La diversión no es privativa de las nuevas generaciones; adolescentes, jóvenes y no tan jóvenes siempre tuvieron un lugar donde encontrarse para divertirse, compartiendo un café o una copa. Lo que ha cambiado es la forma en que esos encuentros se convierten en esparcimiento. En nuestros tiempos todo estaba envuelto en un clima de mayor respeto y tranquilidad, lo cual no quiere decir que no hubiera transgresiones, pero todo se resolvía sin mayores problemas.
En este sentido, un sitio emblemático que se transformó en un clásico de la época fue, a no dudarlo, el Bar Munich, sito en calle 9 de Julio 50, un lugar privilegiado del centro comercial que formaba parte del circuito llamado “la vuelta del perro”, en el que las chicas y los muchachos se daban cita para recalar precisamente en el bar que nos ocupa.
Una fotografía de 1950. Se observa a Falomir, Vichetti, Juan León, Di Marco, Albornoz y Corro
Este emprendimiento familiar de Juan, Antonio y José León, que comenzó con la barra y unas 20 mesas, se convirtió en el sitio preferido por muchos para pasar un rato amable en compañía de amigos. Las instalaciones, que respondían a esos momentos, contaban con una iluminación apropiada para el ambiente, a la que se agregaban varios ventiladores de pared, los espejos que remataban un revestimiento de madera y la clásica máquina registradora de los comercios de antaño.
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Llegado el verano, el local resultaba con una capacidad insuficiente para la gran afluencia de público, motivo por el cual había que ocupar la vereda que, a veces, excedía el frente del negocio y llegaba a “Los Mellizos Rivada” por un lado y la heladería La Cipriana, por el otro. El éxito obtenido impulsó a esta empresa a ampliar la oferta y es así que, detrás de ese bar se habilitó un local como salón de fiestas, ya en la década del ’60. Asimismo, uno de los hermanos León poseía un “boliche” bailable (en aquellos tiempos se llaman boite y luego discotheque), en el subsuelo de la Galería Moreno cuyo nombre era Sayonara. Convengamos en que este sitio sería difícil de habilitar en la actualidad, teniendo en cuenta las normas de seguridad vigentes.
Por más de dos décadas funcionó El Munich con los mismos propietarios, hasta que cada uno de los hermanos buscó su propio camino en otros rubros; Juan, que había sido el promotor de este tradicional bar, se mudó a la esquina de Colón y 9 de Julio donde instaló La Bodega de Juan y así se cerró el capítulo de aquel lugar destinado al esparcimiento en nuestra ciudad.