Las tareas en la cocina centralizada, ubicada en el edificio de la Escuela 1, se inician a las 6.30 de la mañana. Con mucho amor, se preparan alimentos que luego son llevados a comedores escolares. La Voz del Pueblo visitó el lugar y conversó con quienes allí ponen cada día manos a la obra. Para destacar y reconocer, en el marco del Día del Trabajador
Por Alejandro Vis
Fotos de Agostina Alonso



En la cocina centralizada, el equipo de trabajo se desempeña de manera coordinada desde muy temprano, a partir de las 6.30 horas. La misión cotidiana es preparar el almuerzo que reciben centenares de alumnos, en comedores de escuelas que no cuentan con cocina propia.
En la jornada de ayer, cuando se produjo la visita de este diario, la elaboración estuvo destinada a 369 chicos y adolescentes de nuestra ciudad. Es una parte de quienes almuerzan en los comedores escolares, que son aproximadamente 2200 si se incluyen a todos los establecimientos escolares del distrito. Es que se está realizando un proceso de descentralización, para que más escuelas puedan cocinar en su propia sede.
Este jueves 1º de mayo se celebra el Día del Trabajador y la tarea que desarrollan es un muy buen ejemplo de esfuerzo, apoyo mutuo y especialmente -como mencionó una de las cocineras- amor.
Responsabilidad
Silvina Llanos y Mariela Díaz, integrantes del personal, explicaron que “la comida tiene que estar lista antes del mediodía, para que sea llevada con tiempo a las escuelas”. También participaron de la entrevista los consejeros escolares Cristian Lagrecca y Sol Urquiaga.
Al describir la distribución, señalaron que “para algunos establecimientos, el repartidor -el servicio está tercerizado- sale a las 11, hay termos especiales para que la comida se mantenga caliente, no pierde calidad”.
El número de cupos que se cubren desde la cocina centralizada ha ido disminuyendo en forma gradual, si bien sigue siendo de magnitud. “La idea de la Provincia es descentralizar, siempre es mejor que se cocine en la escuela que se consume -indicó Silvina-. Servirlo en el momento, recién preparado, es lo ideal”.
Las sedes escolares de las localidades cuentan con sus propias cocinas. “En Orense sucede hace muchos años, luego se logró también en Claromecó, Reta y en otros lugares”, puntualizó.
Las ollas, las cocinas, mesadas, todo el espacio se encuentra impecable. “El grupo cocina y limpia. Están las cocineras y las ayudantes de cocina, figura que si bien ya no se utiliza en la Provincia, en este caso se decidió mantener por un tema de organización”, argumentó Silvina.
Es fundamental “mantener la higiene, para que no haya contaminación”. Sol Urquiaga agregó que “usan un paquete entero de virulana por día. Dejan todo de la mejor manera”.
Once personas llevan a cabo las distintas funciones. La cantidad “está reglamentada, de acuerdo a los cupos por cubrir en comedores hay un determinado número de cocineros y ayudantes de cocina”.
En su testimonio, Silvina subrayó una palabra: “responsabilidad”. Y relató que “hace muchísimos años hubo una tanda de fideos que salieron mal, porque la calidad no era buena en ese momento. Llamamos al Consejo Escolar para decirle que no se podía enviar ese fideo a los comedores, la consejera que era por entonces presidenta me preguntó ‘¿vos le darías de comer eso a tu hija?’. Mi respuesta fue que de ninguna manera, ni al perro. Entonces hicimos otra cosa. Uno lo tiene que pensar desde ese lado, como si le estuvieras cocinando a tu hijo”.
El menú es variado, “el Consejo Escolar lo informa en la cocina, está organizado también desde la Provincia. No se elige al azar, está supervisado por nutricionistas. Tiene reunir determinadas condiciones para que sea lo más nutritivo posible”.
Con experiencia
Silvina contó que “ingresé hace 22 años, Mariela se sumó antes que yo. Desde que entré, nunca me quise ir”. Dejó en claro que “por las cantidades que se manejan, si no se trabaja en equipo es imposible. Cuando comencé se cocinaba para 1300 chicos, ahora para 369 nos parece poco, pero en realidad es mucho. Lo que sucede es que estamos acostumbrados. La cocina te tiene que gustar, es un muy lindo lugar, por lo menos para mí”.
Luego de escuchar atentamente, Mariela expresó que “lo hacemos con amor”. Sobre este aspecto, Cristian Lagrecca valoró que “la comida es para nenes desde 2 años hasta adolescentes. La labor que realizan requiere ponerse en la edad de ese chico que está comiendo, con los recursos que hay siempre buscan la forma de encontrar soluciones”.
El consejero escolar reflexionó que “podrían decir cumplo con lo mío, si te gusta bien y si no el problema es de otro, responsabilizo al Consejo Escolar, a la Provincia. Ellos, en cambio, piensan en la manera de resolver”. Mariela volvió a intervenir, para plantear que se trata de “no poner palos en la rueda”.
Sol Urquiaga puso de manifiesto que “saben cómo tiene que ir la olla para que alcance, que la porción sea justa. A veces los presupuestos no son suficientes. Nutricionalmente incluye todo lo que se necesita, pero además es bueno garantizar ciertas cantidades en la olla para que nadie se quede con hambre”.
En este marco, Silvina señaló que “al grupo cuando se le ha pedido una colaboración, estuvo dispuesto. En una escuela faltó un cocinero o tuvo licencia, entonces se preparó en la cocina centralizada para que no falte el almuerzo en ese comedor”. Sol añadió que “un domingo a las diez de la noche, porque había personal con licencia, les preguntamos si podían cocinar el lunes para los chicos de una escuela y no hubo ningún problema”:
Del mismo modo, Cristian Lagrecca dijo que “cuando hay cuestiones edilicias o de infraestructura, trabajamos mucho en conjunto. Me escriben y tratamos que todo esté en condiciones para la labor diaria. Si hay una ventana rota, un mechero que funciona mal, una canilla que pierde, dan aviso de inmediato. Es un engranaje”.
En su análisis, anticipó que “en los próximos días, habrá un nuevo comedor en una escuela y se le va a proveer el almuerzo desde la cocina centralizada. Gabi (por Gabriela García, presidenta del Consejo Escolar), Sol y yo hemos realizado recorridas, vemos cada escuela. Hay que escuchar, acompañar y detectar lo que se debe resolver”.
Con énfasis, Sol Urquiaga expresó que “te sorprenden todos los días cuando venís y ves como elaboran todo, no se superponen”. Se percibe un conocimiento del oficio porque “a la comida no le falta sal, está bien condimentada”. Cristian Lagrecca contó que “mi hijo va a una de las escuelas a las que llega la comida y me dice ‘Pa, ¡no sabés lo rica que estaba!’. Me llena de orgullo, es pura y exclusivamente por el trabajo que se concreta en la cocina centralizada”.
Para que la comida cumpla con los requerimientos, “hay que tener en cuenta un montón de cosas -observó Silvina-. Con los consejeros escolares hablamos sobre las calidades, no es un capricho que queramos determinado producto. Al elaborarse en cantidad, debe poseer ciertas características”.
Un año
María José Hernández cumplió un año de trabajo el último lunes. “Cuando entré y vi tanta gente me dio un poco de miedo, nunca había tenido varios compañeros en una actividad. Pero me encantó, vengo re contenta”, indicó.
Mostró su agradecimiento con los cocineros y ayudantes porque “ellos te guían. Estoy colaborando en la preparación, después lavamos las ollas, limpiamos todo. Las ollas tienen que brillar”.
En una conversación sobre la trascendencia de contribuir en la preparación del almuerzo para tantos alumnos, mencionó que “a veces no tomamos dimensión, porque forma parte de lo que hacemos todos los días. Pero todo se realiza con mucho cuidado y atención”.
Finalmente, hizo referencia a cómo es la jornada. “Se trabaja un montón, a las 6.30 estamos con todo, después hay una pausa de unos minutos y retomamos. Una vez que la comida fue cargada para llevar a los comedores, hay que dejar los elementos y el lugar bien limpios”, concluyó.
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El equipo
En la cocina centralizada cocinan, ayudan en la preparación o limpian once personas. Ellos son Claudia De la Vega, Susana Poggiese, Mariela Díaz, Andrea Lozano, Pablo Arias, Carolina Peña, Mónica Molina, Silvina Llanos, Lorena Jensen, Mariela Perilo y María José Hernández.
Llegan muy temprano a cumplir sus roles y a su vez, dar una mano a los compañeros cuando hace falta. En la visita realizada en la mañana de ayer, se pudo observar mucha organización en las actividades y una actitud de cariño en la preparación de alimentos para alumnos de la ciudad.
Algunos integrantes tienen más de dos décadas en esta función, otros han ido ingresando en etapas posteriores como parte de una renovación. Es un lugar sensible, donde se desarrolla un trabajo de gran valor.



