“La moral (…) es un conjunto de normas, creencias, valores y costumbres que dirigen o guían la conducta de grupos de personas en la sociedad.” Al menos para la Wikipedia, sacándome de apuros.
No me está dado entrar en explicaciones pormenorizadas del tema. Cuestiones de espacio y –aún- de paciencia. Suya y mía. Pero creo que todos -todos nosotros- tenemos creencias, valores y costumbres parecidas. Quizá lejanamente. Aún el ladrón que simplemente se mete a robar a una casa, posiblemente tiene principios. Y quizá explicaciones. Y quizá no sea tan diferente al elegante delincuente económico, que roba mucho más y arriesga mucho menos.
Pero el ladrón que quema a una anciana con la plancha para que revele la ubicación de sus ahorros, a mi entender, carece de principios morales. Ese es un sujeto peligroso. Y como el loquito de la plancha, cualquier tipo que torture. Y tantos otros ejemplos.
Tampoco crean que la moral sea algo relegado a la memoria de aquellos ancianos que se duelen de que todo tiempo pasado fue mejor. No es así.
En el mundo del Derecho, de la justicia, la Moral cumple un rol muy concreto. Se habla de daño moral -que se paga-; se evalúan cuestiones morales en una serie de temáticas, por ejemplo de familia. Pero aún en un terreno absolutamente pedestre, hace menos de dos años la Corte provincial ha dicho que “…la obligación del deudor no puede exceder el crédito actualizado con un interés que no trascienda los límites de la moral y las buenas costumbres”. Es decir: correlacionaron la Moral con los intereses pactados en un contrato. Los evaluaron. Y los redujeron. Alguien podrá preguntarse qué es inmoral para la Corte. Pero mientras tanto la Corte lo dijo y allí murieron las argumentaciones. Y está lleno de fallos que dicen eso mismo. Tomé el primero que me dio la base estatal Juba.
Porque… el Derecho está subordinado a la Moral. Quién no lo supiera, grábeselo. Por supuesto, caben dudas. Y razones tendrá quien dude. Y es un mar de cuestiones opinables. Pero nunca verán un fallo que desprecie explícitamente a la Moral. Sería un fallo amoral. Que sería revocado por el tribunal superior.
El loquito de la plancha desprecia “implícitamente” valores esenciales. No lo dice. Este otro que les presentaré a continuación, sí lo dice:
“Si el Presidente quiere que no se eche a nadie, que haga una ley, no entremos en valoraciones morales. La empresa suspendió obras privadas y siguiendo el convenio colectivo dio de baja a los trabajadores. Cuando se reanude la obra se los volverá a contratar. Esto no merece polémica: suspendimos trabajadores amparados en el convenio colectivo”. Miguel Angel Toma, en Infobae. Y en otros medios. Tema Techint.
Hombre graduado en Filosofía y Teología por la Universidad del Salvador. Que le vengan con cuestiones morales es como si alguien le dijera que se le casa un sobrino. Una pérdida de tiempo. Sabrá eso que veníamos diciendo de Derecho y Moral, y quizá lo recuerde, pero a esta altura lo trae sin cuidado. La gente práctica y ejecutiva no se detiene en tonteras. Lo que vaticinaba el tango Cambalache.
Y para honrar a Discépolo agreguemos: al tomar el Estado las AFJP, tomó (entre otros activos) acciones de Techint. O de empresas controladas por Techint. Y entonces pone representantes en el directorio. En alguna ocasión lo fue Kicillof. Ahora Toma. Preguntado, repreguntado y casi acosado por el periodista Duggan, en todo momento se negó a decir si estaba de acuerdo o en desacuerdo con el despido de mil y pico de obreros de la construcción, y repitió como una letanía el régimen legal de dichos obreros. Siempre sin mencionar que se vivía un clarísimo estado de excepción que necesariamente incidiría en su interpretación. Porque a nadie se le cumplen las cosas como en tiempos de normalidad.
Toma representa al Estado nacional pero, curiosamente, se enfrenta con su Presidente. Agresiva y desembozadamente. Manifestó ganar $60.000.- mensuales por esa función, y dice: “suspendimos trabajadores amparados en el convenio colectivo”. Aramos, dijo el mosquito. Primera persona del plural, no? Ojalá Paolo Rocca sea agradecido. Porque como italiano por allí adhiere a aquello de que Roma no paga traidores.
Pero quiero finalizar con algo en favor de Toma. En el pasado reciente intentó incluir la -llamémosle- figura del “merodeo” en el Código Penal. Una atrocidad que se daba de bruces con las garantías constitucionales más elementales; con principios básicos del Derecho Penal; con legislación supranacional de rango constitucional, etcétera. Un sujeto peligroso, sí. Fue capo de la SIDE, año 2002.
Imaginen la serie El Zorro pero sin El Zorro. Con el Sargento García y el Capitán Monasterio. Nada más. Y nosotros de mejicanos del montón. Eso quería Toma. Ni el parlamentario más obtuso ni el juez más autoritario hubiesen dejado pasar esta atrocidad. Que no pasó el primer filtro. Pero es posible que en su mentalidad -formada en El Salvador- creyera que así hacía un bien a la seguridad de la gente. Sus estudios de Teología y Filosofía lo habrán guiado. Porque a la sazón sus intenciones quizá fueron más claras. Tenebrosas pero de origen más claro. Eso sería lo favorable frente a su –hoy- defensa de Techint. No le encontré nada mejor. A mí me enseñaron que hay que ver “qué” se dice; “quién” lo dice y “desde qué lugar” se dice. Y aún busco el calificativo.
Y bien: al publicarse esta nota quizá haya novedades. Estaba la idea de que Techint pague a los obreros la diferencia entre el seguro de desempleo y el sueldo que venían ganando. Luego vino un DNU; hay quién desconfía de lo que pueda pasar con el art. 223 bis de la Ley de Contratos de Trabajo.
Y, amigos: muchos principios morales tendrían que volver. O fortalecerse. Que me perdone el señor Toma. Favorecerían todos los aspectos de la sociedad argentina. Negocios incluidos.