19|03|23 10:24 hs.
Hoy es el Día del Carpintero en Argentina, fecha que rinde homenaje a uno de los oficios más antiguos y populares del mundo. La Iglesia celebra a San José el 19 de marzo y en honor al padre José de Arimatea de crianza de Jesús cuyo oficio -según la Biblia- era la carpintería, es que en el país se conmemora este día.
Esta es parte de la historia de vida Mario Oliver, a quien todos conocen también en el ambiente local por ser el presidente del Moto Club. Nació el 2 de febrero de 1954 en Tres Arroyos y actualmente tiene su carpintería sobre avenida Rivadavia al 1199.
“Siempre en casa tuve alguna que otra ´maquinita´ para hacer cosas pequeñas, reconozco que desde pibe me gustó ejercer el oficio de carpintero. Mi familia está toda ligada al rubro de autos: mecánicos, chapistas y vendedores. Yo salí para el otro lado (risas). Aprendí solo, me sentía cómodo diseñando, inventaba cosas y con el paso del tiempo pude ir perfeccionándome”, contó con sinceridad a La Voz del Pueblo al inicio de esta nota.
Orígenes
Entró trabajar en una carpintería de muy joven, lugar en el cual pudo ir dando sus primeros pasos y haciendo sus primeras “armas”. Esa experiencia le sirvió para ir formándose y adquiriendo nuevos conocimientos, ya que observaba a quienes tenía al lado para aprender. “En ese momento me ocuparon para encolar puertas de placa, que es lo más fácil que había. Me sirvió para observar en detalle algunas cuestiones, fui inventando y haciendo a la par, hasta que un día me largué solo. Estuve unos cuantos años en Colón al 1050, allí alquilaba una carpintería hasta que pude comprar esta esquina hace 20 años. Vivo acá mismo, tengo el departamento atrás”, agregó.
Recordó cuando tenía a su cargo a tres chicos que le “daban una mano” porque querían aprender el oficio, algo que ya no sucede tan a menudo como en otras épocas. “Siempre lo tuve a mi sobrino desde chico, hoy trabaja conmigo. Se llama Franco, tiene 28 años y lo hace mejor que yo te diría (risas). Jugaba al futbol en Villa del Parque y luego de un tiempo, dejó el fútbol. Nos llevamos muy bien y trabajamos mancomunadamente, es una especie de emprendimiento familiar. Reconozco que nunca tuve problema en darle una mano a quien lo necesitara”, sostuvo.
Durante varios años se dedicó a la carpintería de obra, especialidad que tuvo que ir dejando de lado por algunas razones lógicas. Sobre ello, Oliver mencionó que “lamentablemente los cedros y el roble que venían antes, ya no vienen más. En carpintería hay que tener mucho en cuenta los detalles, a los cuales hay que saber manejar bien. Yo hoy te puedo hacer un portón por ejemplo, pero seguramente dentro de un mes se le puedan torcer las puertas. Ahora la poca madera que se está cortando, la mandan directamente a secaderos de horno. Eso afecta nuestro trabajo, por eso trato de no complicarme la vida a esta altura del campeonato y hago lo que puedo”.
Al ser consultado sobre la cantidad de años que lleva en un oficio al cual ama de corazón, no dudó y dijo que “llevo 40 años de carpintero y nunca nadie se me quejó por mi trabajo. He tenido varios laburos al mismo tiempo, todos me conocen, saben cómo y de qué manera trabajo. Actualmente estamos haciendo muebles de melanina. Es algo que el público pide mucho, la realidad es que ahora viene todo de ese estilo con herrajes de aluminio, lo cual encarece un poco más el producto pero a la gente le gusta. Ese material es fácil para trabajarlo y limpiarlo, porque vienen las placas grandes y largas. Es muy lindo”.
La salud es lo primero
La vida le dio una segunda oportunidad, por eso hoy se dedica a hacer trabajos más pequeños que despejen su mente de lo que le tocó vivir hace poco tiempo.
Al respecto, el protagonista de esta historia explicó con lógicas lágrimas de emoción sobre sus ojos que “atravesé una operación bastante delicada, tuve problemas en la aorta. Estuve más del otro lado que de acá. Me tocó vivir de cerca lo que era la muerte, gracias a Dios salí adelante con el apoyo de mis familiares y amigos. Eternamente estaré agradecido con todos ellos. Estuve en Bahía Blanca un largo tiempo en cama, se va a cumplir un año en pocos días. Recuerdo que fueron 35 días en terapia intensiva totalmente dormido y luego pasé a media terapia. Los doctores que me atendieron tanto acá como allá me salvaron la vida. Volví a sonreír porque ocurrió un milagro”.
Separado, tiene tres hijas. Todas, estuvieron firmes al pié del cañón cuando más las necesitó. Y ese fue un plus clave para que él pueda ganar esa “batalla” que la vida le puso en medio de su camino. “Corina es arquitecta y vive en Suiza, Luciana y Daiana son diseñadoras y tienen un local en avenida del Trabajador 270. Siempre me apoyaron en lo que emprendí y más aún con el tema complejo de salud que me tocó atravesar. Las tres estuvieron firmes junto a mí, las amo con todo mi corazón”, exclamó con todo el orgullo que siente un padre por sus hijas.
Hace pocos días regresó a su taller para “distraerse” y no pensar tanto en la compleja situación de salud que tuvo que afrontar. En relación a ello, aseguró que “no quiero darme manija en la cama, fue difícil a esta edad aprender a caminar de nuevo. Me tengo que cuidar, por eso sigo las recomendaciones de los médicos. El Moto Club y el Museo de Autos del club Quilmes también despejan mi cabeza y la carpintería, más todavía. Hice un esfuerzo enorme, la operación salió bien gracias a Dios con un grupo de médicos de Bahía Blanca excelentes, al igual que las enfermeras. Gracias a la Clínica Privada del Sur por la atención que me brindaron y a los profesionales de acá”.
Una de las tantas anécdotas que lo marcó para hacer su “camino” en la vida tiene que ver con su padre. “De chico me gustaba trabajar la madera y cuando mi viejo me mandaba a lavar pisos no me gustaba porque me ensuciaba las manos con grasa, me volvía loco. Eso no era para mí”, añadió.
Otra cosa puntual a la cual le otorgó relevancia es que “a mis clientes no les miro ni el color ni el modelo de auto cuando vienen a verme, siempre traté de brindarme al máximo con todos por igual, con respeto y responsabilidad por sobre todas las cosas. Hay gente que puede y otra que no, yo siento que tengo que ayudar también a los que no pueden pagarme un trabajo, es la vida misma. Este año apunto a recuperarme, ese es mi desafío más grande. Voy bien, me duele asimilar lo que me pasó, pero sé que voy a salir adelante. Confío en los seres queridos que me rodean”.
Por último, se tomó un momento para saludar y agradecer principalmente a toda la clientela, al público de Tres Arroyos y a su familia, quienes confiaron ciegamente en su poder de recuperación. “Aprovecho la ocasión para saludar a mis colegas en su día, que la pasen de maravillas. Gracias a quienes me apoyaron con cantidad de mensajes y llamados cuando estuve complicado, les agradezco de corazón a todos los que están presentes”, concluyó un emocionado Mario Oliver a quien la vida le dio una segunda chance, que no desaprovechará.