Sociales

“Cuentito de Tresa”

El principio de una historia…

15|01|23 12:25 hs.

A continuación, trascribimos el prólogo y los primeros dos capítulos de esta historia. Quienes quieran saber cómo sigue, podrán leerla completa en el perfil de Facebook del autor, Franco Beltaco, o a través de la página de la misma red social de todo para decir, quienes replican, semana a semana, un capítulo del texto


Quién no vivió una de esas aventuras que al contarlas entre amigos, salen a la luz pero con una épica cada vez más exagerada y dispersa de lo que verdaderamente fue? Yo no me quiero otorgar el título de ser el portador de objetividad al relato. Pero cada vez que algunos de los participantes trae del archivo este recuerdo, la polémica se abre. 

Algo que puedo afirmar hoy al redoblar la edad, es que, tener 15 años, prender un porro y patear con un grupo de parásitos como vos es una experiencia que se vive intensamente, pero, que en el instante no se dimensiona tantísimo; sí se sufre o se siente, porque bueno, es innato sufrir cuando vivís. 

Esta historia es una mierda, porque lo que se sintió fue horrible. Sin embargo creo que existen pesadillas del pasado que se relacionan con el goce, y es un goce momentáneo, que solo toma forma cuando se habla, cuando lo hablamos, cuando lo contamos. A lo mejor ese goce está más relacionado con el expulsar de adentro la podredumbre de un momento, no sé, no lo tengo tan en claro. 

Verán, ha habido veces que hemos querido directamente olvidar lo que pasó esa noche, pero cada tanto se recuerda. Hay personas (protagonistas de la historia) que fingen haber estado en ese lugar y en ese momento, como que no se acuerdan. 

Hoy con mucha seguridad puedo afirmar que lo que sucedió determinó una parte crucial de mi vida, quizás haya sido de esos “un antes y un después” en cómo manejarme con la gente y las cosas que pasan alrededor.

 “Hawkins de la provincia de Buenos Aires”, decía una amiga cuando comenzaba a reordenar destellos de ese día como capítulos de una novela.

 Capítulo 1 
Desbarranca después del timbre del mediodía una turba de estudiantes de la escalera que da al pasaje Dameno del ex colegio Nacional, corría el año 2009, dos meses más y no sabíamos que no nos íbamos a ver por un mes debido al receso de invierno que se sumaba a la cuarentena del H1N1. Ese viernes, gris, húmedo, sin viento que ofrecía la ciudad no vaticinaba pero ni en pedo que horas más tarde algunos amigos junto con compañeros y compañeras del cole viviríamos las horas más raras de nuestras vidas. 



Capítulo 2 
Empieza a ponerse raro el asunto. La cuestión es la siguiente: todas las personas que esa madrugada experimentamos lo que sucedió, cuentan -y yo también tengo para contar- “cosas extrañas” que sucedieron en la franja horaria que va desde las 13:15 a las 17:15, aproximadamente. Soy muy preciso con el 15, porque el número 15 va a ser crucial en la historia, y porque además Emilia, Federico, Gisela, y Micaela, estaban chateando por msn y fueron los primeros (13:15) -siguiendo un orden cronológico de acontecimientos- que sintieron esas “cosas raras”. De hecho en el chat está clarísimo que Micaela empezó a mandar zumbidos de chat a Emilia (que no le respondía rápidamente) porque vio como todos los cuadros de su casa se cayeron al suelo sin motivo alguno. En ese mismo momento que Emilia recibía los zumbidos por chat, esta otra veía en una pared una mosca devorada por una araña, pero con la sensación de que escuchaba los alaridos de la mosca muy fuertes (sintiendo un dolor muy grande en el pecho). Así, nos pasó a todos, que sentimos algo raro; vimos algo incómodo; escuchamos “algo” que nunca habíamos escuchado. El peor fue Federico que se cortó una mano y tuvo que ir a la guardia a que le den 5 puntos ¿a qué hora? 17:15.

 (Este nivel de detalle lo fuimos armando durante estos últimos 14 años, momentos que, intentamos recolectar testimonios sin ser muy explícitos de lo que sucedió. Para esto mi amiga Katryna, con su gran cerebro deductivo sherlockniano que tiene, hiló cada instante para entender de qué se trató eso)