(Foto: Agostina Alonso)

Sociales

El destino de la bicicleta de Broilo

22|01|23 11:07 hs.

En una de las 72 casas entregadas por el padre Isidoro Juan Broilo en Los Ranchos, se encuentra instalada su bicicleta, de manera fija, en un patio de invierno que se puede observar desde la calle. La vivienda es la número 9, está ubicada sobre la avenida Alem, casa por medio con la escuela ex Virgen de la Carreta.


Es un testimonio histórico, la imagen del recordado “cura gaucho” en bicicleta es emblemática. La Voz del Pueblo dialogó con Susana Pereyra, quien siempre residió en la mencionada vivienda y siente orgullo por la posibilidad de tener este rodado, lo que considera a su vez una bendición.

“Toda la vida viví en este casa. Se la entregó Broilo a mis padres cuando yo no había nacido. Al tiempo que faltaron mis padres me la dieron en cuidado, tengo la documentación, una especie de contrato”, explicó Susana.

Es hija de Ignacio Pereyra, quien era metalúrgico, y Ana Pichoud, ama de casa. Ambos nacieron en Tres Arroyos, llegaron desde el campo a la ciudad y obtuvieron un techo gracias al padre Broilo.

Susana tiene ocho hermanos, forma parte de una familia numerosa, y antes de su nacimiento, otros tres perdieron la vida cuando eran bebés; “hubiéramos sido 12 en total”, puntualizó.

Con anterioridad, en la casa 9 “vivió una familia de apellido Gómez -agregó-.. No fuimos los primeros”.

Es “madre soltera de siete chicos”, que en realidad ya son grandes: Ana, Carmen, Estela, Ignacio, Crisanto, Marcelo y Martín, todos mayores, “la más grande va a cumplir 34 y el menor tiene 20”. Cuatro viven con ella y otros tres formaron un nuevo hogar. Tiene cuatro nietos.

Admitió que debió “ir remándola” para conseguir el sostén de sus hijos, pero destacó que “recibí ayuda de la gente. Me dieron ropa, iba al comedor que funcionaba en instalaciones de Cáritas, comía con mis hijos cuando eran pequeños. Vecinos me han dado una mano, la Municipalidad y también dirigentes de distintos sectores políticos”. Percibe “una pensión no contributiva por invalidez, debido a una discapacidad de nacimiento que tengo en el brazo y en la pierna”.

Con satisfacción. Susana afirmó que “todos fueron a la Escuela la Virgen de la Carreta. Los siete hicieron Primaria y completaron la Secundaria”. También es ex alumna y actualmente integra la cooperadora del Jardín.

 Un pedido
La bicicleta del padre Broilo, sin las cubiertas, pintada de negro, estaba instalada como homenaje en un sector del acceso a la escuela.


(Foto: Agostina Alonso)


 Allí permaneció hasta que la institución pasó a manos del Estado. Nació así la Escuela 56, el Jardín de Infantes 920 y la Escuela de Educación Secundaria Especializada en Arte.

“La entonces directora Karina Maumus la retiró del lugar, debido al traspaso, porque dejó de ser un colegio parroquial. Al poco tiempo le pregunté que había hecho con la bicicleta, me respondió ‘está ahí, atrás’, la conservaba guardada en el colegio. Le dije que me interesaba tenerla y pensé ‘¿qué mejor que esté en una casa de Los Ranchos?’ Me la dio sin inconvenientes”, relató.

Susana había hecho un patio de invierno en su vivienda y tomó la decisión de “ponerla ahí para que la gente la pueda ver. Lo siento como una bendición también para la casa, que se hizo como parte de la obra del padre”.

Su hermano Ignacio, con conocimientos de soldadura, la ayudó a instalarla. En este sentido, destacó que “la pintamos del mismo color que tenía, de negro. Quedó cuidada, bajo techo”.

Consideró que podía darle un buen destino “antes de que se pierda. Le comenté a la directora, así surgió la posibilidad de tenerla. Para mí es un orgullo”.

La infancia
En su memoria están muy presentes las misas de San Cayetano que brindaba Broilo. Contó una anécdota: “nos traía en el auto de él espigas de trigo y nos pedía que hagamos ramitos para la gente, después nos regalaba una gaseosa por la tarea. Yo tendría seis o siete años”.

Comentó además que “donde actualmente funciona Cáritas se hacían encuentros de costura. Las mujeres confeccionaban ropa para la familia y acolchados para el invierno”.

Si bien era pequeña, no olvida que “antes de fin de año había que pintar la casa. Broilo venía a mirarla, entraba, mi papá una vez no la pudo pintar, le avisó y acordaron para que lo hiciera un poco más adelante. El padre ponía la condición de que cada casa tuviera su huerta. Era muy bueno, aunque estricto, le importaba que cada vivienda esté bien”.

No son muchos los vecinos históricos que permanecen en el barrio. Los conoce, mantiene un buen vínculo, charlan ocasionalmente. “Como en todos lados, hubo cambios. En la escuela, cuando yo era chica, las señoras Molina y Rolón cocinaban. Otra vecina tenía la llave de la dirección, por si se enfermaba alguien y había que utilizar el teléfono para llamar”, sostuvo.

Del mismo modo, rememoró que “venían monjitas desde Buenos Aires para Navidad y también misioneros. Estaban como veinte días, recorrían el barrio. Armaban un pesebre en la escuela, los chicos cantaban, dibujaban, había juegos”.

La magnitud de la construcción de viviendas la llevó a realizar una reflexión: “¡el padre consiguió que se hicieran 72 casas! Cuanta gente pasó, muchos se han ido. Hay familias que no conozco. Qué aporte tan grande ha hecho Broilo”.

El origen
Susana agrandó un poco la casa, por etapas. Expresó que “la conservo lo más que puedo. Se me había roto la imagen de la virgen, hace unos meses un padre de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen me trajo una virgen bendecida y la puse en la entrada, la tengo con un vidrio”.
  

(Foto: Agostina Alonso)


Se manifestó “orgullosa de vivir en Los Ranchos, es mi barrio querido, por su gente, la escuela. A veces a los vecinos se los ofende, cuando se refieren a Los Ranchos no de la mejor manera. Pero es como cualquier lugar, hay gente que labura todo el día”.

Forma parte de su identidad, allí creció, conformó una familia. Dejó en claro que aspira a continuar con las refacciones, porque “todavía me faltan completar arreglos de pintura, seguir con mejoras. De a poco lo voy haciendo. La ampliamos con sacrificio”.

Una alegría inigualable le produce observar que “los chicos salieron buenos, trabajadores. Les repetí que se acuerden de todo, cuando fueron a un comedor, que tuvieron techo, el valor de querer al barrio siempre aunque te vayas a otro lado, recordar de donde saliste. Ellos lo tienen bien presente”.

Para agradecer
En las apreciaciones de Susana, hay un espacio central para Marta Moyano, referente de Cáritas, porque “está unida al barrio, pendiente de todos. Si bien con mucho esfuerzo tuvo su casa en otra parte de la ciudad, nunca dejó de ayudar y lo sigue haciendo. Aunque viva en otro lado, indudablemente es del barrio”.


(Foto: Agostina Alonso)


En más de una oportunidad, le otorgó relevancia al respaldo de la comunidad, sobre lo cual dijo como ejemplo que “estoy en la cooperadora del Jardín y se recibe ayuda, poco o mucho, hay manos solidarias. Lo mismo ocurre en la Primaria y la Secundaria. Es un motivo para agradecer”.

Habló del predio deportivo, donde “han puesto luces. Va mejorando cada vez más. Todo lo que se organiza para contener a los chicos y adolescentes es muy bueno”.

En el cierre de la entrevista, indicó nuevamente que es muy especial disponer de la bicicleta que utilizó Broilo. “Creo que al padre le hubiera gustado que quedara en Los Ranchos, en una de las propiedades que se construyeron para las familias”, concluyó.


ARCHIVO LA VOZ DEL PUEBLO

En homenaje al fundador de la escuela



En 2013 se llevó a cabo el acto por el cincuentenario de la Escuela la Virgen de la Carreta, oportunidad en la cual se procedió a descubrir la bicicleta del padre Broilo en el espacio verde ubicado en el acceso a la sede escolar. 

 El acto tuvo lugar el 13 de diciembre del mencionado año, con muchas emociones por todo el camino recorrido. Delante de la bicicleta se colocó un cartel, que decía “Homenaje al padre Broilo, fundador de esta escuela (1963-2013)”.

Además en el interior del establecimiento se descubrió otra imagen pequeña de una bicicleta y sobre ella la silueta de un hombre, en alusión al religioso que tanto hizo por el barrio. 
 


Karina Maumús era la directora y Juan Rodríguez el vicedirector. Ambos pronunciaron unas palabras, al igual que el padre Domingo Torquatti, la docente Mercedes Colantonio y la inspectora de Dipregep, Norma Hardoy. El encuentro contó con la participación del intendente Carlos Sánchez.

La crónica del día posterior, publicada en este diario, señala que “también tuvo su lugar en la memoria Betty Aquerreta, quien dedicó su vida a la docencia luego de recibirse en 1962, justamente un año antes de la fundación de la escuela”.





En abril de 2013, como parte de los actos en adhesión a los 50 años de la escuela, se concretó la inauguración del monumento al padre Broilo, ubicado en la intersección de las avenidas Güemes y Alem. En este contexto, destacaron que llegó a nuestra ciudad en 1955, donde permaneció hasta su fallecimiento en 1991: “Tres Arroyos no olvida la obra que llevó adelante durante 36 años”.

Posteriormente, la institución educativa pasó al ámbito del Estado y comenzó otro período en su historia, que tiene como principales protagonistas a los chicos y adolescentes que desde 1963 hasta nuestros días han pasado por sus aulas.





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