Falleció Víctor Dubovik, ex delegado y comerciante de Claromecó
Este sábado 3 de mayo se produjo el fallecimiento de Víctor Gabriel Dubovik, comerciante de Claromecó con una amplia trayectoria y ex delegado.
Llegó a la localidad cuando era chico y estudió en la Escuela Agrícola, lugar donde residió. Luego se incorporó a la entidad pero como empleado del Vivero Dunícola.
Era fanático de la pesca y uno de los grandes recuerdos que solía compartir es cuando capturó solo la primera corvina negra, frente a los Nueve Chalets.
Para “ganarse la vida”, fue a trabajar con el ingeniero Gerardo Paolucci, quien era director de la Escuela Agrícola. Lo conocía de tiempos en que lo tuvo como profesor. Luego desarrolló actividades laborales con Paolucci en la Estación Forestal y con Gesell en Dunamar.
En una entrevista que le realizó este diario en 2020, señaló que “en realidad el Vivero Dunícola -como se lo llamaba- estaba en la Escuela Agrícola, ahí se hacían las plantas y se traían acá, eran las dunas. Se hacían miles y miles de plantas, imagínate que en la Estación Forestal se plantaron más de un millón”, reveló.
Tuvo tres comercios vinculados con las plantas y la forestación: Florinda Plantas, Vida Verde y Vivero El Molino, que sigue hasta la actualidad atendido por su esposa Cristina.
El golpe más duro, un desastre comercial, fue el incendio del negocio Víctor Sport, el 23 de enero de 1999 en la madrugada.
También se lo conoció como fotógrafo profesional porque tuvo una casa del rubro en un local de Claromecó, además de haber trabajado para La Voz del Pueblo.
Entre sus funciones como fotógrafo también estaba la de participar cada 1º de enero del censo de autos y personas que entraban a la localidad. “Varias veces fuimos de los que hacíamos ese trabajo”, contó.
Fue testigo y protagonista en muchos cambios, que alcanzaron a la localidad. En la mencionada conversación con este diario, destacó cómo desde el pueblo se luchó por las obras de agua corriente y el servicio de teléfono, a partir de gestiones privadas.
Tuvo la responsabilidad de ser delegado municipal, volcó sus conocimientos sobre su querido Claromecó en la función pública.
Su desaparición física implica el adiós a uno de los históricos vecinos de la localidad. Sentía el lugar, formaba parte de su identidad e intentó contribuir en su crecimiento en las distintas etapas de su vida.