Aquellos jóvenes que encontraron en el cuartel su segundo hogar
En un aniversario muy especial, el testimonio de cuatro integrantes de la reserva: Héctor Mario Plaza, Martín Oñatibia, Antonio Cordero y Omar Márquez
Por Alejandro Vis
Las palabras de Omar Márquez expresan el inicio de una historia en el cuartel de Bomberos Voluntarios. Una de muchas. Todas con una característica en común: allí encontraron un segundo hogar. “Otto Alfredo Haedo (primer e inolvidable jefe del cuerpo activo) para mí fue un puntal. Yo venía de la calle, pasaban cosas, me crié como pude, perdí a mi padre a los siete años. Eramos muchos hermanos y también era mucha la pobreza”, dice en una conversación que tuvo lugar en La Voz del Pueblo.
Cuando Omar llegó al cuartel, Haedo le aseguró que iba a cambiar su vida. “Lo único, tenía que hacerle caso. Gracias a Dios, realmente fue así. Formé una familia, él me ayudó mucho y (Rodolfo) Martínez también, fueron como padres”.
Márquez compartió vivencias y anécdotas junto a Héctor Mario Plaza, Martín Oñatibia y Antonio Cordero. Son todos integrantes de la reserva, que ingresaron cuando eran adolescentes o jóvenes a Bomberos, hace más de cinco décadas.
Sobre el paso del tiempo, sonriendo, Martín Oñatibia exclama que “mi hijo Sergio también es bombero y ya se jubiló”:
Omar Márquez, en este sentido, menciona que su hijo Diego y su nieto Agustín “forman parte de la institución. Están en actividad”. También su hermano Damián, mientras que recuerda el fallecimiento de un sobrino que era bombero: “Horacio, tenía 31 años de edad”.
Héctor Mario Plaza ingresó el mismo día que su hermano mayor Hugo. “En total, siete hermanos fuimos bomberos. Algunos por poco tiempo, otros por períodos más largos. Además mi hijo Héctor Andrés fue bombero”, menciona.
Atento, Martín Oñatibia agrega que “uno de los grandes colaboradores fue el padre de él, Víctor José Plaza. Un tipazo”.
Antonio Cordero es el único, entre los cuatro entrevistados, que no tiene familiares en la entidad.
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El cuartel cumple hoy 70 años, fue fundado el 12 de enero de 1955. Cuando ellos ingresaron, se encontraba transitando su segunda década (entre 1968 y 1971). El camino recorrido entre todos los que integraron o integran Bomberos Voluntarios ha sido extenso y valioso.
Aparece en las reflexiones la personalidad que tuvo Otto Alfredo Haedo, “el formador -puntualiza Antonio Cordero-. Tenías un ejemplo muy importante como jefe y como persona, va todo de la mano. Cuando entré hacía seis meses que había perdido a mi padre, que falleció en un accidente de tránsito, nos ayudó muchísimo”.
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Para Héctor Mario Plaza tampoco la adolescencia fue sencilla. “Tiempo antes de ingresar habíamos sufrido la pérdida de mi hermana y mi cuñado, se ahogaron los dos. Haedo fue un padre para nosotros, terminé la Primaria siendo bombero”.
Martín Oñatibia observó que “generaba respeto. A todos, desde el primero al último, los trataba de usted. Te iba acostumbrando al respeto -reitera- y a la disciplina ¡Y lo que te enseñaba! Había sido bombero en La Plata y Necochea, después vino a Tres Arroyos. Sabía muchísimo”.
Cuando “hacíamos travesuras -relatan-, Haedo nos llamaba a un rincón. Hablaba, de frente. Uno por uno. Si había una diferencia entre dos bomberos, los llamaba por separado y al rato estaban abrazados”. Incluso a Rodolfo Martínez “lo trataba de usted”, más allá de la relación cotidiana como referentes.
Ante el fuego, sabían que tenían las espaldas cubiertas. Oñatibia señala que “cuando se incendió la fábrica de fideos de Gasaneo, en Pedro N. Carrera, estábamos dos o tres por subir a un ascensor, Haedo nos pegó el grito para que saliéramos de ahí. Luego el ascensor se terminó cayendo, nos hubiéramos matado. Estaba en todas, un adelantado”.
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El presidente de la Sociedad de Bomberos Voluntarios era Juan Carlos Pérez, función que también cumplió su hijo Arturo. “Gran persona -subrayan-. Estaba muy pendiente de lo que hiciera falta. Gestionó la creación de una colonia de vacaciones para bomberos en Claromecó”. Cordero observa que “en esa época aportaron los recursos para la primera autobomba, El Sapito, y luego se hicieron otras inversiones”.
El Sapito es marca Ford V8 y sigue en funcionamiento, es un emblema. “Fueron a la concesionaria y lo trajeron al cuartel. Pérez fue a arreglar, hubo que hacer una entrega”, indican.
El terreno que ocupaba el cuartel era más pequeño y el resto de la manzana correspondía al corralón municipal. Describen la oficina de planta baja, la guardia, los vestuarios; “de los galpones no había nada -explica Oñatibia-. Con el tiempo, le dieron un poco más de terreno a la institución y luego agregaron otra fracción, así se fue agrandando la superficie”.
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Se encargaron de levantar paredes para las dependencias que se fueron incorporando a la sede. “Entre todos hicimos los galpones ¡Sí habremos puesto ladrillos! El fogón y toda la parte que se alquila, el galpón grande también, donde antes hubo una cancha de bochas. Después, en una etapa posterior, le cambiaron el techo con una empresa”, afirman.
Con afecto, hacen referencia a Omar Lacave, “era el vicepresidente. Uno más de nosotros. Terminaba de dar clases en el Colegio Industrial e iba al cuartel”; y “al secretario, Díaz, siempre se mostró muy atento”.
Como cocinero se desempeñaba Adolfo Sorgue, tenía “la olla a presión. Hacía estofados, lo que había adentro era sorpresa -dicen con buena humor-. Fue muy bueno con nosotros, nos enseñó mucho”.
Había una fosa y herramientas para reparar los vehículos. Algunos conocían cómo hacerlo, otros “se daban maña” y el resto acompañaba. Oñatibia valora que “nos ayudó mucho Walter Larsen (vecino que colabora hace más de 60 años y es miembro de la comisión directiva). Se pasaba horas en el cuartel, yo decía ‘algún día, al salir lo vamos a pasar por arriba. Iba, se ponía a trabajar debajo de un camión y no lo veíamos, a veces no sabíamos que estaba”.
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Las unidades en los primeros años fueron El Sapito, El Chueco, un “jeep corto” y luego “un jeep más largo”, así como posteriormente fue adquirido un Torino.
Por entonces, la mayoría de las localidades no poseían bomberos y en Claromecó funcionaba un destacamento, que dependía de Tres Arroyos. “Había muchos incendios. En la ciudad tenías todavía gran cantidad de terrenos y a los campos, en algunas oportunidades, salíamos 3, 4 o 5 veces en el día a apagar trigos en pie”.
No contaban con máscaras (“en ocasiones, un pañuelo mojado”), entre otras protecciones que se fueron sumando décadas más tarde. Rememoran “uno de los incendios grandes” que se produjo en Sierra de la Ventana. “Un día nos enfrentamos al fuego cuando venía bajando hacia un hotel. Los demás cuerpos estaban en la ruta. También viajaron Haedo y Martínez, lo pudimos apagar, fue una satisfacción”, expresa Márquez.
Cuando el cuartel de Bomberos de Coronel Dorrego estaba iniciando su actividad, se les rompió la autobomba: “Estuve con El Sapito como 25 días, de chofer. Fuimos a ayudarlos ante ese inconveniente”.
El Vivero de Claromecó, adonde “íbamos con lo poco que teníamos”, otras localidades del distrito, así como Marisol, Oriente eran algunos de los lugares -entre otros- en los que intervenían.
Cordero tiene muy presente que “debuté en un incendio un 11 de enero, el día siguiente era el aniversario del cuartel. En La 13, una frutería y verdulería, en calle Azcuénaga. Trabajaba con pantalón y camisa de grafa, fui así vestido”. Oñatibia relata que “entré con la autobomba por una propiedad de Di Vito, que vivía en San Lorenzo. Vimos desde el corralón que el negocio estaba lleno de botellas de aceite, increíble cómo ardía, no quedó nada”.
Con precisión, se refieren a un incendio “en la Gomería Marquínez, un 1º de enero. Una parte de los bomberos se había ido al Vivero, estaba en Claromecó, el resto fue a este local”. Márquez sostiene que “estaba sobre las gomas, a varios metros de altura, todo se empezó a inclinar, iba a perder el equilibrio y me alcanzaron a agarrar del cinturón”.
Comparte una situación que es muy grata: “A veces subíamos a la autobomba en el camino, la bici la dejábamos tirada en cualquier lado. No te la robaba nadie, quedaba ahí o incluso algún vecino que veía que era de un bombero, la acercaba al cuartel”.
Hablan de otros incendios de magnitud, en una cooperativa ubicada en 25 de Mayo y Pedro N. Carrera; así como “en el galpón que tenía Ithurrart en avenida Ituzaingó, entre Matheu y Castelli, donde está ahora el escenario y parte del predio de la Fiesta del Trigo. Hay una escalera de cemento que quedó, para acceder a un playón, lo usaban para cargar y descargar camiones”. Oñatibia dice que “Haedo nos agarraba del saco y nos alejaba cuando veía un riesgo. Las cabreadas estaban rojas, eran de hierro, se empezaban a doblar y terminaron viniéndose abajo con el techo”.
Las experiencias abarcan la ayuda a una señora que cayó en un pozo de 30 metros de profundidad en Cascallares, que logró sobrevivir a este hecho; junto a otros casos que requirieron mucho esfuerzo físico y cierta destreza.
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Si la familia no brinda apoyo, es imposible llevar adelante este servicio. Oñatibia manifiesta que “cuando se casó mi hija, mi yerno era bombero también, Javier Ulibarre. Estábamos en un incendio mi hijo, mi yerno y yo. Haedo nos echó del lugar, nos hizo ir al cuartel, donde nos bañamos. Yo con el Torino tenía que llevar a mi hija a la Iglesia, casi se suspende a último momento el casamiento”. Por su parte, Márquez comenta que llegó sobre la hora al Registro Civil a casarse, debido a que poco antes se registró el incendio de dos camiones.
Pasaron muchas celebraciones de Año Nuevo en el cuartel y varias salidas con hijos, los domingos en la tarde, se vieron interrumpidas por la sirena. Es por eso que Oñatibia destaca “toda la paciencia de nuestras mujeres. Entendieron y aceptaron lo que estábamos haciendo, lo que implica ser bombero voluntario. Ellas han sido fundamentales”.
Una vez, aquella vez, conocieron el cuartel. Fue el inicio de un camino que eligieron transitar toda la vida. “Si nos necesitan, estamos a disposición”, concluyen.
Hay equipo
El jefe del cuerpo activo es Maximiliano Llanos, como segundo jefe se encuentra Alejandro Conde.
También son integrantes los bomberos voluntarios Sebastián Lezcano, Luciano Andrés Omar, Federico Emanuel Marconi, Nicolás Ariel Marconi, Matías Jesús Casen, Juan Cruz Bilbao, Mauricio Osmar Barragán, Diego Omar Márquez, Jorge Andrés González, Martín Meléndez, Luciano De Cicco, Sergio Adrián Conti, Franco Hernán Menchaca, Damián Horacio Márquez, Matías Simón Zambotti, Diego Andrés Fioriti, Gabriel Alejandro Vega, Alejandro David Barú, Germán Codagnone, Cristian Ariel Vicente, José Fernández, Lucas Daniel Pizarro, Guillermo Oxandaburu, Gustavo Nahuel Rodríguez, Cristian Iván Seguel, Ezequiel Alberto Orgambide, Maximiliano Muller, Maximiliano Néstor Molina, Joaquín Oviedo, Emiliano Arana, Gonzalo Javier Aguirre, Jonatan Garcilazo, Agustín Márquez, Agustín Alexis Menchaca, Ignacio Swaels, Cristian Alvarez, Maximiliano Augusto Barragán, Thiago Bruzzoni, Donato Quinteros, Tobías Agustín Di Rocco, Maia Hammerchmitd, Nahuel Despósito, Mario Jesús Belén, Matías Agustín Goizueta, Cruz Alexander Gutiérrez, Federico Ibarlucía, Diego Cirone y Rubén Mac Lean.
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Concurren a la Escuela de Cadetes Thiago Ceferino Aranda, Santiago Vicente, Román Hut, Josué López Cabañas, Joaquín Conde, Tomás David Martínez, Santiago Rampoldi, Giovanni Valentín Sabatini, Agustín Petersen, Mateo Ceriani, Juan Bautista Acosta, Enzo Cruz Férez y Dante Scoccimaro.
La reserva está integrada por Angel Miguel Arrupe, Juan Gregorio Damboriana, Telmo Oscar Marconi, Martín Oñatibia, Juan Antonio Cordero, Héctor Mario Plaza, Héctor Omar Márquez, Angel Daniel Maruf, Rubén Marcos Mac Lean, Sergio Martín Oñatibia, Héctor Omar Arrupe, Jorge Horacio Zaldúa, Miguel Angel Ceriani, Rodolfo Alberto Monfort, Diego Oscar Vester, Carlos Alberto Monfort, Mauricio Alberto Crosatto y Nazareno Jesús Pereyra.
Actos
Los actos por el 70º aniversario hoy va a ser sencillos y se concentrarán los festejos en el 2 de junio próximo, Día del Bombero Voluntario.
A las 8 se procederá a izar la bandera nacional en el mástil ubicado en la vereda del cuartel; a las 8.15 se servirá un desayuno; a las 9.45 se depositará una ofrenda floral en el Monumento al Bombero, ubicado en la Plaza Pellegrini; a las 10.30, se colocará otra ofrenda floral en el cementerio municipal en memoria de bomberos, socios y miembros de la comisión directiva fallecidos.
Como cierre de las actividades, se va a compartir un almuerzo informal.
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El temporal
La mayoría de los integrantes de la reserva, todos los que pudieron, intervinieron en las actividades de servicio luego del temporal que ocasionó grandes daños la noche del sábado 16 de diciembre de 2023.
Antonio Cordero recuerda que era mucho lo que había por hacer: “Llegué al cuartel porque me imaginé que iban a necesitar ayuda. De inmediato me dijeron ‘Antonio andá a cambiarte’”.
Comisión directiva
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La Sociedad de Bomberos Voluntarios es presidida por Eduardo Miqueleiz; el vicepresidente es Rafael Soriano; secretario, Jorge Damiani; prosecretario, Luis Pohn; tesorero, Carlos Alberto Finocchio; protesorero, Carlos Arturo Pérez.
Los vocales titulares son Marcelo Capriata, Roberto Horacio Vidaurreta y Luis E. Di Rocco. Como vocales suplentes se encuentran Jorge Agarraberes y Sergio Daniel Legarreta.
En tanto, son revisores de cuentas titulares Walter Larsen y Jorge Pedro Skou; revisores de cuentas suplentes, Jorge Horacio Pérez y José Daniel Luengo.