Fanny Skou de Guisasola falleció a los 92 años de edad, lo que implica la partida física de una muy apreciada vecina e integrante de la colectividad danesa.
Su vida fue una expresión de la sensibilidad que le generaba el arte, el conocimiento y puntualmente los jardines. Contó, años atrás en una entrevista que le realizó Diego Jiménez en el programa “Historias de Campo” (para La Voz del Pueblo digital), que en un viaje con su hijo Ignacio caminaron “kilómetros y kilómetros” para observar jardines de Londres, que tanto le gustaban.
Estudió en el Colegio Argentino Danés, durante poco tiempo residió luego en Tandil (aprendió inglés, piano y amplió sus saberes de costura), tras lo cual se radicó durante un año y medio en Dinamarca. Allí vivió una experiencia educativa muy rica, en una institución que le dejó grandes recuerdos; además cuidaba chicos en una casa de familia y daba clases particulares de castellano.
De regreso en el país, se formó en enfermería en Buenos Aires y en la etapa siguiente, en nuestra ciudad, se desempeñó durante tres años en el Centro Materno Infantil, lo que definió como “la felicidad”.
Fue una lectora entusiasta desde chica, donde iba destinaba tiempo a leer, en su casa, en el campo cercano a Reta de los abuelos maternos y en distintos lugares. Sentía curiosidad, ganas de aprender.
Se casó en 1957 con Alberto Guisasola, quien vivió hasta los 98 años de edad. Formaron una familia, tuvieron dos hijos, Ignacio y Gabriel, ya fallecido; nietos; más todos los seres queridos y allegados que habitualmente estuvieron junto a ellos.
Se dedicaron a la actividad agropecuaria en el establecimiento La Juanita y las tierras que sumaron para trabajar, junto a la ruta 73. El propio Alberto plantó muchos árboles en el campo, compartían el interés por la naturaleza.
También Fanny fue una activa integrante de la colectividad danesa, especialmente en propuestas de carácter cultural. En muchas ocasiones, cuando todavía se realizaban los Ocho Días del Colegio Argentino Danés, visitó nuestra redacción para difundir las actividades. Dejaba la información escrita a mano en una hoja, con una prolijidad y claridad notorias.
En octubre de 1979, fue designada cónsul de Dinamarca en Tres Arroyos, tarea en la que representó a inmigrantes y descendientes de muy buena manera.
Fanny abrió alguna vez a este diario la puerta de la casa familiar, en calle Istilart, y del establecimiento La Juanita, para el programa “Historias de Campo”. Era amable y generosa. Un reflejo de su visión humanística, que la llevó a estar comprometida con su comunidad.
