Abel Orlando Peralta en la redacción de La Voz del Pueblo con las casacas de el decano y el globo

Deportes

Por Luciano Moran

Orlando Peralta: “Jugar con papá y mis hijos fue lo más lindo que me pasó en la vida”

27|11|22 10:59 hs.

Abel Orlando Peralta nació en Azul y actualmente reside en esa localidad. Sinónimo de buen fútbol, fue un histórico defensor que jugó en Huracán de Tres Arroyos cuando era dirigido técnicamente por el gran Hugo Zerr. Llegó a nuestra ciudad allá por 1989 para reforzar a El Nacional – conducido en ese entonces por Bruno Zinni - y quien lo trajo fue el presidente de esa entidad, el recordado “potro” Abad para jugar el torneo local. 


De ese campeonato, quien salió campeón fue el globo y el propio Hugo Zerr lo eligió para que sea refuerzo -en enero de 1990- del torneo regional. “Fue el equipo en el que mejor estuve físicamente. Casi profesional, recuerdo que estaba toda la semana acá. Teníamos de profe a Jorge Socin que era un crack y hacía que uno se sienta cómodo y a gusto. En un club como Huracán, teníamos lo que queríamos gracias a un señor llamado Roberto Lorenzo Bottino, un idóneo en la materia sin dudas”, confió a La Voz del Pueblo en la previa de lo que fue el empate el último miércoles por la segunda final de Primera División entre dos de los equipos de sus amores. 

Pasaron 33 años, nada poco. Pero los recuerdos quedan y permanecen siempre en la memoria de las personas. “Uno siempre deja huellas en los lugares en los que está, es así. Tengo muchos amigos acá y no solo hinchas de Huracán y El Nacional, sino también de otros clubes. Lo lindo del fútbol son las amistades que te da, eso es lo rico. Estoy jugando actualmente para el equipo de veteranos una competencia nacional que se hace todos los años y hemos viajado a todas las provincias. Esta vez tocó ir a la ciudad de Paraná, llegando incluso a instancias decisivas pero no hemos logrado todavía el objetivo, aunque reconozco que lo que realmente vale es seguir jugando con la edad que tenemos (risas)”, se sinceró. 

Apasionado por el fútbol desde chico, se considera un observador nato del deporte. El fútbol es parte de su vida y así lo dejó en claro. “Suelo ir a Olavarría a observar jugadores, trato de estar activo. Cuando fueron los chicos de Tres Arroyos a jugar con el Sub 13 a Azul, felicité a los técnicos que conocí gracias al ´pato´ Miguel Alarcón. La verdad que me quedé admirado por el respeto, la representación y el juego que tuvieron los chicos. Los saludé porque ganaron merecidamente la etapa de la provincia de Buenos Aires y ahora van por más a Mendoza creo. Tienen un gran futuro”, sostuvo Peralta con una gran sonrisa sobre su rostro. 


Año 1989. En el club El Nacional (arriba, segundo desde la izquierda)


Cuando arribó a Tres Arroyos para vestir los colores de El Nacional, lo que lo conmovió fue solo una cosa, se trataba de algo que nunca había visto ni en Azul ni en Olavarría. “Era la famosa hinchada de la trompeta, eso me impresionó de gran manera y me daba mucho entusiasmo e inyección anímica para salir a jugar. Adentro eso el jugador lo siente, no hay con qué darle. De Huracán debo decir que es un club enorme, recuerdo cuando un día entré a la utilería a buscar la ropa para empezar a entrenar. Había botines sacachispas (risas). Roberto Lorenzo Bottino tenía una habitación llena de botines, camisetas con botones y vaya a saber cuántas cosas más. Te hablo del año 1990, eran cosas que yo usaba de pibe cuando tenía diez años. Imposible olvidar cuando ´coqui´ Moran nos pagaba premios y sueldos, se trabajó profesionalmente siempre, jamás olvidaré mi paso por allí”, añadió con énfasis. 

El “potro” Abad lo trajo a la ciudad en compañía de Horacio Delbonis, uno de los mejores arqueros en Azul y padre de Federico, reconocido tenista argentino. Así es que aseguró que “siempre estamos en contacto, son muy buena gente y una familia de diez. Jugué también en Huracán Ciclista y en 1995 se festejaron los 100 años de Quequén de Oriente en la liga de Coronel Dorrego, salimos campeones. Pasé por Ferro de Olavarría, Estudiantes y Racing de esa ciudad. Siempre me buscaban para reforzar los planteles. Se ve que algo bien hacía dentro de la cancha (risas)”. 


En 1990 vistió los colores de Huracán junto a otras grandes figuras (arriba, primero desde la derecha)


“El Passarella de Azul” 
Muchos de mis amigos y allegados lo reconocen como “el Passarella de Azul”. Al respecto, Peralta explicó que “uno nació con un don porque donde iba, pateaba tiros libres y penales. Traía desde chico una pegada natural que es un don que te da Dios. Lo pude ir mejorando en los entrenamientos, con trabajo y cuidándome. Algunos me bautizaron acá así, qué le vamos a hacer. Jugué de 2 y de 6, no tenía problema. Siempre me gustó jugar de volante, pero a donde iba me mandaban a la línea defensiva”. 

Una de las claves para el protagonista de esta historia es que, “lo más lindo que tiene el fútbol es el contacto que hoy puedo tener con contrarios, compañeros e hinchas de cualquier club que te reconocen. Eso es impagable y no se compara con nada, habla de que uno hizo las cosas bien donde le tocó estar y me pone muy contento porque es un orgullo de verdad”. Seguramente, mientras observaba la final en cancha del globo, no habrán faltado esos abrazos con Sergio Arámbulo, un tal Franklin Martínez y tantos más que lo ayudaron en su paso por acá, como no podía ser de otra manera. 

Al ser consultado sobre el técnico que más lo marcó en su trayectoria como futbolista, no dudó un instante. “Hugo Zerr fue el entrenador más profesional que tuve. Mi primer técnico que me puso en primera cuando solo tenía 15 años, fue Alfredo Casela que vive en Necochea. Me dejó muchas cosas. Cuando Claudio Pandolfo se vino para Tres Arroyos, debuté jugando junto a mi papá dos años en primera, eso lo recordaré por siempre. Era un chico y jugaba con hombres, fue en Chacarita de Azul. Salí campeón con otro tresarroyense, Pedro Barrera -ex Quilmes-. En 1974 debuté en primera y en 1978 Chacarita dio la vuelta por primera vez en su historia. Inolvidable”, subrayó. 


En Chacarita de Azul (1974) donde jugó con su padre y fue campeón


Otra de las cosas y -la mejor- que le tocó pasar como futbolista fue el hecho de compartir equipo con sus hijos en el 2000. En base a ello, dijo que “poder jugar con mis dos hijos mayores en la primera de Boca Juniors de Azul (emoción) fue lo máximo. Estuve un año parado y tuve la suerte de volver, adelgazar y poder disfrutar junto a mis hijos. Ahí nomás perdimos el campeonato por un punto, aunque eso es lo de menos. Jugar con papá y mis hijos fue lo más lindo que me pasó en la vida. Es algo impagable que jamás olvidaré”. 

Sus otras pasiones 
Como si todo esto fuera poco, también se desempeñó como bombero voluntario. “Fui bombero oficial de policía, tener esa función es una vocación que siempre la sentí porque estas al servicio de la comunidad y de la gente. Estuve 31 años, hasta que me jubilé en el 2010. Mi familia está compuesta por mis 4 hijos, tres varones y una mujer. Tengo ocho nietos, soy feliz. Siempre tuve de hinchas número uno a mis hijos, hoy disfruto de ellos y del más chico –Jonathan- que es padre de dos de mis nietos. Acaban de salir campeones en la liga de Azul con Sportivo Piazza, orgulloso de él que sigue mis pasos. Tiene 26 años y juega de central como yo lo hacía”, reflexionó Peralta. 


En Boca Juniors de Azul (2000) compartió equipo con sus hijos Juan y Cristian. Jonathan, era la mascota


En relación a la época en la cual jugaba él, hizo referencia a que “noto que ha bajado el rendimiento en los jugadores. Hoy el fútbol es muy dinámico, se perdió ese jugador como Franklin Martínez que era un distinto dentro de la cancha. Ya no se ven esos players diferentes al resto. Arrancó el mundial y varios equipos pintan para ser la sorpresa. Viendo a los chicos del Sub 13 de Tres Arroyos y de Azul, noté una gran diferencia en el trabajo de ambos y en la formación del jugador. Tres Arroyos está dos pasos por encima a lo que es el fútbol de Azul y eso se nota en la cancha cuando analizas el despliegue de ambos. Por eso felicité a los técnicos Juan Martín Ciccioli y Fernando Saldías por el excelente comportamiento de los jóvenes”. 

A futuro 
Ya sobre el cierre, adelantó que esperará la oportunidad de poder -por qué no- dirigir a futuro algún equipo. “Me gustaría porque tengo hecho el curso de técnico nacional, lo realicé en 1995/1996. Estoy participando de una pasantía en un curso de técnico en Azul, he tenido contacto con el azuleño Matías Almeyda y conozco a su papá, es una gran familia también. Es un chico con una capacidad enorme que nunca perdió la humildad. Eso es la clave de todo”, sostuvo. 



Por último, saludó y agradeció la compañía que tuvo -durante el desarrollo de esta nota en instalaciones de La Voz del Pueblo – al “pato” Miguel Alarcón, a otro amigo que le dio la vida y el fútbol como “pocho” Martínez –hincha de Racing y colaborador incansable de los equipos de Azul- y a su hijo Jonathan, de gran presente en Sportivo Piazza, quien sigue los pasos de su padre.