Querido Berna: falleció el autor de páginas únicas del diario y el periodismo local
Autodidacta, humilde. Apasionado por la cultura, un entusiasta lector. Angel Jorge Bernasconi falleció este miércoles a los 94 años de edad. Honró al periodismo, jerarquizó el oficio durante décadas en este diario y también en la etapa inicial de LU24
Por Alejandro Vis
Berna falleció este miércoles a los 94 años y dejó escritas páginas enormes del periodismo local. Así le decíamos a Angel Jorge Bernasconi, con el cariño que supo merecer con su carácter amable y generoso.
Si bien ya no está físicamente, es un emblema de La Voz del Pueblo. Siempre lo será. También fue protagonista del nacimiento y los primeros años de vida de LU24 Radio Tres Arroyos.
En noviembre de 2012, se redactó una crónica sobre su trayectoria en circunstancias en que el grupo Comas le entregó el Premio Platino y LU24 le otorgó la distinción Agua Clara. Desde 1998, el archivo del diario lleva su nombre. Asimismo, Rotary Club Tres Arroyos Libertad le entregó una plaqueta, entre otros galardones.
A partir de las mencionadas líneas, es oportuno compartir esta semblanza, para despedir con mucho afecto al gran Berna.
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Tenía 23 años y había regresado del servicio militar que cumplió en la Marina, en la Base Naval Puerto Belgrano, cuando leyó un aviso que indicaba que La Voz del Pueblo buscaba un “empleado con conocimientos gramaticales”.
No dudó en sumarse a los aspirantes. Era un lector entusiasta e inquieto seguidor de las informaciones que por entonces llegaban a través de la prensa gráfica -con este diario y La Hora como exponentes locales- o las radios nacionales. Fue convocado y estuvo a la altura de las expectativas para cubrir la vacante. Ingresó el 12 de agosto de 1953 y permaneció en forma ininterrumpida en la redacción hasta el 31 de mayo de 1998.
Estuvo dos años en corrección y luego hizo “casi de todo”, como recordó en más de una oportunidad.
Lo único que lo separó del ejercicio del periodismo durante poco más de un año fue la tuberculosis, enfermedad que contrajo en diciembre de 1958. El médico le sugirió que no trabajara de noche y dejó por un tiempo telegramas, como se llama habitualmente a la sección en la que se recibe y edita material proveniente de las agencias de noticias. Se desempeñó por esta razón en sociales, policiales, regionales e incluso cubrió algunos partidos de básquet, para dar una mano cuando en deportes estaban “pobres” de cronistas, Pero volvió a telegramas, su lugar en el diario.
Entre muchas otras anécdotas, relató que en aquellos años los datos de mercado -como valores de las monedas, acciones y otros indicadores- se tomaban en horas del mediodía de radio Porteña, que luego cambió su nombre por Continental.
En tiempos en que no se estudiaba comunicación social y tampoco existían las tecnicaturas en periodismo, tomó lo mejor de la “universidad de la calle”, luego de finalizar los estudios primarios en la Escuela 15. Y lo aplicó en un oficio que nunca abandonó del todo, que resurgió cuando redactaba algunas líneas o al leer las ediciones que todas las madrugadas llegan a manos de los lectores.
Fue protagonista en el nacimiento de LU24 Radio Tres Arroyos. Formó parte de la primera transmisión el 4 de octubre de 1969, que tuvo al llanto de un bebé como símbolo de la vida que se ponía en marcha. Se trató de un día de fiesta que culminó con una cena en Huracán y el acontecimiento contó -entre otras presencias- con la participación del intendente Oriente Blas Calabrese.
Allí integró el equipo periodístico y su voz estuvo entre las voces de los boletines y del panorama informativo hasta 1976.
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Hijo de italianos. Supo conocer en la infancia los rincones del Barrio Residencial, debido a que su familia alquiló una casa en calle Beruti y luego en Sebastián Costa (cuando se llamaba Piedras). Tras el casamiento con su compañera Hilda, se mudaron al barrio Torre Tanque. Desde hace muchos años, era vecino del sector de la Escuela 18.
Coincidir en un encuentro constituía una invitación a una charla sin tiempo. Describía las calles de tierra que recorría de chico, con pantalones cortos; las construcciones que le iban ganando espacio a los baldíos; los oficios prósperos en aquellos años, cuando era común encontrar a los mercachifles o abundaban los sastres y los zapateros. En algún momento, de manera inevitable, hablaba de periodismo ¿Cómo no hacerlo?
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En noviembre de 2012, cuando recibió premios y galardones, sonriente observó que “esto ya es demasiado”. Fue con los suyos, agradeció como siempre porque pudo hacer como periodista lo que le gustaba y no ocultó su sorpresa -auténtica y honesta- por haber sido elegido.
Claro que no era demasiado, sino absolutamente merecido. Los reconocimientos a Angel Jorge Bernasconi fueron mucho más que la valoración a una forma de desarrollar el trabajo. Excedieron además la trayectoria. Le puso contenido a los años, cualidades humanas que sostuvo en el diario simplemente porque las practicó en su vida.
La despedida es con una crónica y un sentimiento de mucha gratitud. Dejó una huella especial y única.