” cumplió 100 años y para festejarlo la pusimos nuevamente a cosechar”.  
Quién es quién 
Dijimos que Reynaldo, a esta altura ya un amigo, es un personaje digno de ocupar, por historia de vida, el corazón periodístico de una nota de perfil. Muy liminarmente lo presentamos: “Nací en Arrecifes, pero a los 7 años nos fuimos a vivir a Nueve de Julio, donde mi crié. Hice el colegio secundario y me recibí de técnico mecánico en la facultad. Soy un apasionado de lo que hago y creo en la pasión, sin ella nada existe. A mis 16 años armé mi primera máquina con elementos de desarmaderos. Una igual a la que tenía mi viejo y hasta los 23 iba a cosechar, hasta que me recibí. Trabajé 7 años en los campamentos reparando máquinas. Los alemanes me vieron, vieron cómo trabajaba” y ese es el origen del Claas Argentina. Logré que Claas se instalara en Argentina, fue en el año 2000. En la actualidad trabajan 290 personas en la empresa”. 
Prometimos visitarlo en la planta de Ameghino. Lo haremos por el gusto de continuar la charla y porque de allí obtendremos, con toda seguridad, material de interés para nuestro trabajo periodístico.

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