Como viene ocurriendo
LA EDITORIAL DE DIEGO M. JIMÉNEZ
Nuestro castigado país sufrió y sufre de estos vaivenes y de la ausencia de equilibrio y sensatez de su dirigencia
Luego de doce meses, el año llega a su fin. Una verdad de perogrullo que celebramos el último día de diciembre sin cambios. Lo cual es muy bueno, en un país que funciona como una puerta vaivén. Se podría decir lo mismo de Navidad sin temor a equívoco, pero no de otras fechas celebratorias. Es bueno recordar que en la Argentina los feriados se clasifican en móviles o inamovibles, lo cual denota cierta inestabilidad conmemorativa. Claro, sin contar los feriados llamados puente, los asuetos y los feriados por única vez. Para muestra, un botón.
Cambio de gobierno a nivel local luego de años de pensar la administración como algo propio y un pronunciado giro a la derecha a nivel nacional, bajo el auspicio de una libertad, que, a criterio de quien escribe estas líneas, fue tergiversada, manipulada y en nada es parecida a la que movilizó cambios democráticos y republicanos a largo de la historia de occidente. Con un agregado: libertad política y libertad económica son cosas distintas, que deben ir juntas y cuando lo hacen, siempre se sacan chispazos y eso, es natural. Y otro más: para los demócratas y republicanos, prima siempre la primera sobre la segunda. Por una razón bastante simple: en el mercado siempre tiene ventaja el más fuerte, salvo que la libertad política actué en defensa de la mayoría garantizando las demás libertades, agregando conceptos de equidad y justicia social, hoy extrañamente vilipendiados, dado que están en el conjunto de principios que hicieron mejor a las naciones.
Mal que le pese al Presidente y algún seguidor desorientado, lo que escribimos no se llama colectivismo. En un examen de teoría política, el Primer Mandatario, desaprobaría por goleada. Pero bueno, esto exige una conversación que excede los límites arbitrarios de una red y sus hilos, que escape a las ediciones intencionadas de trolls y a la furia fundamentalista de los extremos, penosamente en boga. La democracia es cosa seria para dejarla solo en manos de comunity managers o expertos online.
El mundo advierte el peligro del dominio de las redes, de sus cancelaciones, de su control de la comunicación y de las formas de relación. El tema es debatido a lo largo y a lo ancho del mundo libre. Sesgos, manipulaciones, segmentaciones están a la orden del día en todo el planeta para intentar guiar nuestras preferencias, gustos, inclinaciones y consumos. Y eso, trasladado al ámbito de las decisiones políticas entraña un peligro mayúsculo. Y la Argentina no es la excepción. Es una nueva ignorancia al servicio de demagogias a derecha e izquierda del universo político.
Cambio y crisis. Una postal de la argentina contemporánea. Al menos, las sociedades siguen funcionando y entusiasmándose por forjar a duras penas su futuro. Están ahí, en la brecha, a pesar de lo que sufren. Los años pasan y el país deja atrás generaciones sin oportunidades, al borde del camino ¿Será esta la oportunidad de torcer la inercia decadente?
En las formas, no. Un mega decreto que avanza sobre atribuciones del Congreso rechazado por constitucionalistas de la talla de Ricardo Gil Lavedra, Félix Lonigro o Daniel Sabsay, jamás sospechados de izquierdistas (como si serlo fuese un delito) y a todas luces anti republicano. Recordatorio: la República se basa en la división de poderes, la periodicidad y renovación de los cargos, la rendición de cuentas y la publicidad de los actos de gobierno (por ejemplo, la asunción de ministros y funcionarios es un acto público). Todo para evitar tiranos o tiranas.
En los temas de fondo, tampoco. Todo para el mercado y regulado por él. Y es esta una discusión seria porque incluye el rol del Estado, demonizado como si fuese un cuco malévolo. Todos los países tienen distintas formas de protección, distintos grados de intervención del Estado, regulaciones varias y obras públicas. No imagino una multinacional inglesa con intereses ciertos en la rentabilidad que supondría hacer una rotonda de ingreso en ruta 3 y la avenida San Martín. ¿Ud. sí? En fin, nuestro castigado país sufrió y sufre de estos vaivenes y de la ausencia de equilibrio y sensatez de su dirigencia.
Por lo pronto, esta noche brindaremos con los mejores deseos para nuestras familias y país, que, a pesar de todo, es el nuestro y el que elegimos todos los días para vivir, trabajar y perseguir nuestros deseos personales y comunitarios. Eso solo, es motivo de reunión y de festejo.
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