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Una puerta hacia el conocimiento

Los viernes por la tarde, un grupo de chicos del Colegio Holandés se congrega en la casa del profesor Patricio Mansilla para poner sus manos e ideas en movimiento. Si es necesario, concurren más de una vez por semana. En el lugar hay un taller amplio, con muchas herramientas y mesas de trabajo. 

En 2008, Patricio Mansilla tuvo la iniciativa de crear un taller de robótica y se lo planteó a los directivos del Colegio Holandés, donde da clases. Está formado con una orientación en máquinas electromecánicas y como técnico programador. Fue el punto de partida de una actividad que creció, se consolidó y es valorada por muchos alumnos. 
“Cumplimos diez años a fines del año pasado –señala Patricio a este diario-. Empezamos en otro espacio mucho más chiquito y con solo cuatro chicos”. 
Cuando surgió su inquietud, pensó en desarrollar una experiencia piloto, porque “quería ver si a los chicos les gustaba. Y la verdad es que funcionó. Siempre tuve el apoyo del colegio”. 
Habitualmente convocó a estudiantes a partir del tercer año, pero este año decidió hacerlo desde segundo. Argumenta, en este sentido, que “noto en los chicos un poco más de entusiasmo “. 
La primera finalidad, el pensamiento que llevó al profesor a impulsar esta propuesta, era “darles un conocimiento extra a los que estaban interesados en disciplinas más duras como ingeniería, o los que tenían interés en estudiar ese tipo de carreras”. 
De todas maneras, no todos siguieron el mismo camino. También hay estudiantes que formaron parte del taller de robótica y luego decidieron cursar carreras de otras áreas de estudio. Patricio destaca que “el conocimiento está y les sirve. Más allá de la formación universitaria o el trabajo que realicen como adultos”. 
Es así que se arma un grupo con integrantes de distintas edades, que “se vinculan por el gusto que sienten por esta actividad”. Patricio mantiene un contacto con quienes realizaron el taller. Comenta que “no ha habido grupo que no pase por acá de vuelta”. En diciembre de 2018 se concretó la cena por los diez años y participaron alumnos de distintas etapas; “éramos entre 30 y 40. Asistieron dos del primer grupo, uno está trabajando y el otro ya se recibió de ingeniero aeronáutico”. 
Desde los comienzos, recibió a más de 60 adolescentes. “El promedio es de aproximadamente doce cada año. Asisten por lo general hasta finalizar el Secundario. Nunca tuve menos de diez, salvo en el origen que eran cuatro”, observa.

Una imagen de 2017. Con la guitarra (primero desde la izquierda) se observa a Cristian Petersen, un “ex robótico” muy querido que falleció el pasado 1º de julio tras una explosión del departamento que habitaba en Tandil. Junto a él se encuentran Bruno Car

Los robots 
También han tenido la oportunidad de competir, poner a prueba los robots y evaluar su funcionamiento. “Fuimos dos o tres veces a la Universidad Tecnológica Nacional en Bahía Blanca –recuerda Patricio-. Organiza la competencia más grande del país e inclusive ya fue catalogada como internacional, porque recibe gente de países limítrofes”. 
El encuentro es realizado por el Grupo de Robótica y Simulación de la UTN, Facultad Regional Bahía Blanca. El profesor señala que “en un par de ocasiones se logró un buen resultado. También otros años nos pasó que los proyectos se dilatan un poco, falta tiempo y cuando llega la fecha están sin terminar o con alguna falla. En esas circunstancias, decimos ‘lo intentamos el año que viene’. Puede ocurrir”. 
En este contexto, le otorga relevancia a que “hasta han participado en categorías a la par de estudiantes universitarios, mayor mérito todavía”. 
Este año, si logran terminar un robot que está bastante avanzando van a competir. “Estamos ya contrarreloj tratando de que funcione. Tenemos ganas, no es cien por ciento seguro”, explica. 
Trabajaron en los últimos meses con dos robots: “Uno que se ajusta para las carreras; luego de poner en funcionamiento los sensores, hay que buscar que los motores sean más rápidos. Otros alumnos preparan un robot que podría entrar en la categoría Sumo, en un ring circular se colocan dos, son activados, se tienen que detectar y uno debe sacar al otro”. 
Con las herramientas 
Durante el taller, se reduce al mínimo posible la utilización de kits o elementos pre armados. Explica que “quiero que tengan un conocimiento más técnico. Prefiero que se rompan las cabezas, que a veces las piezas salgan mal, pero que aprendan a usar herramientas. Algunas chicos nunca utilizaron y eso se nota, arranco bien desde abajo”. 
Por esta razón, primero cortan madera, luego se desempeñan con chapa, usan el taladro, la lima, y posteriormente empiezan en la parte de electricidad. 
Se trata de una práctica gratuita. Para reunir fondos, han organizado rifas. Otra forma de aprovechar al máximo el material es a través del reciclado; “hay chapas que se recuperaron de computadoras, lectoras de CD, utilizamos todo lo que podemos. Algunas cosas no podemos reciclar y terminamos comprando, como las plaquetas”, puntualiza. 
 Este año incorporaron una impresora 3D, que “nos facilita fabricar un montón de cosas. Teníamos muchas ganas de tenerla”. Fue donada por Cristian Verkuyl y a modo de contraprestación, “le hicimos trabajos para la empresa que él tiene, Milar, varios diseños y un montón de impresiones”.
Desafíos 
Mientras tiene lugar la entrevista, los estudiantes continúan con su tarea. Le dan forma a materiales, ejercitan, piensan, acomodan distintas piezas. Después realizan una pausa para la fotografía grupal que les tomó este diario. 
“Fue una experiencia para ver que surgía y encontré mucho entusiasmo, siempre tratamos de avanzar un poco más”, expresa Patricio en su análisis del origen y crecimiento de este espacio destinado a la robótica. 
Cada semana, el equipo tiene una cita con nuevos desafíos, que son –nada más y nada menos- que una puerta hacia el conocimiento.  
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Hay equipo
Actualmente están realizando el taller de robótica los siguientes alumnos del nivel Secundario del Colegio Holandés: Santino Lara y Lucía Otero, de segundo año; Pío Alvarez, Facundo Curiman y Máximo Amaya, de tercero; Benjamín Knudsen y Braian Villatoro, de cuarto; Gerónimo López van der Horst, Benjamín Martínez e
Iñaki Iturralde, de quinto. 

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