“En todas las familias hay alguien que consume”
La licenciada Daiana Tenaglia dirige el área de Salud Mental del Hospital Pirovano. En una semana donde la droga ocupó un espacio importante en la actualidad de Tres Arroyos, aceptó referirse al impacto del consumo en nuestro distrito, la manera de tratarlo y la necesidad de disponer de un área de internación, que hoy no existe, para ese tipo de pacientes
Por Enrique Mendiberri
El desbaratamiento de una banda (otra más) dedicada al narcomenudeo en Tres Arroyos volvió a ratificar la existencia de un aumento cada vez más grande en la demanda.
Pero ¿qué pasa con los consumidores cuando la droga los deja sin capacidad de razonar por si mismos su propia situación de salud?
El área de Salud Mental del Hospital Pirovano es el primer destino que tienen por igual casos judicializados como particulares que deciden pedir auxilio o personas que buscan una ayuda para familiares con consumos problemáticos.
LA VOZ DEL PUEBLO dialogó sobre esta situación con la licenciada Daiana Tenaglia, desde 2019 encargada de esa área del nosocomio tresarroyense, donde a su vez se desempeña profesionalmente desde 2014.
“La cuestión de consumo problemático va cobrando cada vez más relevancia. Cada vez tenemos mayor cantidad de casos, con gente más joven, aunque atraviesa a todas las edades y niveles socioeconómicos. Es una cuestión de salud pública que atraviesa, no solo a Tres Arroyos, sino a nivel mundial”, dice en el inicio de una charla sin privaciones ni límites acerca de un tema difícil de solucionar y resolver en la práctica.
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LVP: ¿Cómo es el tratamiento que enfrenta el paciente que llega al área de Salud Mental por problemas de drogas?
Daiana Tenaglia: “Recepcionamos pacientes agudos, y en lo primero que trabajamos es en el proceso de desintoxicación. Mantenemos su cuerpo estable, mientras está suprimido de la sustancia en los primeros días. Después, trabajamos en la posibilidad de que tomen conciencia de que no lo pueden controlar. Tal vez lo más difícil, porque casi todos piensan que pueden controlarlo, que es un lugar en el que están porque quieren y, la verdad, es que no es así. Hay que problematizarlo para poder salir, porque si yo pienso que algo no es un problema, no voy a tratarlo. Así, el paciente va a poder entender que necesita o hacer un tratamiento farmacológico, o ir a un psicólogo o a una comunidad terapéutica. En base a la permeabilidad que tenga el paciente, nosotros armamos una red para decir si podemos sostenerlo a partir del tratamiento ambulatorio o no, porque necesita una comunidad terapéutica donde estar varios meses trabajando en un lugar donde esté todo dispuesto para trabajar la adicción. Todo coordinado con el paciente y su familia, porque la familia cumple un rol fundamental en cómo vamos a abordar el caso”
LVP: ¿Cómo es el tratamiento cuando se necesita de la familia para tratar al paciente?
DT: “Es fundamental la comunicación entre los profesionales y la familia. Generalmente, luego de un tratamiento ambulatorio, lo primero que recupera el paciente es la posibilidad de pensar, algo que no pueden hacer cuando están en esos consumos maratónicos. Cuando pueden tomar un poco de conciencia sobre la situación que atravesaron, muchas veces tenemos entrevistas con la familia y ellos, para que se hablen esas situaciones que se sucedieron, para que se asuman compromisos, para que se puedan escuchar, porque estaba cada uno en lo suyo y no podía ver lo que pasaba. Entonces, a partir de la capacidad que tiene la familia para escuchar, acompañar y entender, decidimos si contamos con ellos para armarle algo al paciente o no”
LVP: ¿Cuántas de esas familias que vienen por ayuda se encuentran con el problema acá o lo conocían de antemano?
DT: “En general las familias saben que hay un problema de consumo, pero lo que no saben es la dimensión que tiene. Saben porque encuentran rastros, evidencias o indicios de consumo, pero lo que no saben es la importancia que tiene ese tema en la vida de su hijo. Quizá, acá lo que se enteran es la gravedad de lo que tiene. Si los consumos eran otros o las consecuencias de ese consumo”
LVP: ¿Qué pasa cuando ese consumo exige una internación en una comunidad terapéutica?
DT: “En general nosotros contamos con gente que tiene obra social y gente que no. Los que tienen, usan ese recurso y buscamos alguna institución que trabaje con esa obra social y hacemos el traslado. Generalmente es en otras ciudades como Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata o Bahía Blanca, porque acá no tenés un Centro de Día, lugares que trabajen con adictos específicamente. La verdad es que nos faltan esos recursos. Y, sino, cuando no tienen obra social, a través de lo que es el CCA (Centro Comunitario de Salud Metal y Consumos Problemáticos), se tramita una beca (no es gratuito) a nivel provincial y, a partir de eso, se hace el traslado”.
LVP: ¿Cómo es la gestión de la beca?
DT: “La beca es el cupo que consigue la Provincia para que el paciente pueda hacer el tratamiento en una unidad terapéutica. La Provincia se hace cargo de los gastos”.
La licenciada Daiana Tenaglia comenzó su desarrollo profesional como residente en Mar del Plata, donde trabajó durante cuatro años, hizo uso de una beca de formación.
LVP: ¿Era muy grande el contraste de esa ciudad con respecto a Tres Arroyos?
DT: “En Mar del Plata veíamos que el tema era cada vez más complejo, porque trabajamos con pacientes graves, en estado de mucho desorden o de mucha fragilidad. Los cuadros son difíciles, los contextos son complicados, pacientes con consumos complicados y sin lugar donde vivir, recibían el tratamiento que necesitan, con carencias de todo tipo”
LVP: ¿Cómo se da ese fenómeno en Tres Arroyos?
DT: “Se ha visto un movimiento de menos complejidad a mayor complejidad. Si nosotros vamos a qué es lo que más se consume, el alcohol marcha primero. Lo dice la OMS a nivel mundial, la marihuana en cantidad es lo que más se usa. Pero si vamos a las más adictivas, la cocaína es una de ellas y la modalidad de fumarla”
LVP: ¿Por qué es más adictiva la cocaína si se la fuma?
DT: “Porque tiene otros componentes que la hacen más nociva también. Por ejemplo, le ponen virulana, algo antinatural para el organismo y no apto para el consumo en ninguna de sus formas. Genera un tiempo de reacción de la sustancia más rápido, menos sostenido en el tiempo que, cuando cae el efecto, hace que se necesite más sustancia. Con una depresión posterior más profunda y rápida, que hace que se note el efecto cuando se va. Entonces la persona vuelve a consumir. Lo que antes le duraba un día, ahora le dura un rato. Consume más, de una manera más tóxica, al punto de modificar su comportamiento porque no les importa lo que tienen que hacer para conseguirla”.
LVP: A la luz de nuestra realidad ¿Sería beneficioso entonces para Tres Arroyos tener una granja o un centro de esas características?
DT: “Lo necesitamos. En Tres Arroyos tenemos profesionales y gente muy capaz para armar un equipo, pero se necesita también una decisión política para poder armarlo, ya que es necesario. Vamos a necesitar nuevos dispositivos, nuevas formas de trabajo, más personal profesionales, porque es una problemática a la que vamos a tener que ir dándole respuesta cada vez más frecuentemente”.
LVP: ¿Por qué el consumo de drogas es un tema tabú?
DT: “Considero que es un tema tabú porque es mucho más usual de lo que uno considera. Entonces, obviamente está y habita en las altas esferas, en el ámbito profesional y en todos los ámbitos de la sociedad. Cuando hay un tema que atraviesa a mucha gente, es muy difícil tratarlo. Porque hay una resistencia natural a ‘problematizar’ eso que también me atraviesa. En todas las familias hay alguien que consume. No creo que haya una familia en la que no haya un integrante de cualquier sector social que uno transite, que lo vive”
LVP: ¿Por qué se droga la gente?
DT: “Hay algo de malestar que se canaliza en el consumo. Existió desde las comunidades primitivas, donde existían las sustancias que anestesian de alguna forma. No es algo sólo de esta época. El ser humano inevitablemente va a transitar angustias, dolores, malestares, sensaciones desagradables. Entonces, mucho de eso se canaliza en ‘tomo algo que me relaje, que me haga sentir bien, que me saque el malestar de encima’. Esa es un poco la función que vienen a cumplir”
LVP: ¿Hay muchas recaídas?
DT: “Si, es una de las patologías más difíciles de cambiar. Son pocos los que logran salir de la situación de consumo, por eso cambió tanto la forma de abordar el tema. Ya no se espera la abstinencia, como antes. Sino que se trabaja con minimizar los riesgos del consumo y abordarlo minimizando los daños que produce. Es una lógica donde, no esperamos que el paciente deje de consumir, sino que lo haga con los menos riesgos y daños posibles. Los riesgos son: endeudarse, quedarse sin familia, agotar todos los recursos simbólicos, afectivos, meterse en problemas con la ley, todos los daños colaterales que produce el consumo”.
LVP: Por ejemplo, que la familia acepte que un miembro consume…
DT: “Si, o que lo hace de manera cuidada”
LVP: ¿Cuánto influye la prohibición en la estimulación al consumo?
DT: “En muchos casos influye. La identificación con todo ese mundo oscuro, prohibido, transgresor, sostiene a que el paciente esté de ese lado. Como si una vez que pase esa línea divisoria se sostenga en ese lugar. Hay algo de eso también en relación a procesos identificatorios. No es solo una sustancia, es toda una situación la que lleva al consumo. Si fuera sólo una sustancia, cuando uno priva a la persona de ella, debería volver todo a la normalidad. Sin embargo, hay cuestiones psicológicas e identificatorias que generen un circuito que no lleve a la persona nuevamente hacia el mismo lugar”.