“No todo pasó en Malvinas”, dijo Gustavo Fernández. El presidente de Once Corazones de Indio Rico fue uno de los miles de soldados que sirvieron en la guerra desde el continente. Muchos de ellos contuvieron 15 intentos de ingresos de las fuerzas británicas. Esta parte de la historia pudimos conocerla a partir de un gesto solidario que tuvo con bahienses que sufrieron la inundación, y que le permitió abrirse para contarlo
Gustavo Fernández tiene una doble historia para contar. Por un lado, su experiencia como combatiente en el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS) durante la Guerra de Malvinas en 1982. Por otro, un reciente gesto solidario que lo conectó inesperadamente con su pasado.
Reconocido en la zona como presidente del club Once Corazones de Indio Rico, y un gran animador de la Fiesta del Cordero al Disco, Gustavo donó recientemente una campera para las víctimas de las inundaciones en Bahía Blanca.
Dentro del bolsillo colocó una carta contando la historia de esa prenda y su propia experiencia como receptor de ayuda durante el conflicto bélico, pero desde el sur del litoral marítimo patagónico, el lugar por donde abastecían a las fuerzas que estaban en las islas, pero donde también permanecían para cuidar al país ante un eventual ingreso británico.
“Recibir una carta genera una sensación muy particular, indescriptible, imposible de explicar. Una sensación de alegría, del abrazo contenedor, de un apoyo”, dijo Fernández al recordar cómo se sintió al recibir correspondencia en el frío sur argentino, lejos de su familia.
En ésta oportunidad el gesto fue de su parte hacia quien recibiese el abrigo, después de perder sus pertenencias en las recientes inundaciones. Y quien lo recibió lo hizo público en las redes sociales.
Fue en el contexto de ésta nota que La Voz del Pueblo pudo saber cómo fue la experiencia de Gustavo Fernández durante la guerra, y con ello también tomamos conocimiento de un reclamo que intenta visibilizar a quienes pelearon desde el continente. Algo que muchísimos argentinos ignoran.
El pedido es porque se les devuelva el reconocimiento como como veteranos de guerra. “Nosotros fuimos veteranos de guerra por estar dentro del TOAS, con todas las leyes que avalan al veterano de guerra desde el año 84 al 88”, explicó.
Sin embargo, en 1988, un decreto reglamentario modificó la definición de “veterano”, excluyendo a quienes, como Gustavo, sirvieron en el continente durante el conflicto.
“Pasaban las balas trazantes”
El dirigente indiorricense durante los días de guerra en 1982 estuvo destinado en el litoral marítimo patagónico, un área que formó parte del TOAS y que, según su testimonio, fue escenario de numerosos intentos de incursión por parte de las fuerzas británicas. “Hubo 20 intentos de los ingleses por llegar al continente, de los cuales 15 están documentados”, afirmó.
El ex combatiente describió operaciones como la “Mikado”, un intento británico de atacar las bases aéreas en Río Grande, y relató un episodio personal donde presenció un intercambio de fuego cerca de Puerto Santa Cruz. “Arriba nuestro pasaban las balas trazantes en una cantidad impresionante”, recordó.
Estos eventos, sostuvo, fueron sistemáticamente ocultados o minimizados en la historia oficial del conflicto. “No todo pasó en Malvinas”, insistió al señalar que de los aproximadamente 12.000 soldados argentinos involucrados en la guerra, menos de la mitad estuvo en las islas.
“Busco el honor”
“Yo no busco la pensión, yo busco el honor y que me devuelvan lo mío”, enfatizó Gustavo en alusión a su identificación como veterano de Malvinas. Se trata de un reconocimiento a su servicio y sacrificio, y de contar una parte de la historia que consideran fue injustamente silenciada.
El y otros veteranos del continente formaron una agrupación para luchar por su reconocimiento. Realizan anualmente la “Ruta TOAS”, un recorrido por los lugares donde estuvieron desplegados, relevando posiciones y bunkers que aún se conservan. También se dedican a “malvinizar”, visitando escuelas para contar su experiencia y la historia poco conocida de la defensa del continente durante el conflicto.
“Hay una historia riquísima, la mitad de la historia de la guerra que no está contada”, lamentó Gustavo.
Su testimonio revela un costado poco conocido de la Guerra de Malvinas, y plantea interrogantes sobre cómo se construyó la memoria colectiva de este conflicto en nuestro país.
Mientras tanto, el gesto solidario de Gustavo Fernández con su campera y su carta tuvo un efecto inesperado. No solo llegó a quienes necesitaban ayuda en Bahía Blanca, sino que también abrió una ventana para que más personas conozcan esta parte ‘barrida debajo de la alfombra’ de la historia argentina reciente.


