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JUEVES 05.12.2024
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Psicología deportiva para la autoconfianza

La semana pasada -antes de que se dictaran las medidas preventivas de suspensión de clases y aislamiento social,- la licenciada Susana Avella visitó Claromecó y compartió algunas de sus herramientas como psicóloga deportiva. 

Según ella misma relata, la psicología del deporte aborda los factores psicológicos que están asociados a la participación en el deporte, al rendimiento en el mismo y en la actividad física: como la presión, la comunicación o la cohesión grupal. 
Explica que “nos abocamos a trabajar en la concentración, en la motivación, en la tolerancia a los resultados adversos, las distintas manifestaciones de la ansiedad, soportar las presiones que tiene la competencia y la consecución de resultados, la regulación de las emociones, etc.”. 
Convocada por la profesora Candelaria Occhi, coordinó dos novedosos talleres para la comunidad: uno destinado a personas adultas, guardavidas y profesores de Educación Física; y otro en el que participaron las niñas que practican gimnasia artística en el CEF de Claromecó.

Cuestión de foco 
En el primer taller, y ante la pregunta de los docentes respecto de la motivación, se trabajó la importancia de revisar los focos atencionales y lo que interesa hacer cuando se enseña, se aprende y/o se participa de una competencia.
Susana subraya al respecto que las metas de resultado no son las únicas posibles. 
Estas son las clásicas que tienen que ver con prestar atención si en una competencia se sale primero, segundo o último, por ejemplo. De acuerdo a lo que puntualiza la licenciada, hay otras metas más valiosas a tener en cuenta al momento de pensar los aprendizajes. 
Unas son las metas de procesos, que tienen que ver con ser capaz de poner en práctica los aprendizajes últimos, es decir: con no conformarse en repetir lo más fácil o habitual, sino animarse a realizar y a incorporar lo nuevo. Otras son las metas de rendimiento, en donde la concentración está puesta en una o en uno mismo, y la posibilidad de auto-superarse de a poco. 
La respiración 
Otro tema importante que se abordó en ambos talleres fue la respiración. No solamente por su importancia vital, sino porque la capacidad de controlar la respiración y tener un buen caudal de oxígeno ayuda tanto al funcionamiento muscular (por ejemplo: a no acalambrarse), como al mental (para tomar buenas decisiones, y en calma) y al estado anímico. 
En este sentido, según sostiene Susana, sostener un ritmo respiratorio propio y habitual es una herramienta vital básica para sobrellevar las presiones, no asustarse o desanimarse.
Las actividades de respiración, por otra parte, también contribuyen al sostenimiento de un estado de relajación física y mental. 
Además, Susana coordinó un ejercicio de visualización de un momento pleno. Este último, de realización individual, tiene la intención de manejar los recuerdos de plenitud y competencia, de seguridad y confianza. La idea es recortar y guardar ese recuerdo y la sensación de plenitud, para construir autoconfianza y poder sostenerse de ella en momentos difíciles. 

De los errores se aprende 
En el CEF, la propuesta para las niñas estuvo centrada en la importancia de aceptar los errores como parte del aprendizaje, por lo que se trabajó sobre la tolerancia a la frustración y la idea de que “las cosas no siempre salen como queremos”. 
La psicóloga se sorprendió gratamente de los conocimientos previos que poseían las niñas al respecto: sabían de la importancia de la respiración, asociada a pasar momentos de temor o angustia, ya que sus madres o sus abuelas les habían enseñado a respirar para calmarse.
En relación al trabajo acerca de los errores, Susana también se manifiesta agradada por la respuesta de las niñas, y relata que una de ellas le dijo: “Si escribís con lápiz podes borrar y volver a escribir”. 
Esta simple frase, según sus palabras, “resume una sabiduría que a veces los adultos no tenemos, y nos atrapamos en los errores sin poder ver que podemos mejorar o volver a intentarlo”. 
Para reflexionar 
Susana Avella se recibió como psicóloga en la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 1995, y luego se especializó en psicología deportiva en APDA. En la actualidad trabaja mayoritariamente con deportistas individuales, que varían entre los 11 a 60 años, muchos de ellos pertenecientes a seleccionados nacionales o deportistas de alto rendimiento.
Indica que el objetivo principal de su labor es que la persona que realiza actividad física conozca sus fortalezas y debilidades, reconozca sus momentos vulnerables y desarrolle estrategias para sortear obstáculos de la mejor manera y con el menor gasto de energía. 
Esto, sin duda, requiere de un seguimiento singular, no sólo de Susana para con sus consultantes, sino de cada una y cada uno para consigo mismo.
“Es un trabajo que invita a la auto-reflexión, solemos trabajar con un cuaderno donde el consultante registra tanto lo que da resultado y sus momentos gloriosos, como las piedras con las que tropieza en su desarrollo deportivo”, sostiene. 
La psicología deportiva, aunque destinadas a personas que realizan actividad física y deporte, brinda herramientas que pueden exceder este campo y ser útiles para mantener la calma en la vida cotidiana, reflexionar y trabajar sobre el auto conocimiento.

 

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