Cáncer de mama: cuando la enfermedad se convierte en un cambio positivo
En Argentina se detectan más de 21.000 casos al año de cáncer de mama. La Voz del Pueblo accedió a una charla íntima con Delia Parraquini, kinesióloga holística y sobreviviente de la enfermedad. Nos cuenta cómo es atravesar por ese diagnóstico y cómo, desde el dolor, podemos transformar nuestra vida y sacar lo positivo de los momentos difíciles
Por Camila Conejero
Delia tenía 39 años la primera vez que la diagnosticaron con cáncer de mama. Trabajaba de kinesióloga convencional en su consultorio y el diagnóstico de la enfermedad la hizo replantearse toda su vida, tanto en lo profesional como en lo personal, “Hace 5 años me enfermé de cáncer de mama por primera vez. Ahí fue como un cimbronazo fuerte, el diagnóstico fue durísimo, porque yo estaba formando una familia ensamblada, con dos nenas, un niño chiquito de un año y piquito y entonces fue como eso…Duro. Recibir un diagnóstico que todavía en ese momento, y hoy también, aunque no queramos, está muy ligado a la pérdida de la vida”, recuerda.
“Ahí se pone duro. En ese momento fue encarar el tratamiento que me tocó y hacer todo muy rápidamente, pero también fue ahí cuando a mí se me despertó la curiosidad por hacer algo más, además de lo médico, porque algo me resonaba fuerte y se me empezaron a abrir viejas heridas”.
Cuando Delia recibió el diagnóstico en Tres Arroyos no había una unidad oncológica, como si lo hay hoy en día, por lo que muchas cosas las fue buscando ella misma desde su investigación y vivencias personales. “Yo fui buscando por fuera, pero porque me atrapaba y me llamaba la atención todo lo que decimos alternativo, holístico, integrativo, entonces me fui formando como mi propia tribu de salud. Cambié de médico un montón de veces, no me gustaba algo o no me convencía o no me llevaban para el lado que yo quería ir y cambiaba y así fui realizando mi propia búsqueda”.
“De a poquito me fui haciendo protagonista de lo que me pasaba, no dejé en las manos de los médicos y de la mala suerte lo que me había pasado y me empecé a involucrar de tal manera que ya no hubo vuelta atrás. Me empezaron a surgir cambios grandes, porque de repente cuando uno se hace más consciente de todo lo que va sucediendo y todo donde podés ser responsable de tu propia vida, ahí se vienen planteos de, bueno, realmente cuál es mi propósito, qué es lo que estoy haciendo, para qué vine en esta vida y mi trabajo y mi familia. Todo se empieza como a replantear y ahí es donde hubo cambios grandes”, nos cuenta.
Fue en esos momentos de dolor, en los que Delia sintió la necesidad de hacer algo más con todo eso que le estaba sucediendo: “Me llegaba mágicamente un montón de información y de cosas distintas para hacer. Un pilar fuerte fue la alimentación, que es lo primero que descubrí, entendí que las enfermedades, que el cáncer está muy relacionado con la alimentación y entonces hice un cambio grande. Dejé sobre todo de consumir ultra procesados, harina, azúcar, esas cosas que están tan de la mano con las células cancerígenas”.
En medio de todas esas nuevas experiencias y sentimientos, Delia comenzó a abocarse a pacientes oncológicos, no solo atendió en su consultorio a mujeres y hombres que estaban pasando por una situación parecida, sino que también acompañaba durante todo el tratamiento a aquellos que lo necesitaran.
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“Me fui haciendo protagonista de lo que me pasaba. Me empecé a involucrar de tal manera que ya no hubo vuelta atrás”
Siempre ver el lado bueno
Hace un año, Delia volvió a enfrentarse a un diagnóstico positivo, el cáncer había vuelto. “En un control me encuentro otra vez de la mano con el cáncer. Ahí me surgen un montón de cuestionamientos, porque la verdad es que yo dije bueno ahora si es mi oportunidad, todo lo que aprendí hay que ponerlo en práctica. Me arremangué y dije a trabajar duro porque acá hay un llamado importante, hay algo que no estoy escuchando, lo tomé así, y fue más intenso todavía, todo lo que venía haciendo lo reforcé”, reconoce.
-Te estaba escuchando un poco, vos empezaste a cambiar tu estilo de vida a partir del primer diagnóstico y cuando recibiste el segundo ya tenías otro estilo de vida, ¿cómo es recibir un segundo diagnóstico sabiendo que hiciste todo lo posible para que eso no pase?
– ”Lo primero que pensé fue que yo me enfermé con 42 años, la primera vez tenía 39, la segunda vez ya tenía 42, entonces yo dije ok, cambié mi estilo de vida hace dos años, ¿y los otros 40?, ¿qué pesa más? . Entonces no es que yo hice mal las cosas 40 años, uno hace lo que puede, lo que sabe, lo que le sale y la verdad es que yo creo que no estaba despierta espiritualmente, vivía en el piloto automático, como todos”.
“Muchas de las chicas que hoy reciben el diagnóstico me dicen no lo puedo creer, yo soy feliz, tengo una vida espectacular y yo pensaba lo mismo, recién estaba armando mi familia, tenía a los chicos chiquitos, era súper feliz, entonces ¿qué pasó? Bueno, estaba dormida y algo tenía que despertarme y la segunda vez es eso, estoy segura que es eso, en la balanza pesaba mucho más todo lo otro que todavía tenía por sanar, por resolver y agradecida de que hoy soy consciente de todo eso, estoy más despierta, no sé si del todo, siempre vamos despertando un poquito más”
-Respecto al diagnóstico, todos conocemos a alguien que ha sufrido una enfermedad, pero desde la primera persona, ¿cómo es el proceso de aceptación?
-”Cuando yo me aboqué a trabajar solo con pacientes oncológicas, que lo hice cuando me enfermé la segunda vez, fue muy difícil, porque muchas de esas chicas hoy no están, entonces para mí era demasiado, era como bueno, demasiado difícil, las acompañé, las vi trabajando la fuerza, levantando pesas y hoy no están. Son chicas que fueron jovencitas, entonces realmente uno puede decir bueno, es una enfermedad en la que hay una estadística de una sobrevida muy alta, pero también todavía es una enfermedad que hay mujeres que se enferman normalmente de otra cosa, hacen metástasis, entonces ahí viene un poquito la importancia también de la prevención, desde el lado de la conciencia de los controles”.
“El control realmente te salva, porque te agarra un poquito más a tiempo y quizás es una de las cosas que uno tiene a mano, entonces si está en tus manos hacelo”.
-¿Es importante tener el apoyo de los seres queridos?
-”Claro. Momentos en los que yo a veces, al final del día me enojaba, estaba cansada, no quería ir al otro día a hacerme rayos, mi marido venía y me decía, ¿cómo es el ejercicio ese que haces vos? ¿Cómo es? ¿Cómo es que había que sacarte? Dale, sacate, sacate. Y entonces bueno, un poco eso, que el contexto alrededor también ayude y aprenda a cómo gestionar las emociones”.
-¿Hay una vida antes y una vida después de la enfermedad?
-”Sí, totalmente. Nosotros te digo, hoy en día toda mi familia, empezando por mi marido, le agradecemos a la enfermedad, somos otra persona, todos, somos otra familia, y estamos profundamente agradecidos. Hicimos un cambio muy grande, nosotros somos una familia ensamblada y como toda familia ensamblada, hay hijos de uno, hijos de otro, y veníamos siempre como remándola en dulce leche con los conflictos cotidianos, a través de mi enfermedad fuimos todos como cambiando un montón la perspectiva, y justamente esto, el estilo de vida, y ver las cosas como alineadas a un propósito de vida. Y todos decimos, a Delia le tocó poner el cuerpo, pero hoy somos todos otra persona”.
“Eso es una de las bendiciones que tenemos hoy en día, por haber pasado yo con la enfermedad, pero nos afectó a todos de una manera u otra, y hoy estamos así, como beneficiados de esa situación”.
Ayudar al otro con tu propia experiencia
Fue en ese momento en que decidió cambiar su vida definitivamente, dejo el consultorio y se abocó a la kinesiología holística, organiza talleres de acompañamiento y aprendizaje para aquellos que están pasando por lo mismo o tienen un familiar que lo está pasando.
“Es un espacio donde podamos compartir nuestras experiencias, uno normalmente se nutre del otro. Siempre tuve la idea de hacer talleres de bienestar, donde comparto todo esto y donde quizás otras mujeres también se acercan y comparten otras cosas”, señala.
“Yo soy una persona como muy disponible, me pueden escribir, contesto en las redes, en el Whatsapp, me gusta escuchar la historia de cada una, acompañar a cada uno en su proceso, si me escriben que están por entrar a una quimio y tienen miedo, te mando un tapping, si me escriben que están en pleno tratamiento y no tienen fuerza y están cansadas y no saben cómo hacer, vení que hacemos una actividad, un movimiento con el cuerpo, me encanta hacerlo”, dice emocionada.