Un reflejo de la situación que se vivía en las calles de París

Opinión

Mayo de 1968: Hace 55 años ¿París era una fiesta?

21|05|23 12:35 hs.

Por María Cristina García 


1968 es uno de esos años constelación, en los que sin razón inmediatamente explicable coinciden hechos, movimientos y personalidades inesperadas y separadas en el espacio. Diversos países se conmueven a lo largo de este año con la rebelión estudiantil. No se trata solo de una lucha generacional. Ahora son Francia y Estados Unidos, Japón e Italia, España y los países del tercer mundo, los que se agitan con la furia estudiantil.

En cada nación el conflicto reconoce algunas causas particulares, pero hay rasgos comunes. Y de estos rasgos el principal es el rechazo al ¨status¨.

En abril de 1968 crecen las noticias de rebelión en La Paz (Bolivia), los estudiantes abuchean y arrojan piedras contra el presidente Rene Barrientos que se ve obligado a salir por una puerta lateral. En Colombia los estudiantes reclaman la autonomía universitaria (el año anterior el gobierno estableció dentro de la Universidad, un puesto policial permanente). En Tokio afiliados a la organización de izquierda ¨Zengakuren¨, pertrechados con escudos y bastones enfrentan a la policía. En Polonia y Brasil se protesta contra el régimen existente.


El ingreso de la policía armada en La Sorbona y la detención de estudiantes, generó una reacción muy violenta


En la Argentina también se vivía un momento de agitación sin precedentes. Varios grupos armados comenzaron a entrenarse y actuar. En Taco Ralo. Tucumán, el ejército argentino desbarato a un grupo guevarista. Durante todo el año hubo tomas de fábricas y enorme movilización sindical. La CGT quedó dividida entre colaboracionistas y revolucionarios. Todo desemboco, un año más tarde que en París, en el levantamiento popular del Cordobazo. Un estallido con mayor protagonismo de los trabajadores que en Europa o Estados Unidos. Más plebeyo, pero siempre agitado y coordinado como en el resto del mundo por los estudiantes.

En Francia todo comienza en Nanterre en 1967. La facultad de Letras de Nanterre fue inaugurada en 1963 en un suburbio al oeste de París. Eran funcionales edificios que debían servir de modelo para el nuevo Estado degaullista. Habían sido construidos en una zona poblada por antiguas fábricas, con maquinarias obsoletas y sus trabajadores, los más explotados de la región parisina, vivían en las villas miserias que circundaban el recinto universitario.

La tasa de crecimiento de la población universitaria francesa (121% en el periodo 1961/1967) era la más elevada de Europa Occidental y la proporción de estudiantes que obtenían título apenas llegaba al 30%, la más baja del mundo. De Gaulle escribía en sus “Memorias de esperanza”, que “la universidad podría recuperar su eficacia y esplendor con una doble condición; ante todo contener la inflación, y luego, desmultiplicar las disciplinas tradicionales: letras, ciencia, derecho, creando otras nuevas, de modo que se diversifiquen los caminos ofrecidos a las aptitudes”.

Esta decisión limitativa del presidente fue un punto de conflicto. En 1968 el huracán se desencadenó.

Pero Nanterre había preparado el terreno. En el nuevo edificio universitario estaba prohibido mover muebles o colgar cuadros. Tampoco se permitían reuniones sociales, religiosas o políticas. En enero se había formado un comité para pedir a las autoridades universitarias, mayores libertades dentro del campus.


Uno de los afiches utilizados en el Mayo Francés


¿Que decían los estudiantes sobre su universidad?

“Dicen que vivimos en la sociedad de la abundancia, pero en la universidad solo hay abundancia de alumnos y carencia de todo lo demás. Solo en la Sorbona hay 160.000. No cabemos en las aulas y debemos escuchar las clases en los corredores, a través de un sistema de megáfonos. Más de 30.000 estudiantes desean consultar la biblioteca, pero solo hay cupo para 500 lectores. Nos vemos obligados a preparar las clases y exámenes en los cafés, o en los jardines públicos, cuando el tiempo lo permite. En estas circunstancias hemos perdido el contacto con los profesores. Casi todos se limitan a dictar la misma cátedra desde hace 30 años, sin que el alumno tenga la posibilidad de poner en duda esa enseñanza, rara vez revisada o puesta al día. La iniciativa del estudiante es desalentada, la mayoría no lee libros, solo los apuntes mimeografiados para pasar los exámenes de fin de año. El objeto de la actual universidad es memorizar una cultura muerta dentro de un sistema paternalista¨.

¿Que proponían los estudiantes para remediar esta situación?

“Queremos comisiones mixtas de profesores y estudiantes a fin de discutir la forma y el contenido de la enseñanza.

“Queremos una gestión compartida de la Universidad. No que nos enseñen, sino ejercer un control real sobre la enseñanza a fin de adquirir una cultura que vaya más allá del comercio o la especialización

“Queremos un nuevo contrato de enseñanza, pruebas de control en vez de exámenes, con participación de estudiantes en el jurado.

“Queremos instituciones más ligeras, renovables, abiertas y modernas en beneficio del estudiantado de origen obrero.

“Queremos actuar como adultos, establecer una relación autentica entre nuestros estudios y nuestra futura actuación profesional.

“Queremos aprovechar la tecnología moderna en favor de cada hombre, e impedir que se convierta en una abstracción. Para nosotros las conquistas de la ciencia y de la técnica moderna deben servir al hombre y no a las estructuras que lo enajenan…

“No queremos una ciencia al servicio de una burocracia sin rostro y utilizada para deformar a una población apática.

“Con nosotros están el físico Alfred Kastler, el sociólogo Edgard Morin, el filósofo Paul Ricoeur, el químico Laurent Schwarz. Para ellos, como para nosotros, la Universidad no es el lugar donde se oponen nuestra ignorancia y su saber, sino que ambos representamos dos formas de querer saber”.

Finalmente el 21 de marzo un grupo de unos 150 estudiantes entró al sector del dormitorio de las chicas pidiendo libre circulación por el Campus y se negó a abandonar el lugar a pesar de las amenazas del rector. Al caer la noche llegó la policía, arrestó a los ocupantes y se los llevó en camiones hasta la comisaría de la zona.

Todo esto a pesar de que la policía no podía actuar dentro de las universidades, a pesar de una restricción que seguía vigente y que había sido instaurada en la Edad Media.

Comenzó a circular una lista de 29 estudiantes que iban a ser expulsados. Hubo protestas de profesores y todo quedó en la nada, hasta noviembre en que se realizó otra gran marcha contra el “plan Fouchet”, que fue acompañada por otras universidades del país. Había nacido el ¨movimiento 22 de marzo que comenzó a organizar a los estudiantes y lideró las revueltas de mayo, cuya figura más importante es el estudiante Daniel Cohn Bendit, de 23 años, que cursa sociología, nacido en Francia, hijo de padres alemanes.

El 28 de abril Cohn Bendit fue arrestado y un Consejo de disciplina lo interrogó:

- ¿Estaba usted en la facultad el 22 de marzo?, preguntó el presidente del Tribunal.- No, contesto Dany el Rojo.

- ¿Y dónde estaba?

- En mi casa.

- ¿Y que hacía en su casa a las 3 de la tarde?

- Hacia el amor señor presidente. Algo que seguramente a usted jamás se le ocurrió.

El juicio quedó en la nada. En ese clima, los militantes del 22 de marzo preparaban una jornada antimperialista para el 2 de mayo en Nanterre. En una de las varias asambleas asistió un miembro destacado del Partido Comunista Francés, (Pierre Jukin) y lanzó una diatriba en contra de los estudiantes, “los agitadores, hijos de papá, impidieron a los hijos de los trabajadores, hacer sus exámenes”. Pierre Jukin tuvo que salir corriendo, los maoístas lo amenazaban con palos.


Frente a La Sorbona. El gesto de Daniel Cohn Bendit ante los policías


Como una paradoja, una semana antes de la ocupación del rectorado de Nanterre, un mes y medio antes del 3 de mayo en París, que vio alzarse las primera barricada, el diario Le Monde, en un artículo titulaba ¨Cuando Francia se aburre”. Allí se esbozaba el desinterés ciudadano hacia lo político, “lo que caracteriza en la actualidad a nuestra vida pública es el aburrimiento. Los franceses se aburren. Ni de cerca, ni de lejos, participan en las grandes convulsiones que sacuden el mundo… la juventud se aburre”.

El decano ese mismo día decidió cerrar la Universidad. Las aulas solo serían abiertas para dar los exámenes de fin de año. La agrupación 22 de marzo decidió que la próxima asamblea se realizara en el patio central de la hermana universidad de la Sorbona. El conflicto se trasladaba al corazón de Paris.

La gran movilización comenzó el 3 de mayo con el acto de solidaridad con los estudiantes de Nanterre en el patio de la Sorbona. Simultáneamente circulaban ejemplares de L¨Humanite, órgano oficial del comunismo, en el cual se incitaba a “desenmascarar a los falsos revolucionarios”, agregaba que “a los pequeños grupos de izquierda es necesario combatirlos y aislarlos…se trata de seudo- revolucionarios, hijos de grandes burgueses, entre ellos el anarquista alemán Cohn Bendit¨.

Alrededor del mediodía, se inició el mitin con la llegada de los militantes del movimiento 22 de marzo, que fueron calurosamente recibidos. Habló en representación de este, Cohn Bendit y la reunión terminó en calma. Pero a las 15 horas, los estudiantes recibieron la noticia que por el boulevard Saint Michel avanzaban cien integrantes del grupo neo-fascista Occidente pertrechados con cachiporras y cascos al grito de ¨Vietcong asesino”. Intervino la policía impidiendo que se acercaran a la Sorbona, mientras en el patio de la universidad se realizó una sentada improvisada, porque el rectorado negó el uso de las aulas. Una hora más tarde el rector Roche comunico a los estudiantes que debían abandonar el lugar. Inmediatamente los activistas del 22 de marzo instruyeron a los estudiantes en sus técnicas de lucha. A las cinco de la tarde la policía armada invadió la Sorbona y detuvo a 527 estudiantes, que fueron llevados en camiones celulares a las distintas comisarías de Paris.

Media hora más tarde estalló la respuesta estudiantil en las calles, muy violenta. Contra las fuerzas policiales y sus vehículos volaron botellas, ceniceros, pomos de mostaza y otros proyectiles, de inmediato el barrio Latino se convirtió en escenario de continuo estallido de gases lacrimógenos; las manifestaciones nacían espontáneamente, bloqueaban el tránsito, hostigaban a la policía con piedras, recogían del suelo las granadas y las devolvían.

A las 11 de la noche, tras ocho horas de disturbios, la policía podía comunicar que se había restablecido la calma: ciento veinte heridos, sesenta de ellos estudiantes, algunos con heridas serias, pero al parecer ninguno grave. Según el parte oficial, en los disturbios resultaron heridos 84 policías, aunque solo 5 fueron hospitalizados. Trece vehículos policiales fueron vandalizados. Los diarios del sábado hablaban de la noche roja del viernes y decían que la actuación de la policía había sido de una “rigurosidad pocas veces vista”.

Durante el fin de semana fueron procesados y enjuiciados los estudiantes. Cinco de ellos recibieron penas de cárcel.

El lunes, las facultades fueron cerradas y ocho estudiantes, entre ellos Cohn Bendit, fueron convocados ante el Consejo de disciplina de la Universidad de Paris. Tres destacados profesores: Alain Tourain, Paul Ricoeur y Henri Lefebvre se prepararon para defender a los estudiantes. Los acusados se negaron a responder, algunos a testificar, mientras afuera se sucedían los gritos y las amenazas. Los jueces comenzaron a salir de la sala por miedo a represalias. La audiencia fue pospuesta para el día siguiente.

El gobierno trataba de minimizar lo que estaba sucediendo, aunque se sabía que algunos ministros manifestaban su preocupación por lo sucedido. Al día siguiente estudiantes y obreros convocaban a la Huelga General.

La agitación estudiantil se propagaba por las provincias y el diario comunista ¨L´Humanite¨ advertía en su edición dominical: “las graves consecuencias a las que conduce el aventurerismo político, aun cuando se disfraza tras una fraseología revolucionaria”.

¿De dónde vienes camarada? Ven, únete a nosotros. Vamos a Nanterre.