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La historia de Stella Maris Martínez es vocación pura

La entrega del premio a la Maestra Rural se realizó ayer en el Centro Cultural La Estacion. Stella se encuentra junto a Gabriela García, presidenta del Consejo Escolar; el intendente Pablo Garate; y Martín Rodríguez Blanco, director de Cultura, Educación y Derechos Humanos

El reconocimiento a la Maestra Rural 2025 quedó en manos de una mujer que ejerció la docencia en la Escuela 32 de La Sortija durante 5 años y luego en la 34 de Reta, donde además fue directora desde 1979 hasta su jubilación en 2004. “Desde chica siempre quise dar clases, es una bendición de vida poder hacer lo que te gusta”, dijo con emoción 

El reconocimiento a la Maestra Rural 2025 -en el marco de la 56° Fiesta Provincial del Trigo- fue para Stella Maris Martínez. Nacida en el paraje rural La Sortija, durante 5 años ejerció la docencia en la Escuela 32 como maestra de grado para luego pasar a la Escuela 34 de Reta, donde también ocupó el cargo de directora desde el 14 de mayo de 1979 hasta que se jubiló el 30 de noviembre de 2004. 

Se formó en el Colegio Nuestra Señora de Luján de Tres Arroyos, allí se recibió de maestra en 1965. Al vivir en La Sortija, no le quedó otra opción que internarse como pupila por 5 años en la mencionada institución para poder completar sus estudios superiores. Claro está que ese camino no fue nada fácil, algo que supo superar con mucha voluntad y amor propio para cumplir su sueño. Y vaya que si lo logró.

Una vez más este premio quedó en buenas manos, sin ninguna duda. Los motivos sobran, pero alcanza con decir que los dos establecimientos educativos eran muy pequeños con baja matrícula, donde por años emergió la enorme y cálida figura de esta maestra rural que entendió a la perfección lo que representa el término vocación.

En contacto con La Voz del Pueblo, Stella Maris Martínez recordó en primer lugar que cuando comenzó en Reta “también había poca gente permanente, cerca de 300 habitantes. Los alumnos eran 25 en total, de primero a séptimo. Había otra maestra junto conmigo, teníamos aulas integradas: una con 1º, 2º y 3º y la otra iba de 4º a 7. Es una bendición de vida poder hacer lo que te gusta porque desde chica siempre quise dar clases, practicaba en mi casa (risas)”.

Recordó con alegría la influencia que tuvo de parte de María Selva del Valle de Alonso -anterior directora de la Escuela 32 de La Sortija- quien la alentó a que siguiera estudiando. “Tuvo mucho que ver en que yo sea docente. Ni hablar de mis padres, que con sus pocos recursos, pudieron llevarme al Colegio Nuestra Señora de Luján para poder estudiar y hacer la carrera. Ellos tenían un pequeño almacén en la esquina de campo, a unos 2000 metros de La Sortija, justo en una curva. Hicieron un gran esfuerzo el cual se los agradezco”, agregó.

“Mi casita”

Al llegar a Reta, se instaló en la casa de la Escuela 34 porque eran varios kilómetros de distancia -respecto de La Sortija- como para tener que viajar todos los días. “De lunes a viernes estaba con mis dos hijos chicos, hasta que me jubilé y luego me pude hacer mi casita aquí mismo”, sostuvo.

Convencida del camino elegido, Martínez manifestó que “mi elección fue ser docente, me gustó desde niña. No fue un peso ser maestra rural, más bien todo lo contrario. Era ponerse el guardapolvo y olvidarse de todo el resto para estar enfrente de los chicos y de la comunidad”.

Tras valorar el acompañamiento que tuvo desde el minuto cero por parte de los vecinos, contó que “la institución fue creciendo a medida que se fueron necesitando más aulas, es decir, se trabajó con la cooperadora para crecer en infraestructura. La cooperadora realizó fiestas y eventos varios para recaudar fondos para hacer otra aula. Cuando se terminó, seguimos con un objetivo más: el Salón de Usos Múltiples. La gente colaboró muchísimo”.

Además, fue una pieza clave en la construcción de la biblioteca Un Mundo de Libros. “En la escuela surgió la necesidad de contar con un espacio de esas características, por eso reuní a vecinos que se dedicaban a la lectura para formar una comisión y poner manos a la obra. Así nació la biblioteca, primero dentro del establecimiento y luego en la sede donde funciona actualmente”, subrayó con tono de satisfacción.

Explicó que su familia está compuesta por sus dos hijos (Marcelo y Pablo), quienes trabajan en el rubro de electricidad. “El más chico está en Reta y el otro en Tres Arroyos. Mi marido falleció en 1984, quedé viuda joven. Siempre aposté al trabajo en la escuela porque fue una forma de vida para llevar adelante mi familia”, indicó.

Al ser consultada por el premio que recibió como Maestra Rural 2025, dijo que “los reconocimientos uno no los espera, aunque estoy agradecida con que me hayan elegido. Cuando me llamaron, fue una sorpresa enorme. Mi tarea como docente fue una experiencia hermosa, aconsejo a todos aquellos que les guste la docencia a involucrarse”.

A partir de este vínculo, se genera además un compromiso con la comunidad en la que se encuentra la escuela. Es lo que surge de sus propias vivencias y de la manera en que sintió la labor docente.

Otras tareas

Stella Maris Martínez a su vez hizo más tareas para ganarse la vida. Entre ellas, cortar el césped a los terrenos de los turistas, vender pasajes, atender la oficina de turismo y tuvo a su cargo la escuela de verano. “Siempre buscaba algo más en esa época para hacer, la verdad es que me mantuve activa siempre que pude”, señaló.

También fue corresponsal de la radio LU24 durante 10 años, trabajó 17 en la cooperativa eléctrica en la oficina de Reta para atender reclamos y participó de la primera Feria de Ciencias en Tres Arroyos, obteniendo el primer lugar con un proyecto turístico que luego pudo presentar en un congreso provincial en San Clemente del Tuyú, historia que supo reflejar el diario La Nación.

Antes de la despedida, contó que el reencuentro permanente con exalumnos es motivo de recordar grandes anécdotas y que en la actualidad sigue colaborando como secretaria de los Bomberos Voluntarios de Reta. Aplausos para una genuina Maestra Rural.

Reta es el lugar en el mundo de Stella Maris Martínez. Trabajó también en turismo, entre otras actividades. En la fotografía de la derecha, es la primera desde la izquierda, junto a colegas todas de guardapolvo blanco


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