Nancy Despósito describe los efectos muy positivos que genera su perrita, en un tratamiento de salud mental. Pide un marco legal para las mascotas que son de apoyo emocional. Considera muy importante perder el miedo a los prejuicios y animarse a pedir ayuda
Por Alejandro Vis
La relación de Nancy Despósito con su mascota, la perra Frida, tiene un origen particular. Ella lo relata con claridad durante la conversación con La Voz del Pueblo y subraya el valor enorme que Frida tiene en su vida. Estuvieron juntas hace ocho días en la Kninata, propuesta organizada en el predio de la Fiesta del Trigo por la Dirección de Bromatología y Zoonosis del municipio. Nancy la lleva a todos los lugares donde puede, porque le hace muy bien.
Sonriendo, con emoción, cuenta que “a Frida la tengo hace cinco años, apareció en tiempos de la pandemia”. La compró cuando era una cachorra, sobre lo cual explica que “busqué durante mucho tiempo un animalito para adoptar. Pero vivo en un lugar tan reducido y cuando fui a ver a las chicas de Pacma los perros que había eran todos grandes, necesitan espacio”.
Frida es un soporte emocional. Pequeña, de la raza Yorkshire Terrier, una de las más elegidas como perros de compañía. “Mi terapeuta, mi psiquiatra, me lo recomendó -señala-. Lo que pasa es que decir psiquiatra, a veces, es un poquito fuerte para las personas que tenemos algún trastorno o problema de salud mental. La compré por la misma ansiedad y necesidad de tener el afecto que ellos brindan”.
Padece un “trastorno de ansiedad generalizado” y en un tiempo se vio afectada por “ataques de pánico y trastornos emocionales”. Relata que siempre tuvo mascotas, le gustan y “de hecho, tengo también dos gatitas, pero me vuelco más al acompañamiento de los perros. Es impresionante lo que aportan y ayudan en el transcurso de la terapia”.
Con anterioridad su mascota fue Lola, una perrita caniche que “falleció justo en pandemia. Me faltaba mi acompañante, en tiempos en que debía estar encerrada”. En este sentido, subraya que “a mí el encierro no me gusta. La pandemia la sufrí demasiado, cuando nos dieron la posibilidad de salir un poquito, fui desesperada a buscar una mascota”.
Frida es para ella como una hija. Observa que “en sí las mascotas pasan a ser parte de la familia. Pero en mi caso ocupa un lugar muy especial, por dar un ejemplo es como los chicos que tienen su mantita o babita de apego. Para mí sería similar”.
En su descripción, valora que “ellos aportan tranquilidad, cariño. Sobre todo pienso en las personas con depresión, tienen un motivo para levantarse de la cama”. En relación a esta motivación, Nancy dice que “con el solo hecho de tener una mascota, atenderla, están ayudando a ver la vida de otra manera”.
Hace referencia a las experiencias cotidianas. “A la mañana me levanto y a la primera que saludo es a Frida, antes que a mi marido -expresa con buen humor-. En ocasiones, él me dice cargándome, ‘ojalá me trataras como la tratas a Frida’”.
De eso se habla
Sobre la mesa, durante la entrevista, Nancy tiene hojas impresas con contenido sobre este tema. Como un aspecto central, marca una diferenciación: la ley 26.858 reconoce a los perros de asistencia y regula su acceso a establecimientos públicos, pero no se aplica a los animales de apoyo emocional.
Por supuesto, no lleva a Frida a su trabajo (es cocinera del Jardín Frutillitas II). Pero en los horarios restantes y los fines de semana “va a todos lados conmigo. A la casa de mi hermana cuando salgo o en el tiempo de vacaciones”.
En su argumentación del marco legal, sostiene que “siempre busco lugares que la acepten. Lamentablemente hay una diferencia entre los animales de soporte emocional como es ella, que puede ser cualquier perrito o gatito, y los perros de asistencia que están reconocidos por la ley 26.858. Son aquellos utilizados por no videntes o los perros de señalización de sonido para quienes no escuchan”.
Por este motivo, plantea: “Me parece que uno sufre y como yo tantas personas. No es fácil aceptar un trastorno de ansiedad o hay quienes padecen depresión, y pese a ello estos animales no son reconocidos”.
Envió un correo electrónico, se comunicó con la Agencia Nacional de Discapacidad, que depende del Gobierno, para realizar una consulta sobre perros de asistencia. “Me respondieron que no hay una ley que me permita certificar a Frida como yo quisiera. No tener inconvenientes en ingresarla a un hotel por ejemplo, porque en vacaciones tenés que buscar un hotel o un departamento que acepte mascotas. Dependo de la buena voluntad del propietario”.
En consecuencia, considera que “son muchas trabas para las personas que tenemos trastornos de salud mental. Tanto para encontrar un lugar en un restaurante o bajar a la playa, donde no están permitidos”.
Nancy reflexiona sobre el tratamiento, que ha sido extenso, “más de 12 años. En un momento, pudieron confirmar que yo sufría ataques de pánico, no los conocía, no sabía lo que eran”. Reitera que “hace un buen tiempo ya no tengo. Frida es la solución y los animales de soporte emocional, brindan la cura”.
No obstante, deja en claro que “las mascotas acompañan, pero se necesita el tratamiento profesional de un psicólogo o de un psiquiatra, no es fácil salir solo. Se necesita pedir ayuda y habitualmente, cuesta un montón dar ese paso”.
Exclama, a partir de su evolución, que “¡hablar de salud mental es tan importante! La mayoría de las personas viven estresadas hoy por hoy en Argentina. Y la mente es todo, si la mente no funciona el cuerpo tampoco”.
Agradece porque el terapeuta le sugirió “contar con una mascota. ‘Te haría bien’, fue su opinión. Y tenía toda la razón. Estoy muy conforme”.
Hay una cierta carga que genera “el qué dirán”, la eventual mirada social: “Lo primero que uno piensa es ‘yo no estoy loca para ir al psiquiatra’. Hoy si tuviese que aconsejar a las personas que lo necesiten, les diría que no se van a arrepentir. Y que lo hablen, es cierto que al decir que uno sufre un trastorno es como que percibís que te miran mal, el miedo al prejuicio lleva quizás a que muchos se callen”.
Por este motivo, pidió “perder ese miedo” y no concentrarse en “el prejuicio de la gente. Es el bienestar para uno mismo y también la posibilidad de ayudar al otro. A la primera que ayudé es a mí y me pone muy contenta si sirve para los demás, que se animen a buscar apoyo”.
Una aspiración
Nancy manifiesta que “el reconocimiento legal sería ideal” para las mascotas que son sostén emocional, tal como sucede con los perros de asistencia. “Se lo merecen sinceramente”, añade.
Ante la carencia de un marco normativo, posee una certificación voluntaria “que la tiene que hacer el terapeuta. Incluye todos los datos tanto de él como de la paciente, el diagnóstico, el aporte que hace el animal, con su nombre, edad y fecha de nacimiento. Se debe tener en regla la documentación, vacunación, libreta sanitaria de la mascota y certificación del veterinario”.
Mientras comparte una foto de su perrita, argumenta que “ellos no necesitan adiestramiento, pero sí educación. Deben saber comportarse en público, obedecer”.
El desafío es abrir puertas, encontrar nuevos caminos, avanzar. No conoce a otros vecinos o vecinas de Tres Arroyos que tengan como ella una mascota, a partir de un tratamiento de salud mental: “creo que debe haber, pero no tuve contacto. Sería muy bueno que hablen sobre lo que les pasa”.
Un punto central, es “seguir hacia adelante. Superar restricciones, acceder a más espacios junto con las mascotas”.
El vínculo entre ambas es único. En el cierre de la entrevista, vuelve a hablar de la Kninata y comenta que “la pasamos hermoso. Me gustó mucho caminar con ella, es como devolverle, en cierto modo, una parte de todo lo que me da. Eso sentí cuando la llevé y participamos”.


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Los beneficios
Los animales de apoyo emocional ayudan a sus dueños a reducir síntomas de ansiedad, depresión o estrés postraumático.
Así lo indica un escrito que tuvo en sus manos Nancy Despósito, durante el encuentro con La Voz del Pueblo.
Del mismo modo, destaca que “la interacción con estos animales puede aumentar los niveles de oxitocina, la hormona del amor; y disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Este efecto químico natural mejora el estado de ánimo y promueve una sensación de bienestar y tranquilidad”.