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Tres Arroyos, VIERNES 29.03.2024
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Bazooka

Siempre me quedó dando vueltas aquella fragata Sheffield que los ingleses tenían allí en Malvinas, como parte de su flota. Era el segundo buque de guerra británico, una fragata misilística de algo más de 100 metros de eslora. Con mucho -pero mucho- aparataje dentro. El segundo buque de toda la flota británica. Que ya había perdido su primer buque -el Blod- en un instante, en la 2da. Guerra Mundial. Porque el juego puede ser rudo.

Aquí abajo, abajo, como dice el poema, teníamos… algo. Pero no me obligue a entrar en quién inició la invasión a las islas, qué buscaba o qué responsabilidades evaluaba, suponiendo que las evaluara. La torta ya estaba hecha y sólo quedaba comerla. De ahí arrancamos. 
Teníamos algo, decía. Por ejemplo un cohetecito francés que en realidad no lo entendíamos muy bien, tenía demasiados detalles, muy sofisticados, y que no obraban en nuestro poder. Teníamos seis, creo. Iban hermanados con los Super Etendart, pero hubieron de devanarse los sesos para ponerlos en acción. Nunca habían estado listos para operar. Demasiados detalles tecnológicos. Ahí anduvo un tresarroyense. Luego los Etendart tuvieron que volar demasiado bajo y reabastecerse en vuelo. A los ingleses les fallaron las cuentas: no lo esperaban desde tan cerca. 
Como fuese, siempre me quedó eso de que un cohetecito de seis metros haga pelota a aquella fragata de ciento y pico de eslora. Y de una. Así, hecha pelota, quedó flotando y a poco se hundió de una vez y para siempre. En mi asombro tendrá que ver mi ignorancia, porque una mina que toca el casco de una nave también hace lo suyo. De ahí los barreminas, como el Calypso de Cousteau, que empezó así. Pero con el Bismarck, por ejemplo, estuvieron un rato muy largo, unos cuantos días, e intervinieron muchos barcos aliados, hasta que -finalmente, a la larga- le dañaron el timón, y de ahí a mandarlo al fondo había un paso. Vengado el Blod. 
En tierra firme, los tanques eran vitales. Había que diseñarlos, hacerlos –miles- y cruzar los dedos para que funcionaran. Que fueran veloces, livianos, pero a la vez con buen –pesado- blindaje. Y sobre todo fiables. En un solo avance los ingleses perdieron 20.000 hombres. Pero sin tanques. Los tanques se llevaban puestas esas alambradas de púa y cuanta traba hubiese para el avance de la infantería, que venía detrás. Cambió la ecuación. Pero del otro lado inventaron un caño no demasiado grueso ni demasiado largo, que el soldado se ponía al hombro, apuntaba a traves de un visor y accionaba con una mano. La llamaron bazooka, y traspasaba el blindaje del tanque. Ahí quedaba, quizá incendiado. Esos lanzacohetes portátiles evolucionaron. Siguen evolucionando.
Tacho Somoza, dictador depuesto en Nicaragua por las fuerzas sandinistas. recibió asilo de Stroessner, viviendo en Asunción. En 1980 ya estaba allí Gorriarán Merlo con sus compañeros, con un arsenal y con todo planeado, incluido el alquiler de una casa sobre la calle donde pasaba habitualmente Somoza. El arsenal incluía un lanzacohetes RPG2. Y bien, Somoza -con custodia- venía serenamente cuando de una casa salió una camioneta que le cortó el paso. Al frenar, por el costado apareció un hombre con el lanzacohetes, enfocó el auto, le gatilló pero el cohete no salió. Hubo que entrar a la casa a buscar otro, lo cual dio tiempo a la custodia a disparar a los atacantes, generándose un nutrido tiroteo. En eso estaban cuando reapareció el lanzacohetes, y ahora funcionó. 
Destrozó el auto, y ahí la custodia dejó de disparar. Muy pronto supieron que eran argentinos, cerraron las fronteras y comenzó la cacería. A un amigo -argentino- lo metieron preso tres veces en el mismo día. Hubo un aprehendido, torturado y ejecutado. 
Creo que a partir de allí se generó la polémica entre Mempo Giardinelli y Osvaldo Bayer en Pagina 12 ¿tema? “Matar al tirano”. Varias contratapas. Sin duda buena persona y escritor discreto, Mempo apeló a lo sagrado de la vida, y ahí se le rayó el disco. 
Bayer fundamentó mucho más, porque –sepan- hasta la Santa Madre Iglesia tiene opinión cuando se trata de un tirano. Mi padre lo conoció personalmente, y opinaba lo que todos: “Es un canalla”, me dijo. Por supuesto, en aquella reunión de negocios disimuló su opinión y se trataron como caballeros. Yo me duelo más por el Mercedes Benz que por Tachito Somoza. No le quiero mentir.

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