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La cancha donde todos ganan

El domingo 27 de febrero va a quedar en la memoria de chicos y mayores que formaron parte de un encuentro de fútbol en el barrio Villa Italia. En la canchita ubicada en calle Domingo Vázquez, en la cuadra del 1400 al 1500, frente a Despensa Mi Vieja. 

Los propietarios del almacén son Fabián Ibarlucía y su señora Delia Tolosa, referentes en una tarea de contención que se lleva adelante en este espacio, con la colaboración de otros vecinos. 

La historia de Fabián y Delia fue contada en una nota publicada en nuestra edición del 30 de mayo de 2021: “El bien sin mirar a quién”. El jueves último, La Voz del Pueblo regresó al lugar para dialogar sobre las características que tuvo el encuentro. 

Delia relata que “me junté a los 13 años con Fabián, que era más grande. Estamos en pareja desde 1989 y nos casamos cuando yo cumplí 40”. Tuvieron tres hijos: Leandro, Delia y Carlitos. La familia de ella es muy numerosa, “somos 14 hermanos, todos unidos”, valora. 

La infancia de ambos fue difícil, con muchas necesidades. Recuerda que “cuando me crié en la calle pidiendo y juntando cartones, un montón de gente me abrió la puerta, siento que me dieron la oportunidad. Entonces yo también ahora lo hago cada vez que puedo”. 

 Es directora técnica en la escuelita y en el fútbol femenino de Argentino Junior. Sergio Alarcón forma parte de esta tarea y además colabora en actividades que se desarrollan en la cancha de Domingo Vázquez. 

 Recibieron a La Voz del Pueblo en el predio junto a Carolina y Néstor Bernaola, quienes integran el grupo de vecinos que apoyan esta iniciativa. 

El jueves, en la entrevista con La Voz del Pueblo. Carolina Bernaola, Néstor Bernaola, Fabián Ibarlucía, Delia Tolosa, Sergio Alarcón y el pequeño Carlitos

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 El armado de la cancha surgió porque “los chicos estaban todo el día en la calle pateando. Se limpió el terreno en 2020, arrancamos como papás, vecinos, a limpiarlo”, afirma Delia. 

En un primer momento “pensaban que estábamos usurpando, pero explicamos que no, era una limpieza para que nuestros hijos jugaran y no ocurriera un accidente, Temíamos que pasara algún auto y los agarrara, cuando los chicos corren atrás de una pelota no miran. No es nuestro, un día se venderá o el dueño hará una casa”. 

Recibieron la autorización y el municipio llevó maquinaria para dejar el terreno en condiciones. Fabián puntualiza que “la canchita la acomodó el intendente Sánchez. Nos trajo pelotas. Los chicos fueron a solicitarlo, no nosotros. Está bueno porque vinieron, limpiaron todo, dejaron algo lindo. Pero nosotros no somos de pedir nada, no nos interesa, igual que cobrar un sueldo por esto tampoco”. 

A Delia, a partir de su labor como técnica en Argentino Junior, las nenas la siguen. “Se formó un grupo lindo, es como que soy la líder”, observa. Las madres también juegan, el fútbol femenino ha crecido en organización; comenta que “jugué en Argentino en la década del ’90, pero en ese entonces no había prácticamente nada. Me gusta ser mediocampista”.

Delia Tolosa

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 Estiman que aproximadamente sesenta chicos y chicas intervinieron en el encuentro el pasado domingo de los barrios Benito Machado, Solidaridad, Ranchos, Olimpo y Villa Italia. 

“En realidad no pedimos nada a nadie, tratamos de hacer lo más posible”, reitera Fabián. Agrega que “Marcelo Salomón también tiene auto. Fuimos a buscar a algunos chicos que no tenían como venir y después los llevamos”. 

Expresa el agradecimiento porque “los panaderos nos traen un poco de pan, el otro día El Chango donó unas hamburguesitas, después obviamente hay que poner más pero ya tenemos una base. En Quilmes nos dieron un pack de gaseosas, algún otro proveedor te dona algo. Siempre hacen faltan cosas y recibimos colaboración de manera espontánea”. 

Junto a Fabián y Delia, se suman a estas actividades “los vecinos de la cuadra. La señora de enfrente nos dio el disco, después nos quiso prestar un chulengo en un momento que llovió. Lo valioso es que salió lindo, disfrutaron, pudieron comer las hamburguesas que querían, se fueron con la pancita llena y contentos porque pasaron un domingo diferente”. 

Incluyendo a los mayores, se congregaron cerca de un centenar de personas. Carolina expresa que “es importante que vengan los padres, le hace bien a los chicos”. 

Como ejemplo, Delia dice que “el papá de Carolina hizo el asado, otros cuidaron la calle para que los chicos no corran riesgos, hubo quienes cortaron los panes, se distribuyeron las funciones. Mi hijo y otros nenes juntaron piedritas, limpiaron, lo viven con emoción, es para ellos”. 

Esta red de respaldo se extiende más allá del barrio. “Hay un montón de ayuda que no quiero dejar pasar como Diego Del Vecchio, quien manda siempre un bolsón de harina y con eso mi marido prepara bolas de fraile. Después que los chicos hacen actividades tenés una leche calentita y bolas de fraile para darles”, menciona.

 También hace referencia a “las integrantes de Huellas al Futuro. Trabajan conmigo, busco diez familias y les repartimos la bolsa de mercadería todos los meses. Se hizo mucho en pandemia con mercadería, ropa, frazadas; era llamarlas y decirles necesito un par de zapatillas, se conseguía hoy, mañana o pasado. Siempre recibo una respuesta de ellas”.

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Hay distintas maneras de extender la mano y estar presente. Fabián lleva “a cuatro o cinco nenes a la Escuela 12. Una mamá me preguntó ‘¿cuánto me vas a cobrar?’. No cobro nada, si tengo que llevar a mi hijo y nietas. Si puedo ser de utilidad para las familias bienvenido sea”. 
Considera que lo más importante es “hacer algo por los chicos. Somos afortunados con la cantidad de pequeños que tenemos en Villa Italia, hay que integrarlos”. 
Para Carolina, el objetivo principal es “que disfruten, que estén enfocados en eso, más con la problemática que sucede en los barrios. Uno los trae y les gusta. Es bueno que se críen así”. 
Si hay un chico con discapacidad, es uno más en el grupo, se busca la plena convivencia. 
 Fabián deja un mensaje: “Todos tienen derecho a jugar. Y deben comportarse, no importa perder o ganar. A dos pequeños de cinco y seis años los puse con jugadores más grandes, porque no había categoría para la edad de ellos. Perdieron, pero no importa. Recién están agarrando la pelota para adaptarse, preguntan a cada rato ‘¿cuándo vamos a jugar de vuelta?’”. 
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 Delia realizó un curso virtual, dictado a través de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), para capacitarse en deportes con niños. 
En un viaje a la ciudad de Buenos Aires pudo comprar algunos elementos para el entrenamiento. “No tengo poder adquisitivo para traer todo lo que hace falta.
 Necesitaríamos más donaciones de pelotas, conos para la canchita -enumera-. Pero igual nos arreglamos, si no hay conos se ponen botellas”. 

Un nexo une al club y al predio creado para jugar a la pelota. Así lo observa Delia cuando subraya que “lo que se enseña dentro de una institución deportiva se puede hacer también en el barrio. De hecho, casi todos los chicos que van a Argentino vienen para acá”. 

Por eso, salvo en el horario escolar o cuando se realizan entrenamientos en el club, la canchita está llena
Habla de Fabián y no oculta su orgullo cuando expresa que “siempre estuvo en Argentino trabajando. Chicos grandes, de la edad de nuestro hijo mayor Leandro, hoy lo adoran”.
El sonríe y rememora que “les llevaba sándwiches a los partidos, una gaseosa. Hoy me ven y están muy contentos.
Intentamos ayudar en lo que está a nuestro alcance”. 

El nombre de la despensa está incluido en la indumentaria en algunas categorías y en la espalda de la camiseta de fútbol femenino (gestionaron otro sponsor, como establecimiento San Luis, mediante el pedido de un hermano de Delia). También fue incorporado en la ropa de las chicas que juegan en Quilmes. 

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 Lograron superar obstáculos, avanzar. No sin contratiempos. La conclusión para ellos es simple. “Así como nos ayudaron, es la ocasión de ayudar en lo que uno puede”. 
No son palabras. Es la manera en la que sienten la vida cotidiana. La presencia de tantos chicos así lo refleja.   
 Un pedido
importante
El vecino Néstor Bernaola solicita que las autoridades tengan en cuenta una inquietud, con la finalidad de aportar en la prevención de accidentes. 
Expresa que hace falta la colocación de carteles que indiquen que es un lugar con chicos jugando. A una cierta distancia de la canchita, para advertir a los conductores que deben transitar a baja velocidad.
 
Compromiso 
 En la etapa más difícil de la pandemia, el trabajo con los chicos no se interrumpió. Al contrario. 
 “Estoy en la comisión en la biblioteca y en la iglesia, juntábamos ropa, la donábamos. Las familias me conocen por el negocio, que tiene sus años ahí, y por estar siempre en algún lado, participar”, explica Delia Tolosa. 
Hace pocos días, una mamá le alcanzó ropa para donar. “Sabe que llevamos nenes a la escuela -indica-. Y siempre se necesita. Vino porque se ha ido conociendo lo que hacemos, no porque uno lo haga público”. 

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Clubes, escuelitas y
la ayuda en Villa Italia 

Sergio Alarcón está “trabajando en Argentino y en el barrio, dando una mano. Colaboro con Delia y Fabián que lo iniciaron. Siempre se precisa gente, vengo a ayudar”. 
Se inició en Colegiales, jugó en muchos clubes y tuvo además experiencias en la formación futbolística de chicos. “En todos los lugares estuve bien, pero Loma Negra de Olavarría se encontraba al nivel de Boca o River, era lo mismo. Hasta tenía un cine para que vayan los jugadores”, sostiene.

Sergio Alarcón

Dirigió una escuelita en Pasco, en el partido de Quilmes, y en un período posterior se incorporó a Huracán de Tres Arroyos, donde también le dieron la responsabilidad de conducir a los más chicos. “El técnico en Huracán era Gustavo Parra. Yo venía adelantado por lo que había vivido, aprendés un montón. Las prácticas eran los sábados a la mañana, poníamos gomas porque en esa época no había otros elementos. Los chicos saltaban, corrían por los costados”, relata. 

Con alegría, comenta que ahora dirige en el fútbol comercial a un jugador de apellido Sagardoy, que concurría a la escuelita del Globo: “El dice empecé con el Pato y voy a terminar jugando con el Pato”. 
Elogia a Delia porque “ha comprado zapatillas, canilleras, medias cuando vio que faltaban. Yo por ahí no lo puedo hacer, pero trato de compartir lo que he podido conocer, hacer el trabajo tanto en Argentino como en la cancha del barrio”.   
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