22|11|22 13:26 hs.
Dos emprendedores gastronómicos constataron en las últimas horas que sujetos desconocidos habían saqueado su negocio en Claromecó y se quedaron sin trabajo para la próxima temporada.
Se trata de los propietarios de Sushi Buena Vida, un restaurant emplazado hace apenas un año en avenida 26 entre 21 y 23, donde Luis Regner y Cristian Viera, habían apostado por la playa tresarroyense, pero ahora este golpe los dejó fuera del mercado.
LA VOZ DEL PUEBLO dialogó con Luis Regner, quien informó que, si bien la constatación del hecho fue en las últimas horas, pudo haber sido en cualquier momento entre mediados de agosto y la mañana de ayer, lapso en el que el lugar estuvo cerrado.
Tal como indicó Regner, los delincuentes, que habrían ingresado al local luego de romper un vidrio del frente, se llevaron un freezer, freidoras, planchas para cocinar, heladeras, utensillos de cocina y hasta una picadora de carne que estaba fija a una pared, un faltante que supera los dos millones de pesos.
Ayer, cuando Viera se acercó para ver qué necesitaban para la próxima temporada, se chocó con la amarga novedad.
“Toda la inversión que hicimos con mi socio se la llevaron toda”, explicó Regner, quien junto a su socio aguardaban ansiosos el inicio de la temporada 2023 para comenzar a ver el fruto de un sacrificio que había comenzando en el pasado verano, “la primera fue una temporada de inversión, sabiendo que no se gana de entrada, y a pesar de que no hicimos diferencia económica, nos volvimos muy satisfechos. De hecho, nos llamaron en marzo para ver si habríamos en Semana Santa. Lamentablemente, lo que nos costó ganarnos ese lugar lo perdimos todo”, agregó.
Oriundos de la zona norte de AMBA, Luis y Cristian habían elegido nuestras playas luego de enamorarse de la paz y tranquilidad que las caracteriza, “lo que más me duele es que yo me considero parte de Tres Arroyos”, dijo el primero, antes de comentar cómo llegó a tomar la decisión de invertir en Claromecó, “tengo una amistada con una persona de Lin Calel y eso me llevó a comprarme un terreno en esa zona. Así empecé a ir a Claromecó, me encantó el ritmo cansino, el ambiente familiar y las playas son muy lindas, así empezamos a darle forma a nuestro proyecto, “mi hija de cinco años adora ese lugar, adora Claromecó. Así que lo insté a mi socio a meternos ahí, porque el lugar da, y lamentablemente nos meten este revés”.
“Hay que estar”
Después de hacer una distinción entre el responsable del hecho y la mayoría de la gente que vive en Claromecó, Regner reconoció que hay que vivir en el balneario para no estar preocupado por estos hechos, “si bien con el error o el mal accionar de una persona se mancha todo, llegamos a la conclusión de que si vos no estás en Claromecó los 365 días del año no podes estar tranquilo. Nosotros fuimos a colaborar con la ciudad, a aportar nuestro granito de arena, pero la confianza tarda mucho tiempo en dar sus frutos”, comentó, antes de asegurar que ya no volvería a invertir aquí.
“Esto es una inversión que yo no la puedo volver a hacer. Lo que pasó lo tomo como un sueño truncado. Ahora en mi cabeza tengo una negación muy grande”, comentó indignado, antes de recordar la cantidad de trámites burocráticos que debió cumplimentar antes de poder abrir, pero no logró tener esa contraprestación en materia de seguridad, “yo cumplí con absolutamente todo lo que se me pidió. Por eso esperaba un vuelto similar a lo que ofrecí, pero me demostraron que no pueden hacerlo”, dijo.
Ya en el cierre, anheló que se complique la comercialización de esos elementos robados y que el fruto de una investigación sirva para darle una respuesta a la gente que planea hacer algo similar en el futuro en Claromecó, “sin compradores no hay mercado. A nosotros nos llevaron un local entero por una ventana, alguien tiene que haber visto algo. Que hable, todos saben quiénes son los que están en cosas non sanctas en un lugar así. También estaría bueno que aparezca algo para que la gente vea que la justicia y las autoridades se preocupan por cuidar a la gente que invierte en este lugar”, concluyó.