El físico alemán Alberto Einstein (1879-1955)

Opinión

Por Juan Francisco Risso

Hoy estoy serio

30|10|22 10:34 hs.

Hace muchos años, Humor tituló: “El pianista que hizo desafinar a Gardel”. Aprovechando los avances en técnicas de grabación, un pianista hizo quitar las guitarras e hizo incorporar su propio piano a la interpretación. Y uno de los dos desafinaba.


Del mismo modo, Facebook es -suelo decir- el reino de los carlitos. Y así han logrado, por ejemplo, que Einstein se parezca a Paulo Cohelo, cosas así. Con excepciones. La historia de Colón y del mapamundi en formación me interesa y no me es ajeno. Aquí tengo el Tomo 1 de la Historia Argentina de Pepe Rosa. Colección de muchos tomos de aquella época de revisionistas. Y en ese tomo viene toda la discusión sobre las ideas de Colón, las disputas entre universitarios y sabios en general y -no podían faltar- los cálculos de Eratóstenes. Pero me gustaron más unas líneas de Alejandro Ermoloff, amigo de Facebook. Más claras, más entendibles. Dice Alejandro: No hace falta ir al espacio para averiguar la circunferencia de la Tierra. Hace más de 2000 años, el matemático Eratóstenes había oído que en Syene, una ciudad al sur de Alejandría, no se proyectaban sombras verticales al mediodía en el solsticio de verano. El Sol estaba directamente encima. Se preguntó si esto también era cierto en Alejandría.

Entonces, el 21 de junio, clavo un palo directamente en el suelo y espero para ver si se proyectaba una sombra al mediodía. Resulta que si proyectó y que medía unos 7 grados. 

Ahora, si los rayos del Sol están entrando en el mismo ángulo a la misma hora del día y un palo en Alejandría está proyectando, mientras que un palo en Syene no lo está, eso significa que la superficie de la Tierra está curvada. La cabeza de Erastótenes comenzó a llenarse de cálculos. 

Dado que la diferencia en la longitud de la sombra es de 7 grados en Alejandría y Syene, eso significa que las dos ciudades están separadas por 7 grados en la superficie de 360 grados dé la Tierra. Eratóstenes contrató a un hombre para recorrer la distancia entre las dos ciudades, y se enteró de que estaban separadas por 5000 estadios (800 kilómetros).

Luego uso proporciones simples para encontrar la circunferencia de la Tierra: 7.2 grados es 1\50 de 360 grados, por lo que 800 veces 50 equivalen a 40.000 kilómetros (la circunferencia real es de 40.075 km). 

Y así, un hombre de hace 2000 años, encontró la circunferencia de la Tierra usando un palo y su cerebro. 

No se puede creer, pero dos mil años después hay gente que se declara terraplanista.

Cada faceta del texto generó una discusión; dejémoslas. Y vean que un tipo con dos palos y otro gaucho que se tranqueara los 5000 estadios nos dio la circunferencia de la Tierra. Y pensemos de qué época hablamos: mucho antes de que Colón comenzara a mendigar fondos para su primer viaje. 

Einstein -mi ídolo- lo hizo con menos. Como dijera Sábato, no usaba un metro y un reloj, sino que explicaba qué eran un metro y un reloj. Cuando Einstein dice que las imágenes se alejan a la velocidad de la luz ¿Qué instrumento hubiese podido usar? 

Apartándose de las teorías de Newton él consideraba que el tiempo no era una constante, sino una variable. Para algo en movimiento el tiempo pasa más despacio que para algo estacionario. Pero era un capítulo de una teoría. Había que demostrarlo. Hasta donde sé, hubo que esperar la concepción del reloj atómico para verificar esa diferencia. Y bueno, el reloj de cesio -el más preciso- puede variar un segundo en 138 millones de años. Leyó bien. Agarraron dos relojes (sincronizados, claro); uno a un avión y otro quietito, y sí: el del avión había atrasado. Lo que había dicho Einstein sentado en una sillita. Pensando. Existen muchas anécdotas fascinantes de cómo se demostraron sus teorías al compás del avance de la ciencia. Es más: hace poco se demostró algo que él había dicho, y luego se desdijo: “Ese fue mi peor error”. No. Era así. Pero ya había fallecido. 

Y bien: uno genera la teoría, otro se interesa y la demuestra -ahora sí- con instrumentos científicos, como relojes atómicos. Y esa confirmación nos permite, a todos, basarnos en ese principio con algún determinado fin. Es -un poco- el avance de la civilización humana. Suponiendo que exista. 

Un hombre arriesgado cruza el océano y entre cofres de joyas y lingotes también trae cosas como la papa, para que se cultive en Europa. Y tengo entendido que en Polonia existe una estatua a Francis Drake por haber introducido la papa. Un corsario. Pero se cultivó porque hombres del lugar conocían el régimen de lluvias, la aptitud de las tierras, etcétera. De lo contrario todo habría quedado en la nada. Y habrá que reconocer que para que prospere -o subsista- la raza humana hacen falta los dos ¿será así? Gracias Alejandro. 


Juan Francisco Risso