En el taller ubicado en Rocha 861. Oscar Dovidenko dialogó con La Voz del Pueblo

La Ciudad

Oscar Dovidenko en el día del mecanico

“Siempre tuve muy buena clientela”

24|02|22 11:42 hs.

Desde que era un adolescente, Oscar Dovidenko está “entre los fierros”. Así sucede -recuerda en el diálogo con La Voz del Pueblo- hace 44 años. Y dice sobre su edad que “voy para los 62. Estuve en esta actividad toda una vida”.


Comenzó a incursionar en la mecánica en tiempos del secundario. “Fui a la Escuela Técnica, pero lamentablemente no la terminé. La pasión por los fierros era mayor que ir al colegio, le decía a mi vieja que iba a clases y me hacía la rata en un taller de Héctor De Felice, quien fue después patrón mío durante algunos años”, recuerda.

Tuvo una pausa obligada en el oficio por el servicio militar y al regresar, reinició las tareas. Señala que “De Felice tenía un taller en Velez Sarsfield al 550, Luego me fui a otro taller ubicado exactamente a la vuelta, de Raúl Belmonte, en Sadi Carnot 560. Los dos fueron grandes maestros para mí, he trabajado de una manera muy especial en el sentido de que eran muy rigurosos para los trabajos, eso me hizo aprender”.

Otro aspecto importante es que ambos tenían una orientación diferente. Cuenta que “De Felice era especialista en Peugeot, innumerable cantidad de autos recibía en ese momento. El otro taller estaba más dedicado al diesel y a la mecánica pesada”. Sonriendo, agrega que “sé hacer un poco de todo”.

En la siguiente etapa, se desempeñó con Abel Uzcudún, quien “estaba en la parte agrícola. Yo atendía los tractores”. Allí permaneció hasta que Belmonte decidió irse a trabajar al sur y le propuso hacerse cargo del taller; “lo hice, varios años estuve al frente -sostiene-. Cambié de ser empleado a patrón. Cuando Belmonte regresó, me pidió el lugar y entonces yo alquilé en La Plata al 700”.

Especialmente en este último local, realizó “grandes sacrificios. Compraba camionetas destruidas prácticamente, las arreglaba para dejarlas como si fueran cero kilómetro. Con mucha dedicación, llegué a juntar unos pesos y comprar el terreno donde estoy actualmente, en Rocha 861, construí mi propio espacio. Lo logré hacer con horas y horas de trabajo”.

Menciona que el terreno lo adquirió en 1990 y seis años después comenzó a atender en su propio taller de calle Rocha, una vez que terminó la construcción. Oscar Dovidenko valora que “gracias a Dios pude hacer en la propiedad lo que realmente quería, a mi gusto”.



Colegas
Si bien “lo básico del auto es más o menos siempre lo mismo, la parte mecánica, ha cambiado mucho la parte de inyección y electrónica”.

Indica que “en 1994 empezamos a hacer los primeros cursos, venía gente de afuera. En 1996 comenzaron a verse los primeros autos de inyección, ya teníamos alguna capacitación”. Sin embargo, los requerimientos para actualizarse son constantes. “Pasa como un teléfono celular hoy -observa a modo de ejemplo-. Lo comprás y tres años después prácticamente no te sirve. En este caso es similar, adquirías una herramienta y al poco tiempo era obsoleta”.

Admite que “hoy no estoy actualizado a lo que tendría que estar. Por varios motivos, personales, tuve varios avatares, y porque requiere una inversión que no es rentable. Si bien hay muchos autos y ha cambiado el nivel, los costos que tendrías que manejar para la inversión que debes hacer no se los podes trasladar al cliente”.

Cuando se encuentra ante un problema que no puede resolver, “se lo traslado a otra gente”, especialista en un aspecto específico del rubro. En su análisis, argumenta que “está la otra parte también, hay muchos chicos hoy en día que con una computadora hacen maravillas, pero les falta la experiencia del trabajo. Con un escáner les parece que se soluciona todo, pero no siempre es así. No tengo nada con las concesionarias, pero es algo que se ve mucho. Debe ir una cosa con la otra, la experiencia tiene su valor”.

Con satisfacción, afirma que “tenemos buena relación entre los colegas. Cuando precisamos algo uno del otro nos consultamos, tratamos de solucionar los problemas. Nos vamos pasando ideas, la manera en que cada uno intervino ante una situación determinada”.

La inflación
Uno de los inconvenientes que percibe en el actual contexto económico es “conseguir repuestos. Si me los traen, estoy más contento. Salir a buscarlos demanda un tiempo importante, por lo general no los conseguís en un solo lugar, tenés que pedir afuera”.

Calificó al aumento de precios como “tremendo” porque “compras una cosa y una semana después ya es otro valor”. Hubo tiempos mucho más complicados en la década del ’80, con la hiperinflación: cuando “ibas a comprar un repuesto y al volver del centro, sonaba el teléfono fijo, me avisaban que lo que había llevado un rato antes a un valor de 10 ya tenía un precio de 12”.

A modo de reflexión, observa que “los que tenemos una cierta cantidad de años, hemos incorporado lamentablemente esta realidad. Nos acostumbramos a convivir con la inflación”.

Confianza
En la relación entre el propietario de un vehículo y el mecánico, se establece un vínculo de confianza. Oscar Dovidenko considera que “mal comparado, es como el doctor de la familia. Tengo la suerte que me visita todos los miércoles Alfredito García, a veces comparamos, salvando las distancias entre lo que es una cosa y la otra, que por ahí es un oficio medio parecido en este punto de las relaciones humanas”.

Un motivo de alegría es que hay “clientes del año 80 que me vienen a visitar hoy en día. Un señor que es Ubaldo Zubillaga, uno no se olvida nunca de quien fue el primer cliente y sigue viniendo. No estoy haciendo motores y trabajos grandes, más allá que pueda hacer lo que está necesitando o no, pasa a saludar”.

Subraya que “gracias a Dios siempre tuve una muy buena clientela. Es como que se genera una amistad, no solamente lo comercial, sino la parte afectiva también, al cabo de tantos años”. Reitera que “es como si un doctor te atiende toda la vida, por supuesto con todas las diferencias entre una actividad y la otra”.

Gratitud
En la entrevista, agradece a quienes lo acompañaron sin nombrar a nadie de manera puntual porque “voy a quedar mal con muchos”.

Muestra gratitud “especialmente a mi familia, parte de ella ya no la tengo hoy, que me apoyó siempre. A mis amigos, les debo todo por muchas cuestiones. A la clientela lógicamente que me ha seguido apoyando durante todos los años, sigue confiando en mí”.

Finalmente, envía un saludo “a todos los colegas. Que tengan un hermoso día, que sigamos juntos tirando siempre hacia adelante, En mi caso, estoy llegando a la última etapa laboral. Nunca voy a estar sin hacer nada porque no puedo, me gusta y necesito mantenerme activo, pero me gustaría en el futuro tener menos obligaciones”.