Encarnó con un poco de suerte
La Voz del Pueblo repasó con el necochense Agustín Villamonte la inolvidable experiencia de haber ganado una Hilux 0km, sin haber llegado a la ganchera de las 24 Horas de la Corvina Negra. En una entrevista contó los detalles de los días previos al concurso y todo lo que pasó en una edición que le “cambió” la vida
Por Fernando Catalano
Agustín Villamonte tiene 25 años de edad y es un pescador de Necochea que nunca olvidará su participación en la edición 2024 de las 24 Horas de la Corvina Negra, el histórico concurso de pesca que se realiza anualmente en las costas del distrito de Tres Arroyos y que es organizado por el Club Cazadores.
Con su juventud es consciente de cómo la suerte puede tocar la puerta de cualquiera, pero nunca imaginó que él pudiera ser el destinatario de ese toque de gracia al participar por primera vez del certamen.
En una charla con La Voz del Pueblo para recordar cómo fue aquel fin de semana, pudo describir cómo lo que comenzó con una serie de contratiempos terminó convirtiéndose en una experiencia que –reconoce- le “cambió” la vida.
Todo empezó unos días antes del concurso cuando su esposa Luz dio a luz a su hija Alai. Con apenas cuatro días de vida de la pequeña, Franco dudaba en participar. Sin embargo el apoyo de su familia fue crucial.
Mientras en su cabeza desataba ese nudo moral y sentimental, su abuela Angélica y sus padres Germán y Karina le regalaron la inscripción, animándolo a participar apoyados en la creencia que afirma que “los bebés nacen con el pan bajo el brazo”.
Fue entonces que el viernes previo al concurso, Agustín y su amigo Tati Gómez viajaron hacia la cancha de pesca con la ilusión intacta. Pero los contratiempos no tardaron en aparecer: a poco de salir, un paquete de yerba que intentaban abrir para preparar unos mates explotó dentro de la camioneta.
Luego Franco se dio cuenta de que se había olvidado el cargador de su celular en el trabajo y a la pasada compró uno nuevo que no funcionó. “Muerto el celular desde el viernes a la noche”, dijo Agustín que de ese modo perdía contacto también con su mujer y su hija.
Ya en el lugar de pesca, cerca del Tercer Salto, la mala suerte continuó. A la hora de iniciado el concurso, la plomada de un pescador vecino impactó accidentalmente contra su caña. “La reventó”, recordó.
Era una Tuna B1 que había comprado hacía dos semanas con mucho esfuerzo y que sólo había usado dos veces. Recordó que hizo “mil malabares” para poder tenerla.
La caña se partió y sumado al resto de las circunstancias se desmoralizó. Sin embargo como fueron preparados tenía una de repuesto para seguir intentando durante las 23 horas restantes de concurso, además de contar con el apoyo moral de su compañero -y de su familia- con la que se comunicaba por el teléfono de Tati.
A partir de allí el certamen transcurrió sin mayores novedades para Agustín, hasta que terminó sin ninguna pieza suya que peleara en la ganchera. Y con el celular sin batería volvía a Necochea ese domingo, convencido que había sido un fin de semana para el olvido.
Le pesaba que no haya valido el esfuerzo de haber dejado a Luz con su hija recién nacida. Pero con el apoyo moral de su pareja había podido intentarlo, igual que el apoyo económico que recibió de parte de su familia que le regaló la inscripción.
“Siempre la familia es lo que te ayuda”, dijo tanto por lo económico como por la actitud de la mamá de su hija, de haberle permitido intentarlo. “Era entendible”, dijo en referencia a si le pedía que se quedara con ella y la bebé.
Pero fue en el camino de vuelta cuando la historia dio un giro inesperado. Al llegar cerca de Necochea agarraron señal y el celular de Tati comenzó a sonar insistentemente. Amigos y conocidos los llamaban con una noticia que no terminaban de creer, y hasta les hacían señas en la ruta. Agustín había ganado una camioneta en el sorteo de la inscripción general del concurso.
Incrédulos y pensando ya en “la Rubia de San Cayetano” intentaron confirmar la noticia. Llamaron a un organizador del evento pero no lograron comunicarse. Finalmente al contactar con otro número de la organización les confirmaron lo que muchos les venían anticipando en el camino de vuelta: “Ganó la Hilux!” (…lágrimas y saltos de alegría en plena ruta…).
El ‘Villa’ había ganado una de las camionetas sorteadas entre los participantes. La emoción era indescriptible. Justo en momentos en los que no tenía estabilidad laboral y pasando por dificultades económicas, recibió un inesperado golpe de suerte.
El premio
“Me cambió la vida”, confesó en la entrevista con este diario. La camioneta representaba no solo un premio material, sino la posibilidad de tener su propia ‘chata’ para asistir a futuros concursos de pesca, su gran pasión.
“Tenía un jeep, me había quedado sin trabajo, lo había tenido que vender, hacía changas; qué pescador no quiere tener su camioneta para no depender de nadie y decir ‘mañana me voy a pescar’”, dijo en tono de pregunta.
Pero Agustín tuvo que vender la camioneta del premio porque no podía mantenerla. Aunque igualmente pudo comprarse otra. “No sé en qué trabajo -hoy en día- me podría comprar la camioneta que tengo”, confesó mientras revivió esos recuerdos en una charla con este diario.
En este caso sin pesca, pero sí concursando, la experiencia resalta el espíritu del concurso de las 24 Horas de la Corvina Negra, donde no solo cuenta la habilidad para pescar, sino también la suerte y la perseverancia.
Como dijo Agustín, “cuando es para uno, es para uno”, mientras recordó que le tocó ver a pescadores ganar “agarrando corvinas más grandes tirando atrás de los pies nuestros”, cuando él hasta cruzó canales con el agua hasta el cuello para buscar distancia.
Hoy, casi un año después de aquella experiencia se prepara para participar nuevamente en el concurso.
Con la inscripción ya asegurada y que llegó con el auspicio de su familia nuevamente para el árbol de Navidad, espera volver a concursar. Pero en esta oportunidad llegará en su camioneta.
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