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No hay salud sin salud mental

Todos los 10 de octubre se conmemora el Día de la Salud Mental. “La finalidad es fortalecer la toma de conciencia acerca de la importancia que tiene en la salud integral y que su cuidado es fundamental. No hay salud sin salud mental”, indica la licenciada Daiana Tenaglia, jefa del servicio de Salud Mental del Centro Municipal de Salud.

En este sentido, la Federación Mundial para la Salud Mental y la Organización Mundial de la Salud destinan este día a fortalecer las campañas y transmitir su importancia, siempre sobre un lema en particular. 
Este año, el eje central es la importancia que tiene la generación de políticas públicas con su respectivo financiamiento para que los servicios de salud lleguen a quienes los necesitan. 
Si bien desde la Organización Mundial de la Salud se propone la ampliación de los presupuestos que se destinan a estas áreas, nuestro distrito tiene una amplia cobertura, ya que además se realiza la atención a pacientes de otros distritos.


En Tres Arroyos
El servicio de Salud Mental está compuesto por un equipo que lo integran 4 psiquiatras, 8 psicólogas, 1 trabajadora social, 2 psicopedagogas, 6 enfermeras, personal de maestranza y de seguridad (uno por turno).
Posee once camas de internación, atiende pacientes ambulatorios por consultorios externos e interconsultas de los otros servicios.
Se ocupa de quienes necesitan internación en la zona que comprende la Región Sanitaria I que es la más extensa de la provincia (incluye 15 partidos) por lo cual la intensidad del trabajo que allí se realiza va más allá de los límites de nuestra comunidad. 
En 2019 se registraron 618 internaciones y casi 10 mil consultas a sus profesionales. “La capacidad operativa está centrada en la atención de la patología aguda y que requiere de atención en consultorio y/ o de internación”, informa Daiana Tenaglia.
Respecto a las acciones preventivas que se realizan en favor de la salud mental, desde los Centros de Atención Primaria se trabaja fuertemente en la prevención y promoción de la salud, es decir en escuchar los signos y síntomas. 

“A nivel estadístico año a año hay más gente diagnosticada y por lo cual se deben incrementar los esfuerzos para brindarles atención y tratamiento”

Para lo cual, se cuentan con dos metodologías de abordaje, por un lado la asistencia directa en consulta de psicología en los Centros de Atención Primaria y con el dispositivo de apoyo a los equipos de salud, que luego sostienen el trabajo con la comunidad, denominado Matriciamiento en Salud Mental a cargo de las licenciadas Anahi Peetoom y Florencia Quiroga.
Para relatarnos como es el trabajo para fortalecer la salud mental en Tres Arroyos, conversamos con las licenciadas Tenaglia, Quiroga y Peetoom.
Las profesionales consideran que en nuestra ciudad, desde el Centro de Salud las necesidades manifestadas por los pacientes se resuelven con los recursos existentes. 
Que “si bien nos permiten dar respuesta a la demanda, hay momentos en los que tenemos algunos desajustes, sin embargo, los podemos resolver con un arduo trabajo”. 
Tenaglia observa que “es un ámbito dinámico y trabajar con la emocionalidad, con lo que nos conmueve, con lo que nos moviliza; trabajar con este permanecer de las personas no es sencillo, hay momentos en los cuales todos y cada uno de los años independientemente de esta situación excepcional de pandemia, debemos fortalecer a nuestros pacientes; hay fechas que generan más angustia. En estas instancias sabemos que nos necesitan más. Las fechas con impacto emotivo como el Día de la Madre, la Navidad, el inicio de la Primavera. En estos momentos la gente se acerca más al hospital, hay más internaciones”. 
Señala además que “estamos trabajando mucho pudiendo dar respuesta; aunque sabemos que a futuro vamos a necesitar más recursos porque las necesidades de sostén psicosocial van a ir en aumento; a partir de que se vayan manifestando los efectos de la pandemia y de esta situación de aislamiento que estamos atravesando”. 
Un aspecto a tener en cuenta es que “a nivel estadístico año a año hay más gente diagnosticada y por lo cual se deben incrementar los esfuerzos para brindarles atención y tratamiento. También está resultando necesaria la creación de dispositivos de sostén, de inserción sociolaboral de los pacientes para que mejoren su calidad de vida”. 
Nuevos desafíos 
La pandemia provocó una pausa en nuestras vidas, se tuvieron que suspender las actividades cotidianas y ahora al retomarlas parcialmente, deben realizarse de una manera no habitual. “Este fue un gran cambio para todos, todos tenemos psiquis y el impacto de las rutinas que se alteran, de los hábitos que debemos resignar, cada uno dentro de las actividades que desempeñaba ha tenido que realizar readaptaciones o incluso en algunos casos cambios drásticos, que deben internalizarse, deben trabajarse y adaptarse a las nuevas modalidades”, explica. 
“El aislamiento social y su repercusión sobre nuestra salud mental, y nuestro bienestar será visto en un tiempo, son alcances que aún no se pueden evaluar; pero si puede verse el aumento de la ansiedad, de la depresión, del estrés y otros sentimientos negativos que ya aquejan a una parte de la comunidad; son manifestaciones de estos cambios tan abruptos y no buscados en los que nos vimos inmersos. Además, se suman las preocupaciones que generan las dificultades económicas, que hoy son mayores”, especifican las psicólogas. 
El home office, las tareas escolares y las cursadas virtuales, las videollamadas se convirtieron en nuevas rutinas y muchas veces sin tener los elementos necesarios y en espacios que no son aptos, lo cual vuelve dificultoso adaptarse. 
Manifiestan que “eso genera también muchos efectos que percibiremos en un tiempo más: vamos a ver cómo afrontamos estos nuevos desafíos; como ejemplo podemos mencionar cuál fue el impacto y cómo es la adquisición de conocimientos de un niño que está solo, en su casa y que muchas veces los adultos que lo rodean no tienen las herramientas para realizar ese apoyo necesario en el aprendizaje. No poder jugar con otros niños, hacer deportes colectivos”. 
El cambio fue abrupto porque “se pasó de una sobrecarga de actividades a tener que reformular la vida. Todo eso hoy es un gran signo de pregunta, nos preguntamos cuál será el impacto de esta pandemia en la salud mental y esto será lo que abordaremos en un futuro próximo”.

Las rutinas
“Como respuesta a esta nueva forma de vida -dice la licenciada Tenaglia- seguimos las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud que indica que hay que volver a crear de manera diferente todas estas rutinas que se disolvieron. Resulta necesario reorganizar la vida, con nuevas rutinas con horarios para comer, dormir, de realizar actividad física o ejercicios que se puedan hacer en los hogares o de forma individual. Lo mismo para los niños, no deben perder la organización y el orden; ya que las rutinas son muy importantes para sostenernos”. 
Cuidar el consumo de la información. Regular lo que se consume en cuanto a calidad y a tiempo de exposición. También tener tiempos y horarios respecto de eso, y elegir contenidos que no nos generen más ansiedad.
Elegir aquello que nos hace bien, que nos es constructivo y positivo.
Respetar los tiempos para el esparcimiento. Salir al patio, realizar actividades con los niños, generarle nuevos intereses, proponerles prácticas relacionadas al arte, a la pintura, al baile, a deportes individuales o entre familia de forma que su gasto energético esté relacionado con el disfrute de lo cotidiano y con el generar lazos de afecto. 
Las dos caras de la tecnología. “Reducir la sobreexposición de la tecnología de forma que nos permita estar comunicados con nuestros afectos y realizar las actividades laborales o educativas pero siempre que se pueda, destinar el mayor tiempo posible a otro tipo de actividades. Debemos ponerle un límite como con todo lo que consumimos, sin que interfiera y se vuelva un problema de salud”, afirman Anahí y Florencia. 
Utilizar el cuerpo. Además hay que buscar otras alternativas para que el cuerpo pueda expresar lo que tiene que expresar porque es allí donde sino se enferma, generamos patología. Utilizar nuestro tiempo libre en el arte, la pintura, el baile; aquello que nos de disfrute. Es un tiempo para repensarnos y buscar la forma de no enfermarnos en cuanto al manejo de nuestros sentimientos y de nuestras emociones. 
Daiana Tenaglia dice que “sabemos que la sintomatología va a aparecer después. Nunca antes del conflicto”. Por esta razón, aconseja “gestionar lo que nos pasa hoy; el comunicarnos igual, virtualmente a pesar de no poder ir a la casa de ese alguien. No quedarse encerrado en uno mismo pensando en lo que no se puede hacer. Darle un nuevo valor a todo aquello que tenemos y podemos hacer, desde lo emocional, son formas pequeñas de gestionar lo que nos pasa y no enfermar”. 
“Podemos decir que el distanciamiento es físico, no social y que cuidar nuestra salud mental hoy implica implementar o modificar las formas de relacionarse y de estar presentes de otra manera para con nuestros afectos”, concluye Florencia Quiroga. 
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El impacto
de extrañar 
“Si bien estamos imposibilitados del contacto físico. No podemos viajar o ir a comer con amigos, por ejemplo, los vínculos que formamos no dejan de existir; allí está el impacto positivo de la tecnología. Podemos estar presentes con una videollamada. Vemos a la otra persona, sus gestos y su tono de voz. Y en esto se constituye en una herramienta que nos permite estar presentes y hay que utilizarla para fortalecer los vínculos, para minimizar estas sensaciones de ausencia y que no sean tan intensas. La voz es muy importante para conectar con el otro. La imagen también. Son formas de achicar distancias. La necesidad de abrazo y de contacto físico restringida por la pandemia debe resignificarse en generar presencia desde la virtualidad”, argumentan las profesionales.

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