El fenómeno Pomo
Por Fuchi Bayúgar (*)
Se fue un grande. Sí, frase trillada pero cierta. Pomo fue un dibujante dotado, sin dudas, porque era de esas pocas personas a las que el dibujo se le daba fácilmente.
Nos conocimos en la escuela de Dany Duel hace más de treinta años. A todos nos sorprendía la ductilidad con que resolvía cada ilustración, sus líneas de lápices tan sueltas pero firmes, sus entintados con enorme cantidad de detalles. En ese tiempo descubrió el arte de la caricatura, aún recuerdo ese John Lennon expuesto en la pared de la escuela por muchísimo tiempo. Hombre de pocas palabras, bondadoso y respetuoso, con el que compartí, además de esos años de aprendizaje, innumerables charlas en su estudio ubicado en la Galería Tres Arroyos. Hablábamos un poco de todo pero siempre concluíamos en temas relacionados con el dibujo, libros, autores, porque era (es) nuestra pasión. Tuve el honor de regalarle un aerógrafo para que incursionara con esa técnica ya que hasta ese momento utilizaba una especie de cerbatana, de la cual soplaba la tinta para lograr ese efecto en sus dibujos. Un capo! Un verdadero artista no necesita de costosos materiales para llevar adelante su arte y con Pomo pude comprobarlo: lápices pequeños usados hasta el extremo, pinceles baratos y desplumados, pedacitos de pastel tiza, todo servía para hacer ilustraciones y caricaturas que parecían cobrar vida con los volúmenes y brillos que solo él sabía colocar. También supo incursionar en la historieta, con excelentes resultados, ganando un premio en la Bienal de Mar del Plata en 1995, trabajando a dúo con Pablo “Pollo” Orfanó.
Luego de su mudanza a Mar del Plata, nos vimos esporádicamente, pero cada encuentro era hablar sobre los mismos tópicos, preferentemente de dibujo, historieta, autores.
Nos vimos por última vez en la peatonal de Mar del Plata, frente a la fuente, como tantas otras veces, él armando su atril para comenzar a esperar a sus clientes caricaturizables. De eso ya fue hace un tiempo largo, dos años tal vez. Luego llegó la noticia de su estado de salud en Italia y la desesperante repatriación, que finalmente se realizó en forma exitosa. Me hubiera gustado verlo y charlar al menos una vez más. Hoy, esté donde esté, seguramente se encuentre armando ese atril, dibujando sólo por el placer de dibujar, como lo hizo siempre.
Entre los pendientes me queda el pedido para que hiciera mi caricatura, lo haremos en otra ocasión, cuando nos reencontremos para retomar nuestras largas conversaciones.
(*) Dibujante amigo
Otro saludo especial
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