02|01|22 09:08 hs.
Joaquín Goicochea está preocupado. Su perro le comió la entrada a una fiesta en Claromecó y se muestra contrariado por ese particular incidente doméstico.
Su malestar llega hasta ahí porque con apenas quince años, acaba de finalizar un curso virtual sobre el universo cripto al que llegó por el influjo de un amigo.
Uno de los más jóvenes en participar, se enorgullece, porque la incipiente formación tuvo mucho de compartir experiencias entre personas de distintas edades.
“En lo personal, lo hice para invertir más adelante. Va a ser una parte de la economía y va a influir mucho. En el colegio no se enseña, se tendría que implementar porque te ayuda en la economía y toca cuestiones de programación. El Gobierno tiene que implementar el tema y las empresas tienen que facilitar el poder aprender”, señala tras puntualizar su descontento porque en las aulas sólo le enseñan “Word y Excel, y nada más”.
Consultado sobre el choque generacional que detectó al momento de dialogar con sus padres sobre la intangibilidad que representan las criptomonedas, en detrimento de otros activos “visibles”, Joaquín razona con simpleza: “Las generaciones anteriores tienen mucho miedo con las estafas debido a que no hay nadie que respalde estas monedas pero cuando la gente empezó a saber el precio de la moneda, lo empezó a implementar”.