Blanca Mansilla de Garza, larga vida
Por Valentina Pereyra
Blanca Mansilla vivió 95 años salpicados por dolores de esos que nunca terminan, de amores infinitos y de las más variadas y ricas experiencias. La visita diaria de sus nietas Lucrecia y Alejandra Damiani le recordaba a Rita, su hija, y le regaló el plus de las cajas y bombones de La Perla, los budines caseros, el té y las charlas sobre los últimos acontecimientos de Tres Arroyos. Blanca tuvo hasta el final elegancia, sobriedad, sencillez y mucho para contar, sin embargo, el silencio surcó gran parte de su existencia. Pero una tarde cualquiera del mes de mayo del 2021 Blanca recibió en su casa a La Voz del Pueblo y soltó su historia. El Paso de Garza fue la excusa que desanduvo un sinfín de anécdotas que completaron la vida novelesca de Blanca.
-La granja Xan Marica fue desde 1940 propiedad de los Garza. Todo empezó así, cuando mi suegro compró ese lote – comenzaba Blanca un relato que se afirmaba en fotografías, registros periodísticos y en su memoria.
Blanca brindó con exactitud las indicaciones para llegar hasta la Granja de Garza -a veinte kilómetros hacia el sur de la ciudad, camino a Lin Calel- cincuenta hectáreas atravesadas por el arroyo Claromecó.
-El paisaje cambia según de qué lado del arroyo te pares, dijo y agregó que los árboles de ese lado del arroyo los plantó mi marido cuando tenía 20 años. La gente le pedía permiso para pasar a pescar, pero si no entrabas por la casa, el camino era libre. Mi suegro la llamó “Xan Marica” por Juan y María, sus padres gallegos, que llegaron a Argentina cuando él tenía nueve años.
Los Garza se radicaron en nuestra ciudad entusiasmados por Victoriano Garza, hermano de José que les pintó un panorama prometedor. “En Tres Arroyos hay todo para hacer de todo”, les dijo.
En 1930 José y Elena vivían en una quinta en Buenos Aires, él era ferroviario, trabajaba en los tranvías. Con la venta de esa propiedad compraron la tierra al lado del arroyo. Floreal vivió en la granja hasta que se casó con Blanca. Sus hermanos Horacio, Luz y Clamor vivían allí también. Floreal, estaba encargado de la quinta mientras sus padres-que se habían mudado a Energía-atendían un vivero. Don José Garza trajo a nuestra ciudad mucho más que bienes materiales, llegó con esperanzas e ilusiones que forjó desde muy joven a pesar de que realizaba trabajos administrativos en Buenos Aires que no tenían nada que ver con cultivar la tierra o atender animales. Esto, sin embrago, no fue obstáculo para los proyectos que desarrolló en la chacra. En unos años la convirtió en modelo de cultivo hortícola, además de incorporar el uso de la energía hídrica para abastecer a la granja.
Blanca destacó de aquellos años que la granja empezó a surgir cuando inauguraron la turbina para darle luz, dijo que había un molinito, pero no alcanzaba para iluminar toda la propiedad, dice Blanca. Fue un sistema muy innovador. ¡Hasta se podía escuchar la radio! El día que inauguraron la turbina se hizo una gran fiesta y a partir de ese momento se generó energía para toda la granja. La labor para lograr ese objetivo la habían comenzado el suegro de Blanca y su cuñado Clamor, que armaron la turbina bajo las órdenes del ingeniero Ismael Ricci, oriundo de Bahía Blanca y muy conocido en la región.
Blanca recordó que la aventura fue más allá del predio, los árboles, los animales y los libros que seguramente le dieron vuelo infinito a la imaginación de su suegro. También quiso hacer un balneario del ancho del arroyo por eso revocó unos diez metros hacia adentro e hizo una pileta. En esa parte, lisa completamente, Blanca y su familia se bañaban en aguas cristalinas.
Blanca Mansilla y Floreal Garza se casaron en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen y la fiesta la hicieron en “Xan Marica” más conocida como la Granja de Garza. Floreal trabajaba en la fábrica Rossi y Blanca en Istilart donde estuvo cinco años. Los Garza vivieron dos años en Tres Cerros, Santa Cruz donde se hicieron cargo de una hostería del Automóvil Club Argentino. Floreal expendía gasolina y Blanca atendía, cocinaba, daba vida al refugio en medio de las montañas. Blanca se jubiló como jefa de Rentas-lugar al que ingresó luego de rendir un examen en la ciudad de Juárez. Al mismo tiempo ejerció como secretaria en el Colegio Jesús Adolescente.
Blanca y Floreal, recién casados, pasaban sus domingos en la granja de los Garza. Con el espíritu que los dominaba hacían lo imposible para cumplir con sus deseos y algo del deber. Por eso no dejaron de hacer la visita aunque tuvieran que caminar dese el pueblo hasta la quinta los veinticinco kilómetros que los separaban.
Una de las fotos que circularon la tarde de la entrevista en casa de Blanca le recordó que la habían tomado desde el techo de la cocina de Xan Marica, desde donde se veía el camino de ingreso, el parque y los frutales. Blanca había vuelto una sola vez más después de la venta de la granja
Ella custodió los libros de autores socialistas que su suegro había leído una y mil veces, pero se había deshecho de ellos durante la Operación Trigo que se llevó a cabo en Tres Arroyos en 1977. Ella y su hija Rita se habían sentado en el piso al lado del pozo ciego de su casa de calle Balcarce y habían tocado por última vez los forros de papel madera que los recubrían antes de tirarlos. Blanca falleció a los 95 años extrañando a sus hijos José Antonio y Rita y amada por sus nietas y bisnieto.
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