Juan Loizaga nació en Tres Arroyos, pero la pasión por su trabajo y su expertise con la grúa, lo llevaron a desarrollarse profesionalmente en Vaca Muerta, una de las formaciones geológicas más importantes del mundo en términos de reservas de gas y petróleo no convencional
Juan Loizaga es un tresarroyense que trabaja en Neuquén, y forma parte de una de las más grandes industrias que tiene nuestro país. Es gruista de Transporte Crexell, una de las tantas empresas que se dedican a explotar y extraer los recursos del Yacimiento petrolífero Vaca Muerta.
Una ubicación que muchos escuchamos a diario, en los portales de noticias, en la radio o vemos por la televisión que no para de crecer, como ejemplo, podemos mencionar una de las últimas noticias, que es el aumento de capacidad de procesamiento en La Calera.
Pero gracias a la comunicación de Loizaga con La Voz del Pueblo, nos enteramos de que hay una gran participación tresarroyense dentro de Vaca Muerta. Cientos de miles de personas en nuestra nación, trabajan directa o indirectamente de la extracción de hidrocarburos no convencionales.
Y, antes de comenzar con el diálogo con Juan, creo que es necesario saber porque son no convencionales. A diferencia del petróleo y gas “convencional” (que fluye fácilmente hacia la superficie desde reservorios más permeables), en Vaca Muerta el petróleo y gas están atrapados en una roca madre muy densa, que para extraerlos, se necesitan tecnologías especiales, como el fracking y la perforación horizontal.
Inicios
Juan arrancó a trabajar con maquinaria de índole similar a las grúas en nuestra ciudad. “Creo que fue el 12 de enero del 2006, que arranqué a trabajar en Aerotan, que tienen todo tipo de máquinas y ahí tuve la oportunidad de subirme por primera vez a una grúa, y aprender lo que era. No es tanto como ahora, que uso solamente la grúa, ahí si no estaba operando la grúa, soldabas, arenaba, pintaba, trabajaba en el área que más sirva, y estuve hasta el 2014”.
Pasó por diferentes empresas, pero la labor era la misma. Desde el día 1 que se había convertido en un apasionado por la grúa. Una década más tarde, en 2024, vuelve a Aerotan, ya que “habían comprado una grúa nueva, fui por algo nuevo, que estaban trabajando en Neuquén. Me sumé de vuelta al montaje de tanques”, y en ese ida y vuelta, aparece la posibilidad de sumarse a su actual empleo.
Al hablar tan específicamente de cada modelo de grúa, la cara de Loizaga se iluminaba. Y explicó que siempre le despertaron interés, desde el primer día que vio una: “La primera vez que vi la grúa fue corriendo en biciclenta, allá por el 2002, en Neuquén. Que pasábamos justo por donde estaba la empresa Crexell, pero yo nunca tuve noción de que iba a trabajar de eso”.
Un día en Vaca Muerta
Sus jornadas son diferentes a una convencional, ya que trabajan 14 días y tienen 7 de franco, “Por ejemplo, en el turno noche, arranco a las cinco de la tarde, te levantas, merienda tranquila y te vas hasta la portería. Ahí está una camioneta de la empresa con un chofer a disposición, que es flota liviana. Y te llevan desde base hasta la locación que vos estés trabajando. Antes de las 20 estás en la locación, haces la reunión de tareas que van a desarrollar durante la noche, y ahí se hace el permiso de los que van a trabajar. Entonces ya estás desde las 20 a disposición con la grúa”, desarrolló Loizaga, en resumidas cuentas, como inicia un día de su trabajo.
Juan mueve materiales muy pesados, y con una precisión digna de cirujano con su grúa. No existe el margen de error. Pero cuando hay pasión por lo que uno hace, no existen los nervios. Es más, incluso lo describió como “jugar a la Play, porque es así, el control de la grúa es similar a un joystick (risas)”.
Quitando las comparaciones, sus tareas son milimétricas, y desde la empresa realizan evaluaciones trimestrales para comprobar las capacidades de los gruistas: “No te podés equivocar, no debes equivocarte. Nos hace una evaluación cada tres meses, tanto práctica, como de dificultad visual, después en coordinado, que no ves para afuera, y te van dando órdenes y están todos fluyendo al mismo tiempo”.
No existe el miedo
¿Peligros? Hay varios, Juan enumeraba las subidas de presión del gas, los movimientos con maquinaria grande y pesada, que puede provocar algún accidente. Pero estas situaciones hipotéticas no le movieron un músculo a Loizaga. “No tengo miedo. Si vos estás seguro de lo que haces, vos vas y hacés tu trabajo”.

