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Si algo le faltaba a Blanco y Negro para darle forma a un gran año
que incluyó la conquista del título más importante, el Oficial, era la
obtención de la Copa de Campeones ganándole a Huracán con
autoridad.
Matías Quiroga, su pivot, fue en este juego el jugador más
destacado, y a lo largo del año uno de los pilares en ese juego
interno que tanto rédito le dio al equipo suarense. En plena
celebración e invadido por la felicidad, Matías admitió que esto “es
algo que veníamos hablando desde hace muchos meses; yo volví al
club a fines de mayo y tras perder ante este rival la semifinal del
Apertura, nos propusimos mejorar esa performance en el Oficial.
Logramos el título después de grandes partidos; veníamos
definiendo los playoffs en tercer partido ya desde cuartos de final
ante Costa Sud”, recordó.
En su caso personal, la rodilla volvió a jugarle un mal momento.
“Veníamos muy cansados tras tantas exigencias; en mi caso otra
vez con problemas de rodilla y con un desgarro en el gemelo; pero
seguimos luchando, fuimos para adelante. Después apareció esta
Copa y llegamos con la idea de demostrar quiénes somos; lo
merecíamos, verdaderamente, porque tras perder esa semifinal
quedamos muy calientes, enojados, dolidos; y la verdad, eso nos
sirvió un montón”, confesó.
Para el Torneo Clausura, Blanco y Negro demostró su crecimiento,
quedando segundo tras perder en la última fecha ante Club de
Pelota. “Nos costó mucho; yo he recorrido Chivilcoy, ahora tengo la
posibilidad de Independiente de Neuquén, vengo de Mendoza, pero
en el nivel local hay muchos jugadores para destaca. En la ATB no
te la podés creer, es muy competitivo el nivel de los equipos;
nosotros seguimos dándole para adelante y ahora están los
resultados”, destacó con los títulos conseguidos.

Quiroga en acción, en la marca
Blanco y Negro siempre fue un equipo inteligente, efectivo.
“Entrenamos mucho; aún los que trabajan van al gimnasio y
después al club; yo hacía doble turno. Nos confraternizamos como
grupo y fuimos un equipo unido, una hermandad; no creo que
pueda volver a ver algo así en ningún otro lado”. Y ese
convencimiento pareció trasladarse a la marca, una gran virtud de la
formación de Gondean “Tenemos que aprovechar la altura en el
juego interno; están los chicos rápidos y explosivos del perímetro;
nosotros tratamos de dar una mano en los rebotes, bajo el aro, y
todo hizo que llegáramos hasta acá”, valoró.
Más allá de los problemas físicos de alguien que parece un
experimentado, pero que es un jovencito de apenas 22 años, nacido
en Mendoza y que llegó a la ATB vía Monte Básquet, donde arribó
con 16, su evolución en la temporada fue constante. “En Chivilcoy
sufrí un edema óseo en las dos rodillas y pese a que me dijeron que
no podía seguir jugando básquet le metí duro, no creía eso, y
terminé jugando bien. Cuando volví a Blanco y Negro puse todo de
mí. Y hoy manejamos el ritmo, sabiendo que debíamos hacer
posesiones largas, unidos, siempre juntos, quitándole el ritmo, lo
que a ellos les molesta, y lo conseguimos”, destacó sobre el juego
en la finalísima.
En la despedida, y confirmando que el inicio del 2023 será con
Independiente de Neuquén, pero pensando en la vuelta a Blanco y
Negro, “que es mi casa, tiene algo especial, me han tratado como
una familia, a los dirigentes yo los trato como tíos”, confesó desde
su inocencia y gratitud. Y en su saludo final, Matías le dedicó todo
“especialmente a mi tío, porque minutos antes de jugar la segunda
final ante Argentino me enteró que mi primo se había ahorcado. Lo
sufrí muchísimo porque él era el hermano que la vida no me dio.
Por eso quiero mandarle un saludo especial a mi tío y a mi primo,
porque él fue el que logró todo esto”…