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Cuatro integrantes de la familia Larrabure tuvieron la alegría de ser recibidos en una audiencia por el Papa Francisco, el último lunes en el Vaticano: Arturo, su esposa Mónica Cervini, su sobrina Antonela que está embarazada, acompañada también por su esposo Esteban.
Arturo hizo referencia al caso de su padre el coronel Argentino del Valle Larrabure, secuestrado por el ERP durante 372 días hasta su fallecimiento en agosto de 1975.
De la reunión formó parte Aníbal Guevara, quien lleva el mismo nombre que su padre, teniente condenado en 2010 por delitos de lesa humanidad y que cumple prisión domiciliaria.
Concurrió con su señora, por lo cual el sumo pontífice recibió en total a seis personas.
“Hace tres años tuvimos la confirmación de que Francisco nos iba a recibir”, explicó Arturo Larrabure en la redacción de La Voz del Pueblo, recién llegado del viaje a Italia.
Hubo postergaciones por la pandemia de Covid-19 y debido a que lleva un tiempo la organización, ya que “son muchos kilómetros, es un movimiento grande”.
Una de las invitadas a la audiencia falleció por coronavirus. Se trata de Jovina Luna, hermana de Hermindo Luna, “un soldado heroico que da el aviso cuando montoneros atacaron el Regimiento de Infantería de Monte 29, en Formosa” hecho por el que perdió la vida el 5 de octubre de 1975, durante el gobierno democrático de María Estela Martínez de Perón (murieron12 montoneros y 12 defensores del cuartel, 10 de ellos conscriptos).
Arturo recordó que Jovina, que tenía 11 años recién cumplidos cuando perdió a Hermindo, “se dedicó a difundir lo que había pasado. Eran en total doce hermanos. También fue escrito por Ceferino Reato, en el libro ‘Operación Primicia’”.
En este contexto, puntualizó que “durante su gobierno Macri se reunió con ella, fue la primera vez que un presidente recibió a una víctima del terrorismo. No podíamos creer cuando tomamos conocimiento que el Covid se la había llevado”.
Arturo señaló que “en determinado momento pensé que la audiencia no podía seguir postergándose. Debía ir, estar, explicar la situación sobre todo de las víctimas del terrorismo que cada vez quedamos menos”.
Sobre Aníbal Guevara, manifestó que “el lucha por su padre y otros presos. Ha habido muchos fallos que no han sido acordes a lo que fue la historia del ’70. Yo fui por otro tema”.
La actividad fue gestionada por el obispo castrense monseñor Santiago Olivera, cuando aún no se había hablado de la posible canonización del coronel Argentino del Valle Larrabure.
Conversaron durante aproximadamente media hora en el Palacio Apostólico. “Fue un día cargado de emociones”, expresó.
Se sentía agobiado y así se lo hizo saber al Papa. “Las palabras que pronunció, que no fueron muchas, me revitalizaron -destacó-. No es un hombre de tantas palabras, es agudo en sus comentarios.
Me dijo ‘hay que seguir luchando, lo están haciendo muy bien’. Me fui con fuerza”.
Comentó que una respuesta que Francisco reiteró es “’no te desanimes. Parece mentira que tengas que mendigar la historia’”.
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Le llevó a Francisco el libro de su autoría “Un canto a la patria”, en homenaje a su padre. Ya se lo había entregado en 2005, cuando no era Papa, sino Jorge Bergoglio.
En aquella ocasión “fue una entrevista muy diferente” con el entonces arzobispo de Buenos Aires.

En la redacción. Arturo Larrabure el viernes por la tarde, poco después de regresar a Tres Arroyos (Goyo)
Puntualizó que “no tenía audiencia. Fui a verlo con un amigo en común, le entregué el libro y solicité que nos ayude. Me dio una respuesta positiva”.
Tuvo en cuenta que “cuando fue al cónclave en marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, llevó una valijita con su ropa sin pensar que iba a ser elegido Papa. Por eso le dejé el libro nuevamente”.
Del mismo modo, le hizo entrega de “Amar al enemigo”, escrito por su abogado Javier Vigo Leguizamón.
Identifica dos motivos centrales que motivaron “Un canto a la patria”. El anuncio en 2004 de crear el Museo Sitio de Memoria en la ESMA; “me pareció que era todo muy parcial. Es solo una parte de la memoria”.
Tienen cinco hijos: Tatiana, María de las Mercedes, Arturo Manuel, Francisco Agustín y María Pilar. Indicó que lo movilizó a escribir igualmente la experiencia que vivió uno de ellos a los 14 años; “tenía un profesor muy parcial en el colegio en Tres Arroyos. Volvió angustiado a casa y me preguntó ‘si el abuelo había sido un asesino, porque el profesor dijo que todos los militares eran asesinos’”.
Relató que ese día “me senté y les expliqué a todos. Con mi esposa decidimos que hasta que no surgieran las preguntas no íbamos a hablar del tema, era todo muy fuerte. Terminé de tomar la decisión de hacer el libro para que mis hijos y los demás no confundan a mi padre con un asesino”.
Describió el proceso de escritura como “agotador” y valoró que “tuve la ayuda de mi esposa, de mis hijos. Me planteó ‘terminás el libro y ahí termina todo’. En realidad, fue el comienzo. Hoy día sigue sucediendo que profesores no hablan de todo lo que sucedió, sino de una parte. Del 73 al 76 pasaron cosas, muchos jóvenes no lo saben”.
Dejó “dos materiales más” en manos de Francisco. “Sobre todo para la lectura, porque en una entrevista no podés expresar todo. Una carta hablando de las víctimas del terrorismo, de que nos consideramos excluidos de la historia. Pensamos que somos los nuevos desaparecidos de la memoria pública. Tenemos el mismo derecho, no se puede contar una historia segregada, segmentada. Después cada uno que saque sus propias conclusiones”, opinó.
Marcó una diferenciación porque “no hemos tenido invitación de este Gobierno. Macri sí oportunamente nos convocó, hizo un decreto antes de finalizar su mandato para resarcir a familiares de soldados del Regimiento de Formosa. Sin embargo ese decreto sigue ahí, no se aplicó nunca”.
En su análisis, subrayó que “los padres de los atacantes fueron indemnizados” por ser considerados sus hijos víctimas del Terrorismo de Estado en la dictadura. Entre quienes llevaron adelante el ataque se encontraba Horacio Miguel Pietragalla, padre del actual secretario de Derechos Humanos”.
Junto a la carta, el Papa recibió “un bosquejo que preparamos con mi abogado Vigo Leguizamón de los pasos que se tendrían que dar para hablar de reconciliación o pacificación. Incluyo que deberían hacer un mea culpa los educadores, la iglesia, los terroristas, los militares, todos los que de alguna manera estuvieron involucrados. Héctor Leis fue el único terrorista que realizó una autocrítica”.
Con énfasis, observó que “estas cosas hay que cerrarlas y hay que cerrarlas bien, decir la verdad y tiene que haber Justicia. El gran problema es que si no se resuelven se pueden volver a repetir, las heridas de la Argentina no están cerradas, no están curadas”.
De todos modos, con cierta esperanza, sostuvo que “tengo la impresión de que los argentinos estamos en un proceso de cambio, de entender, ya no se puede seguir siendo tan parcial. Que todas las partes asuman sus responsabilidades y miren para adelante, pacifiquemos un poco el país. Es la idea, admito que es difícil llevarlo a cabo”.
Con emoción, manifestó que “uno entrega prácticamente su vida y su corazón en pos de eso. No quiero que mis hijos hereden esta situación, lo hablé con ellos, este problema muere conmigo. Es muy doloroso, si no sos marcado, ‘va el hijo del militar que secuestraron y asesinaron’,’ ahí van los nietos’. No quiero que se diga eso. Que se diga ‘Argentina superó su problema y para eso trabajo’”.
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Sonríe Arturo Larrabure cuando comparte sensaciones de la reunión. “Hubo mucha generosidad. Te sentís en un ambiente donde te reciben bien, te tratan bien, te valoran, cosa que normalmente en Argentina no sucede, no saben quién sos ni qué historia tenés”, reflexionó.
Vinculó cuestionamientos al Papa en nuestro país a que “lo relacionan con un tema político. Da rosarios a todas las personas que van. En realidad, Jesucristo recibía a todos, a buenos y malos”.
Les obsequió un rosario y el último libro que escribió “Soñemos juntos el camino a un futuro mejor”.
Percibieron que en el Vaticano y en Roma “es muy querido, mucho más que acá. Se lo aprecia como un Papa moderno, abierto”.
Tatiana, la hija mayor de Arturo y Mónica, compró “una tasa de Bonafide de San Lorenzo, con chocolates adentro”, para que sus padres le regalen a Francisco. “El Papa hizo un comentario sobre la actualidad del equipo. Estaba contento, antes había estado con representantes del gobierno de Nigeria y luego iba a recibir a Macron, presidente de Francia. Pero cuando lo visitan argentinos los quiere agasajar”, exclamó.
Arturo le mencionó que se sentía muy feliz porque se esté evaluando la canonización de su padre, tema en el que no tiene injerencia Francisco y está bajo el área de monseñor Olivera (ver nota aparte).
Volvió a la Argentina “con el espíritu renovado”.
Si bien “a veces he pensado que es un esfuerzo en vano, me dio un espaldarazo muy cálido y emotivo. ‘Seguí luchando’ fueron sus palabras y es lo que voy a hacer”.
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“La pancita”
bendecida
Antonela Barbarfina, sobrina de Arturo Larrabure y Mónica Cervini, se encontraba de viaje en Europa y “los tres días que le tocaba recorrer Roma coincidieron con nuestra audiencia con el Papa. Planificó su viaje muchos meses antes de tener la fecha del encuentro”.
La mamá de Antonela les comentó que “ella nunca nos lo iba a pedir, pero quería ingresar, que Francisco bendijera su pancita. Yo no manejo esos temas, pero lo intentamos y pudo ingresar junto a su esposo”.
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Impulso a la
canonización
El monseñor Santiago Olivera es quien lleva adelante el proceso para evaluar la canonización del coronel Argentino del Valle Larrabure.
Se toma en consideración “la actitud de mi padre ante la muerte que se venía -afirmó Arturo Larrabure-. Una persona que reza todos los días, que entona el Himno Nacional. Además escribe en su diario mensajes donde él perdona, pero además nos pide a nosotros que sepamos perdonar”.
Indicó que “dos grupos estaban estudiando el tema, yo no lo sabía, luego me fui enterando, gente muy religiosa. Ellos y todos nosotros creemos que están dados todos los elementos para decir que fue un mártir, murió por Cristo, dando la vida por la patria y por sus creencias”.
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En la Corte
Suprema
El pedido a la Justicia para que el secuestro y asesinato del coronel Argentino del Valle Larrabure sea declarado crimen de guerra y delito de lesa humanidad, fue analizado en distintas instancias, hasta llegar finalmente a la Corte Suprema de la Nación.
El 31 de agosto de 2018, la Cámara Federal de Rosario confirmó un fallo de primera instancia, que había considerado que el hecho no se encuadra en un caso de crimen de lesa humanidad, y por lo tanto imprescriptible. En similares términos, se pronunció el 26 de diciembre del mismo año la Cámara Federal de Casación Penal de la ciudad de Buenos Aires.
Arturo Larrabure señaló que “está en este momento en la Corte Suprema de Justicia, fue leída por los cuatros jueces y se encuentra a resolución”.
Destacó que “cuando la causa fue tomada por mi abogado tenía apenas ocho fojas, hoy tiene más de 30.000 con argumentos probatorios. Espero que la Justicia falle de acuerdo a derecho, hay antecedentes en los que estamos viendo que siempre prevalece la ideología. Pero esto no es ideológico”. En su evaluación, valoró finalmente la tarea del fiscal Claudio Palacín.