Por Jorge Chemes
La decisión poco inteligente del gobierno nacional de aumentar los derechos de exportación, que es un impuesto negativo y que en cualquier porcentaje, retrae y desalienta la producción, nos obliga a poner de nuestro bolsillo para solucionar el gasto público que, en términos simples, no es otra cosa que el resultado de las malas decisiones políticas. Aportamos cada vez más, y sin embargo, el déficit crece y la pobreza nunca baja. Si los gobiernos no discuten las causas, la calidad y el tamaño del gasto, no habrá derechos de exportación, ni impuestos que alcancen porque la cuestión de fondo es el agujero negro de la política que gasta más de lo que puede y mal. El problema no es el campo, es el gasto descontrolado de la política.
Lo poco que va a recolectar el Gobierno con más retenciones se contrapone a lo mucho que podría ganar si, en vez de quitarnos, pone el esfuerzo en originar más inversiones y confianza, porque, en rigor, para solucionar la pobreza lo que hay que generar es más riqueza.
Nos preocupa la constante tentación de la política de explicarnos las dificultades pero eludir la autocrítica a la hora de asumir sus responsabilidades por sus malas decisiones. Sin asumir los errores, no hay posibilidad diseñar un futuro diferente al preocupante presente que hoy tenemos.
Somos pequeños y medianos productores que tratamos sostenernos y cumplir la meta de la competitividad. La paradoja es que con nuestro trabajo sostenemos enormes estructuras burocráticas que no han hecho ningún esfuerzo por ser eficientes, menos aún competitivas y menos aún generadoras de ideas para el crecimiento de la producción en cualquiera de sus segmentos. Somos burros empujando un enorme carro en el que, cómo calabazas, la política pone más y más carga impositiva para aguantar los beneficios que a nosotros, los del campo, nunca nos llegan. El engranaje de este carro debería estar aceitado con proyectos y políticas que le den al campo futuro, tecnología, mercados, desarrollo y un porvenir. Sin embargo, la rueda cruje por la sequía de ideas, lo que nos produce un atraso enorme en términos comparativos con otras regiones.
En verdad, el campo, desde hace mucho tiempo está muy lejos de la visión romántica de magníficos atardeceres en estancias con platería. Somos, en rigor, miles de productores que nos hemos empobrecido junto con en el progresivo empobrecimiento del país y que hoy, trabajamos a destajo sin políticas, sin caminos, sin infraestructura, sin escuelas ni universidades que generen arraigo y enfrentando la avaricia constante de la política que desde hace años gasta más de lo que recauda y disfraza como déficit fiscal el enorme gasto público que crece con el mismo vértigo que la pobreza.
El gobierno ha tomado una decisión. Ellos tienen el poder político. Nosotros, el campo, la fuerza del trabajo. Esta magra y pobre estrategia sin táctica de aumentar los impuestos no es otra cosa que impulsar un conflicto y empobrecernos más. No sólo para el campo. También para el gobierno porque el presidente Alberto Fernández fue uno de los hombres que terció, en la 125, para evitar la confrontación y hoy, unilateralmente, nos empuja a tomar medidas.
El gobierno ha tomado una decisión. Ellos tienen el poder político. Nosotros, el campo, la fuerza del trabajo. Esta magra y pobre estrategia sin táctica de aumentar los impuestos no es otra cosa que impulsar un conflicto y empobrecernos más. No sólo para el campo. También para el gobierno porque el presidente Alberto Fernández fue uno de los hombres que terció, en la 125, para evitar la confrontación y hoy, unilateralmente, nos empuja a tomar medidas.
* Presidente de CRA