La Ciudad

Escribe Ana Conti

Nobleza obliga

22|12|22 08:29 hs.

Señora directora: 


No era fan Nº 1 de Messi. 

No fui de las primeras que se subió a la Scaloneta. 

Si bien no era crítica, era una observadora pasiva. Recuerdo también cuando mi nieto mayor, hincha fanático de Messi me decía: ¿Y…abuela , te subís a la Scaloneta? Sonreía y no respondía. Él sabía que era un no encubierto. 

En el transcurso de la era Scaloni me fui enamorando ¿Por qué? Si Messi era el mismo de siempre, el mismo genio, el mismo habilidoso, el de la misma zurda, el mismo rosarino, el que prácticamente se crió en España y no incorporó una sola “z”, un “tú,” sigue hablando, como dijo un periodista, en rosarino, el mismo que disfruta de su familia, de sus hijos, quiere a su país. 

Creo que Scaloni tiene mucho que ver.

 Le devolvió la alegría, el placer de entrar a la cancha. Y desplegar allí toda su magia futbolera. Fue entonces cuando comenzó a contagiarme su garra, su pasión, sus gambetas, sus jugadas de potrero. Toda su actitud contrastaba con la de otros mundiales, y me ganó de manera definitiva 

Ese técnico cauto, pero de carácter y capacidad, a lo largo de todos estos años, supo armar un grupo sin egos, sin divismo, y sin “dioses”. Todos entendieron que lo más importante es el grupo. Logró lo que otros directores hubiesen querido: el apoyo de los jugadores. Dio de baja un plantel vetusto y se rodeó de chicos jóvenes, que crecieron viendo y admirando las hazañas de su ídolo. Y, de pronto se encontraron compartiendo vestuario, cancha y un mismo ideal. Les trasmitió sus valores, humildad, respeto y no olvidarse de dónde vienen, quiénes son, cuál es su identidad y a quienes representan. 

Scaloni logró convivir sin competir, supo escuchar, y utilizó el sentido común.

 Armó una selección que se ganó el cariño de un país, una selección donde están representadas muchas provincias, unos jugadores de los cuales conocemos sus tristezas, sus alegrías, sus familias, y el esfuerzo para llegar adonde hoy están. 

Muchas gracias…sufrimos con ustedes, lloramos, reímos, gritamos… pero la Copa está en Argentina.

 Gracias a cada uno de los jugadores, todos cumplieron su rol a la perfección, del arquero qué decir, y ¡de todos! no quiero poner nombres para no ser injusta aunque mi alma “gallina” me sopla otros nombres. Pero no, hoy quiero referirme a este grupo humano que se coronó Campeón Mundial y con el cual me siento representada. 

¡Felicitaciones y muchas gracias! Somos Campeones del Mundo.

Escribe Ana Conti