Mariana Fernández, en su faceta de escritora
La profesora de Literatura e integrante de Editorial Caravana publicó recientemente su primer libro. Se trata de una recopilación de once cuentos, en los que la autora muestra una visión muy cruda de la realidad. En una interesante entrevista con La Voz del Pueblo, cargada de reflexiones, contó cómo fue ponerse en el rol de protagonista
Los integrantes de Editorial Caravana pasan la mayoría de su tiempo editando, analizando, leyendo y escuchando historias ajenas. Pero, ¿qué sucede cuando uno de sus miembros decide cambiar de rol y ponerse como protagonista? Uno de los objetivos sobre los que se fundó Caravana fue no solamente para ayudar a cumplir sueños de otros, sino también para publicarse a ellos mismos. Y llegó finalmente el momento de Mariana Fernández.
Tras un largo camino recorrido como profesora, escritora y editora, a finales de 2023 publicó su primer libro “Negra”, una recopilación de cuentos que la vienen acompañando hace algunos años, y en los cuáles hace un crudo reflejo de la realidad. “Empecé un taller con Patricia Ratto, que es una escritora bastante reconocida de Tandil. Ahí surgieron varios de estos cuentos. Algunos habían surgido acá con María del Carmen Martínez, que me hizo un prólogo re lindo, que fue con la primera que empecé a hacer taller cuando me vine a Tres Arroyos”, recuerda al comienzo de una reflexiva entrevista con este diario.
Si bien ella es profesora y convive con la literatura, también es difícil hacerse el tiempo a uno mismo para ejercitar la escritura. Por eso, asistir a estos talleres le resultó efectivo para sentarse a hacerlo. “El taller lo que te da es esa asiduidad de la escritura, que por ahí uno está con tantas cosas que solo no te sentas. Entonces, esa cita obligada hace que la cabeza se predisponga a escribir también y a buscar cosas que sean creativas”.
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A lo largo de varios cuentos, empezó a encontrar un factor común. “Me di cuenta que había una constante en lo que escribía, que tenía que ver con que muchos de los protagonistas eran niños, o había un niño en algún momento. Yo creo que la escritura tiene que ver con lo que uno va trayendo, entonces esos lugares que te convocan en el cotidiano se vuelcan ahí también, es el reflejo de tu mirada sobre el mundo”. Y claro, ella convive con chicos y adolescentes por su profesión de docente, “entonces tengo muy cercana la sensación de esos pibes, sus preocupaciones, esa sensibilidad, esa mirada…”.
Realismo
A medida que el libro iba tomando forma, nuevos significados salían a flote. “El primer cuento se llama ‘Mandarina’, y yo estaba con que mi libro se iba a llamar así. Ya estaba prácticamente listo, editado por Diego Slagter, lo habían leído varias personas; un día me siento y me pongo a leerlo completo, de corrido… y me dio una sensación de que eso no tenía nada de alegre, festivo y naranja. Era totalmente oscuro”, explica Mariana.
Es que en estos cuentos se muestra una realidad muy cruda, pero que existe. “Los relatos hablan mucho de las violencias que los chicos no pueden manejar. La vida de los grandes pasa por otros lados y los pibes no eligen nada, y las violencias recaen sobre ellos sin que puedan hacer nada para modificarlas. A mí me gusta mucho el realismo y había como una denuncia todo el tiempo en los relatos. Entonces, no tenía nada de ‘Mandarina’, así que le dimos vuelta el título del libro, porque también es el concepto de la obra, y finalmente quedó ‘Negra’”.
La autora se define como una persona bastante optimista, que hace muchos chistes sobre la realidad, pero en este libro muestra otra faceta. “Los relatos son sumamente crudos. Entonces, fue también amigarse con esa parte más oscura. Uno se tiene que hacer cargo que mira el mundo desde ese lugar y que elige contarlo desde ese lugar también”.
La no-palabra
En total se seleccionaron once cuentos para componer este primer libro. “En general, son niños los protagonistas, que hablan de la pérdida de sus padres y de esas cosas inentendibles, y quizás de la posibilidad de no poder comunicarse. Por ejemplo, hay dos cuentos en los que los protagonistas pierden a su madre, pero en uno hay un lugar muy amable, de contención familiar en donde se trasluce que se habla de eso; y en el otro, hay una cosa muy angustiante porque nadie dice nada, nadie le explica al chico… entonces me parece que el libro habla también de la violencia de la no-palabra”.
Otros también que buscan mostrar esa idea, otros que hablan de abusos en la infancia, y “hay algunos más amables”, bromea Mariana.
-¿Las historias son inspiradas en un hecho puntual o son producto de tu imaginación?
-Yo creo que uno escribe de lo que conoce. Entonces, quizás, aunque no te haya pasado eso, o aunque no hayas vivenciado una situación como esa, los recursos que vas a usar van a ser algo que tengan que ver con vos. Por ejemplo, el patio de una escuela lo escribí pensando en el patio de mi escuela porque son esas cosas que te quedan en la memoria, las vas a buscar y las traes desde otro lugar. No necesariamente las historias son reales, pero sí son cosas que uno sabe que pasan. Y también, después de 25 años de estar adentro de la escuela, conoces muchos chicos que les pasan cosas, y poder poner en palabras lo que a otro le pasó, ayuda a aliviar esos dolores y esas violencias; y mostrarlas también es una forma de ponerlas sobre la mesa para reflexionar.
Hay un montón de cosas ficcionalizadas, personajes que no existían porque necesité de valerme de recursos literarios para que funcione. Pero también en la vida cotidiana te pasan un montón de cosas que te mueven; uno sale a la vida y, si estás dispuesto a que la realidad te atraviese, es imposible que no te lleves algo de cada lugar en el que estás. Es como uno se predispone a vivir el mundo.
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Pop-up
Como todas las publicaciones de Caravana, “Negra” lleva su toque artesanal. Esta vez, eligieron potenciar a los cuentos a través de las ilustraciones de Gustavo Sabatini. “Fue todo un desafío ilustrar el libro porque queríamos que fuesen mecanismos de pop-up, entonces requería que los diseños de los dibujos tuviesen una forma particular. Entonces era, leer el cuento, interpretarlo a su forma y modificarlo para poder plasmarlo en un mecanismo que funcionara visualmente. Era un desafío interesante”.
Mariana le propuso esto a Sabatini. “Un día lo llamé y le mostré 80 videos de cosas que me gustaban, y él muy serio decía: ‘bueno, bueno’. Después me mostró lo que hizo y fue una cosa espectacular, me encantó enseguida que lo vi”.
Para la autora, era la persona indicada. “El tiene una gran versatilidad, entonces cada ilustración parece hecha por distintas personas, como un arte totalmente diferente. Lo que hizo fue potenciar totalmente esos cuentos porque se retroalimentan. Es súper difícil de conseguir, así que estoy contentísima”.
Siempre buscan que los libros tengan otros efectos en el lector, diferenciándose de producciones estandarizadas y creando diversos efectos. “Me parece que lo artístico y la literatura tienen que sorprender, entonces por qué no utilizar estos recursos para lograr ese efecto, sino pasan de largo. También está esta idea de jugar, porque en el mundo en el que estamos también nos tenemos que dar el tiempo para volver a jugar y volver a ser niños”.
-Con Caravana se pasan el tiempo publicando libros de otros, pero ¿qué se siente publicar uno propio?
-Hace rato que estaba el libro dando vueltas. Diego (Slagter) es el primero que insistió siempre que tenemos que estar todos publicados. En principio estuvo buenísimo, me encantó la experiencia. Por ahí uno no está acostumbrado a que hablen de uno, es raro estar del otro lado y que te pongan en un lugar como de protagonista. Acá en Caravana o como profe, siempre estoy acompañando a otros, como atrás armando la escena. Entonces, correrse de ese lugar fue raro.
Tengo 47 años, tardé un poco en publicar mi primer libro, crie tres hijos en el medio… y siento que esto es como un hijo más. Primero porque es una creación propia, y después porque lleva su tiempo; también me parece que, como los hijos, hace su vida.
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-¿Qué devoluciones recibiste?
-Al principio se hicieron poquitos ejemplares, pero gustó. Igual no es un libro que van a decir ‘qué lindo’, porque no es una literatura amable; entonces te dicen ‘qué fuerte’, y está buenísimo, porque el objetivo es ese, que te pase algo. A mí me parece que el arte te tiene que pasar por algún lado, si no, no sirve; que te haga reflexionar, te interpele, te shockee. Es también una forma de militancia.
Exito propio
El libro está iniciando su camino, “y en ese sentido no tengo mucho apuro. Mucha gente piensa que tu libro lo publicas hoy y ya tenés que vender un montón, y todos te tienen que decir cosas… y yo creo que los libros son lentos, la literatura es lenta, y está bien que así sea porque para poder vincularte con eso tenés que bajar cinco cambios. Es un refugio de toda esta locura que vivimos”.
Justamente, como el proceso el individual, “me parece que hay que tener paciencia porque las cosas van decantando solas y van recorriendo sus propios caminos. No tengo ese apuro. Creo que, si funciona, a la gente le gusta y está bien escrito, va a hacer su camino solo y va a persistir en el tiempo”.
“En un mundo tan exitista, me parece que está bien bajar un poco porque no le creo a todo eso, no me parece real. Y creo que, si te comes ese verso de la fama, del éxito, la pifias… terminas en una soledad que no tiene sentido. Cada uno tiene su experiencia, pero me parece que no es sano y es súper contraproducente”, reflexiona Mariana.
-Siempre hablan que la gente viene a Caravana a cumplir sueños. ¿Sentís que esto fue un sueño para vos?
-Sí. Es como esas trabas que no te dejan avanzar, esas represas que no dejan que las cosas fluyan. Yo siempre escribí, desde muy chica, siempre me gustó la idea de escribir. Después estudié literatura, que quizás esa parte creativa se empieza a opacar. Pero sí es un sueño cumplido porque siempre tuve ganas de hacerlo. Me parece que es como el inicio, animarse, exponerse y verse desde otro lugar. Creo que es una manera de pensarse múltiple y cambiante, y aceptarse así. Entonces, hoy esta Mariana escribe y publicó este libro, y seguramente lo siga haciendo porque me encanta; pero también puedo hacer otras cosas y quizás mañana me pueda convocar otra cuestión.
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