16|09|23 22:07 hs.
El de ayer no fue un día más en la vida de Oscar Alberto Souto, reconocido e histórico martillero y corredor público de Tres Arroyos quien justamente este sábado realizó su último remate por cierre definitivo. Luego de 36 años de actividad comercial ininterrumpida en la inmobiliaria de avenida Güemes y Rivadavia, accedió en abril a los beneficios de la jubilación para disfrutar de ahora de más de otra etapa. Como si fuera poco y tras cumplir 65, también se jubiló en enero de este año de La Agrícola Ganadera después de 43 años de servicio. Nada poco por cierto…

“Creo que ya colaboré lo suficiente con el sistema (risas), por eso es que me voy feliz por el camino que recorrí. Fue mucho tiempo con dos trabajos a la par. Quiero dejar porque estoy saturado y me siento hecho. El tiempo de ahora en adelante vale más para mí que antes porque que se te va la vida”, mencionó al inicio de esta nota el protagonista de esta historia, quien al mismo tiempo hizo referencia al breve paso que tuvo por la administración del Frigorífico Anselmo (1978) y que su largo camino en La Agrícola Ganadera comenzaría al año siguiente, ya casi entrada la década del ´80.

Ya no recibirá más mercadería como solía hacer para rematar y en el caso que quede algo pendiente, la idea que tiene pensada es poder vender lo que le falte el próximo mes y si no, devolverá lo que haya quedado. En este sentido, Souto agregó que “hace aproximadamente 4 años que dejé de hacer remates. Yo publico en Facebook (Oscar Souto Remates) con precio y lo vendo en forma particular. Creo que en octubre haremos el remate final, ya que no puedo esperar mucho más porque lo que tengo es en consignación y quiero despejar el salón”.
Historia
Cuando trabajaba en La Agrícola Ganadera, el martillero que estaba allí por ese entonces ya tenía edad para jubilarse. “Mi idea siempre fue rematar hacienda, por eso me recibí aunque no tuve la oportunidad de hacerlo ahí. Eso me dio el puntapié para comenzar a practicar ad honorem -tenía 26 años- con Casimiro López, sobre avenida Del Trabajador y Güemes. Me dio la oportunidad de trabajar con él e ir aprendiendo a rematar para ir familiarizándome con la función de a poco, qué épocas…”, recordó con una sonrisa.
En ese contexto, un tío de Souto se quedó sin trabajo y le propuso arrancar, previa charla con López en pos de que no lo perjudique a este último la decisión que ya tenía pensado ejecutar, cosa que le salió bastante bien.
“Me dijo que le metiera para adelante, que él ya estaba por dejar su labor. Así arranqué a hacer remates los sábados a la tarde en el año 1987. Luego, hice un comentario a un integrante del directorio de La Agrícola Ganadera –al gran Clemente Pedone- y me inicié frente a la Plaza del Árbol, en una casa antigua que me prestó. Cosolino y su señora –dos grandes vecinos- me daban luz porque ni agua tenía. Después alquilé en dos lugares más, sobre calle Balcarce al 200 y en Primera Junta 143, hasta que en 1993 entramos acá al local de avenida Güemes y Rivadavia”, subrayó.

Estudió de manera particular y se recibió en 1984. Se matriculó en el Colegio de Martilleros de Bahía Blanca, con ayuda de Alfredo Binetti. Al respecto, Souto expresó que “me había recibido con la intención de rematar hacienda pero no tuve la oportunidad de hacerlo en La Agrícola Ganadera, por eso comencé con la propuesta de mi tío y muchos compañeros más como Osmildo Lousau, Juan José Sacco, Patricio Bareille, Mauricio Oliva, Gustavo Sabatini y Diego May, entre otros. Imposible olvidar también a Claudio Gaut, compañero de trabajo e integrante del grupo Holocausto 2000, él me hacía el sonido porque yo no tenía megáfono, hasta que me pude comprar uno en Buenos Aires. En los últimos 20 años tuve una colaboración total de mi señora, que fue la que pudo continuar con el negocio, en alguna oportunidad sola o con alguien que nos ayudaba. Yo asesoraba”.
Esa sociedad que supo formar con su tío llegó a su punto final en el 2000, para luego iniciar su camino solo. “Creo que me fue bastante bien (risas). Ahora a este lugar le cerraré alguna de las arcadas que pasan para mi casa porque vivo pegado a acá. Tengo que hacer un par de baños y alquilar el local, esa es la idea que tengo en mente”, adelantó.
Se formó en su profesión con un perfil bajo y la humildad que tienen los grandes, cosa que le inculcó su padre desde chico. Asimismo, sostuvo que “tengo muchos fines de semana trabajados, eso me sirvió de sobre manera porque siempre me inculcaron la cultura del trabajo y el esfuerzo a través de mi padre. Eso lo vi reflejando en un hombre como Casimiro también, alguien muy honesto. Mi papá trabajó en una estación de servicio y fue transportista, yo también tuve un paso por una una estación cuando terminé el secundario. Aprendí muchísimo en cada lugar que estuve, rescato eso”.
“Cumplí mi función”
Aprovechó esta ocasión para saludar y agradecer a todos los clientes del distrito y la zona que confiaron en él durante tantos años. “Son innumerables, es una despedida alegre por la conexión que tuve con el público. Cumplí mi función porque serví y ayudé a que la gente de trabajo que por allí no se podía comprar algo nuevo, pueda adquirir algún producto en buen estado y en precio. Eso, me llenaba el alma. Me reconfortó siempre dar una mano al otro. No es fácil dejar conforme al comprador y al vendedor, claro está que no fue esa una tarea sencilla pero lo pude sobrellevar. Desde mi lugar, di todo lo que tenía para dar. Ahora es momento de pensar en mí y en mi familia, me lo gané en buena ley”.
Hizo referencia a que en el primer tiempo es probable que extrañe un poco la actividad, pero eso no lo va a afectar sino más bien todo lo contrario. “Tengo mucho para hacer acá, me doy bastante maña asique seguramente voy a estar entretenido. Se viene otra etapa de la vida, ahora debo disfrutar. Tengo amigos con los que podremos salir a pasear en bicicleta, trataré de viajar con la familia y seguir activo los viernes en el Centro Vasco con la peña que formamos, donde nos juntamos a comer y a jugar al mus”, valoró.

Saludó nuevamente a todos los clientes en general que “han consignado durante tanto tiempo y a los compradores por confiar en nuestro servicio. Todos, absolutamente todos, me han dado el respaldo necesario para que pueda trabajar tranquilo y eso es fundamental. No lo olvidaré, tanto remitentes como compradores. Siempre me brindaron confianza y eso es lo que más me llevo guardado en el corazón”.
Antes de la despedida, citó la famosa frase "no hay mal que por bien no venga", en relación a que nunca bajó los brazos cuando no se le dio la chance de rematar hacienda en La Agrícola Ganadera y que a causa de eso, puedo hacer igualmente su camino. “Me fue bien, para mí fue un éxito total porque en su momento cuando yo empecé éramos 5 personas martillando: Eduardo Miqueleiz, Elizari, Casimiro López, Carlos Carzoglio y yo, los sábados había hasta dos o tres remates a la tarde. Yo me voy feliz, tranquilo conmigo mismo y agradecido por el apoyo que me brindaron todos. Más no puedo pedir”, finalizó con tono de satisfacción Oscar Alberto Souto.
Cabe destacar que durante toda la jornada de ayer se pudieron observar muy buenos juegos de mesa, sillas, sillones, cocinas, herramientas en buen estado y electrobombas, entre otras cosas. La exhibición fue hasta horas del mediodía y desde las 14.30 horas en adelante se remató todo “a martillo corrido”.