Por Fernando Catalano
El tradicional negocio pudo instalarse en Miramar pero la historia quiso que sea en Tres Arroyos. Por estos días se celebran ocho décadas de un espacio que viste a toda la familia y que hace de la atención al cliente un culto por el respeto. En una entrevista con La Voz del Pueblo, ‘Coco’ Galilea, también contó cómo su hijo menor, Eugenio, se sumó para continuar el legado
La Casa del Pantalón es un emblema del comercio tresarroyense, que celebró el reciente 11 de junio nada menos que 80 años de vida comercial en la ciudad. Su propietario, Eugenio ‘Coco’ Galilea, rememoró este aniversario con afecto y orgullo en una entrevista con La Voz del Pueblo -mientras atendía a sus clientes- como no podía ser de otra manera.
Fundada en 1945 por su padre, Eugenio Galilea Caro, la tienda fue testigo y protagonista de la evolución de Tres Arroyos, manteniendo viva una filosofía de atención al cliente que trasciende generaciones.

Los cimientos
“Fue un 11 de junio de 1945”, dijo Coco al recordar que por entonces era un niño de apenas cuatro años de edad que correteaba por el local de Colón 447, la dirección original del establecimiento.
Su padre, Eugenio, llegó a Tres Arroyos desde La Dulce junto a un socio, después de haber descartado a Miramar para establecer el negocio que hace ocho décadas viste a toda la familia tresarroyense y de la zona.
Por entonces la visión inicial ya marcaba una diferencia. “Caro vende barato”, era el letrero que se lucía en la fachada, un lema de marketing puro para la época que reflejaba la intención de ofrecer precios accesibles.


El legado de Coco
La transición generacional se dio de manera abrupta pero natural para Coco. A los 20 años, mientras estudiaba en La Plata, el fallecimiento de su padre lo impulsó a asumir las riendas del negocio. Sin embargo su conexión con La Casa del Pantalón venía de mucho antes. “El sábado que no iba al colegio hacía los mandados y todo”, contó sobre los tiempos en los que siempre estuvo “metido en el negocio”.
Este vínculo que comenzó a construir muy temprano le permitió conocer el funcionamiento “de a poquito” y aprender el oficio, para sumar hoy 64 años de una admirable trayectoria personal en el local.
Humildad y cercanía
Uno de los pilares de La Casa del Pantalón, inculcado por Eugenio padre, es la atención al cliente con “humildad, sin presionar”. Coco mantiene esta premisa que considera fundamental. “Es muy feo entrar a un negocio y que nadie lo atienda”, afirmó al reflejar su convicción de que el cliente debe sentirse cómodo y bien recibido, más allá de la compra.
Esta filosofía se extiende al lema histórico del comercio y que Coco recordó mientras hablaba con el diario. “Sea gigante o enano, flaco o barrigón, encontrará su medida en La Casa del Pantalón”. Y no es solo un dicho; el compromiso con la diversidad de talles es una realidad.
“Acá tenemos personas que usan de talle de pantalón 70, por ejemplo, y los más chicos también”, destacó mientras subrayó el esfuerzo que siempre se hace desde el reconocido negocio por “abarcar todas las edades, todos los físicos”.
Incluso su costumbre de acompañar al cliente hasta la vereda, ofreciéndole algún producto, o simplemente para ponerse a su servicio, es un testimonio vivo de esta dedicación que los vecinos de la ciudad y de la zona conocen bien.





Anécdotas históricas
Los 80 años de trayectoria están repletos de momentos memorables. Coco compartió con simpatía la anécdota de un novio de otra ciudad que, a un día de su boda, perdió la cajita con los anillos en un traje que se había probado en la tienda. Afortunadamente los anillos fueron encontrados en otro traje, para alivio del desesperado cliente, al día siguiente, antes de casarse.
También recordó una época de efervescencia comercial donde el negocio permitía que sus clientes le paguen con los cheques que recibían de la paga en las empresas locales. “Veinte, treinta cheques a la tarde” de los viernes reflejaban un movimiento económico “fantástico”.
La Casa del Pantalón, igual que otros comercios de Tres Arroyos, también dependía del apoyo de la zona, incluyendo localidades como Chaves y San Cayetano, un aspecto que demuestra la importancia de la calidad y el stock con el que se trabaja para atraer al cliente.
Cambios y esperanza
Al evocar otros tiempos de años atrás, Coco no puede evitar extrañar “el movimiento comercial que había, esa facilidad” con la que la gente compraba sin dificultad. Reconoce que la economía de estos últimos tiempos cambió y hoy los gastos están “muy controlados”, en un aspecto de la economía que no solo impacta en su negocio sino en general.
Pero observa que pese a los tiempos difíciles que atravesaron, como la pandemia, siempre pudieron adaptarse, manteniendo la esperanza de que “la cosa cambie para el bien de todos”.
Mientras tanto, durante los días recientes en los que los clientes pasaron por el negocio buscando el regalo para el Día del Padre, resultaron ser una fuente de alegría para él y su equipo. “Son días en los que trabajamos cómodos, rápidos, ágiles y contentos de recibir a la gente”, expresó Coco.
Eugenio para el futuro
La fortaleza de La Casa del Pantalón radica también en su equipo, que Coco describe como una familia, con empleados que suman más de 40 años de servicio. Pero el futuro tiene un nombre: Eugenio, su hijo menor.
Contador público de profesión, se involucró en el negocio especialmente durante la pandemia, llevando las computadoras de la tienda a la casa de los Galilea cuando todo estaba cerrado.
“Le agarró el gustito, la mano a todo esto y ahora está con nosotros. Ya me hace toda la administración”, contó Coco con evidente satisfacción, a pesar de que nunca quiso que sus hijos siguieran sus pasos. Contó que Eugenio “juega en todos los puestos”, atendiendo al público y vendiendo ropa como su padre y su abuelo.
Finalmente para ‘Coco’, llegar a los 80 años de La Casa del Pantalón es un logro que representa “salud para seguir peleándola” y la gran satisfacción de ver que el legado familiar continuará.


