Acuerdo con el FMI, ¿por qué es tan importante para el mercado?
Por Agustín Aceibo (*)
Primero, entendamos por qué el Gobierno insiste en que este préstamo no implica más deuda. Como cualquier banco o empresa, el BCRA tiene activos y pasivos, y su balance debe mantener una relación saludable entre ambos para garantizar solvencia.
Entre los pasivos del BCRA encontramos:
-Pasivos corrientes: Responsabilidades de pago a corto plazo, como los pesos en circulación.
-Pasivos no corrientes: Compromisos de pago a mayor plazo.
Por otro lado, dentro de los activos del BCRA existen instrumentos llamados letras intransferibles, creadas por el gobierno de Néstor Kirchner en 2006 mediante los decretos 1599 y 1601. Básicamente, el Tesoro Nacional le pedía dólares al BCRA y le entregaba estos instrumentos como respaldo. Con el tiempo, estas “promesas de pago” se volvieron impagables.
Entre 2015 y 2018, parte de los fondos del FMI se utilizaron para reducir esta deuda, pero en 2020 volvió el mismo mecanismo. Ahora, el Gobierno anunció que los nuevos fondos del FMI se destinarán a pagar una parte de esta deuda, permitiendo al BCRA contar con dinero líquido y mejorar su balance.
¿Por qué el Estado prefiere deberle al FMI y no al BCRA? Hay dos razones clave:
Porque la deuda se debe pagar. Si el Estado no cumple con sus obligaciones, el deterioro del balance del BCRA impacta en la moneda local, generando devaluación.
Porque fortalecer el balance del BCRA es fundamental para levantar el cepo cambiario. Al aumentar sus activos, el Banco Central gana estabilidad, lo que facilita la apertura del mercado de cambios.
El impacto
Sabemos que el cepo restringe el ingreso y egreso de divisas del país. Hoy, una empresa extranjera que invierte en Argentina no puede girar libremente sus ganancias al exterior, lo que desalienta la llegada de capitales y ha llevado a muchas compañías a retirarse del país.
En cambio, si se elimina el cepo, las empresas podrán disponer de sus beneficios libremente, incentivando la inversión extranjera en compañías nacionales y fomentando su crecimiento.
Para los inversores argentinos, esto también tendría efectos positivos. Al mejorar la estabilidad económica, se ampliaría la posibilidad de invertir en pesos sin el temor constante de una devaluación. Como consecuencia, los pequeños inversores no se verían obligados a desarmar sus posiciones para refugiarse en el dólar.
Además, fortalecer el BCRA contribuiría a reducir el riesgo país, que, si bien ha bajado 2200 puntos desde la gestión de Alberto Fernández, sigue siendo elevado. Una menor prima de riesgo permitiría a las empresas argentinas acceder a financiamiento a tasas más bajas, favoreciendo su expansión.
¿Qué podemos esperar?
Nadie puede predecir con certeza cómo reaccionará el mercado en el corto plazo, ni en Argentina ni en ningún otro país. Sin embargo, lo que sí está claro es que un país con cuentas ordenadas genera más confianza que uno desorganizado.
Argentina arrastra una larga historia de desequilibrios fiscales que han perjudicado su credibilidad ante los inversores. Este problema estructural ha hecho que muchas empresas locales no puedan acceder a financiamiento internacional o, en el mejor de los casos, deban hacerlo a tasas extremadamente altas.
Si bien atravesamos un período de alta volatilidad e incertidumbre, los inversores debemos enfocarnos en la raíz del problema: el desbalance fiscal. Si el Estado gasta menos de lo que ingresa, a largo plazo será solvente, y el crecimiento debería llegar.
Ese crecimiento no solo beneficiará a los inversores, sino a todos los argentinos, que anhelan un país más estable y próspero para el presente y el futuro.
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(*) Asesor Financiero (Matrícula CNV N°2227). Instagram: Agustin Acebo Finanzas