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Tres Arroyos, VIERNES 29.03.2024
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Una historia de película

Por Pablo Tano (*) 

Historias que continúan. Historias que conmueven. Historias y más historias de vida. El primer capítulo tuvo como protagonista al atleta nacido en Somalia Mo Farah, múltiple campeón mundial y olímpico en 10.000 metros. El camino para llegar a la gloria deportiva a veces resulta demasiado espinoso. Una nueva historia que merece ser contada. Un ejemplo de superación, lucha y perseverancia. 

Ella es Yusra Mardini, de tan sólo 18 años. Nació en Damasco, la capital de Siria, un pequeño país ubicado en la costa oeste del Mar Mediterráneo, escenario desde 2011 de una guerra civil que altera la paz de sus ciudadanos. En ese contexto hostil, crecía la niña nadadora impulsada por su padre, el principal mentor. Estudiaba y practicaba natación con absoluta naturalidad. A los 13 años ya integraba el equipo nacional de su país. Y los sueños también crecían… 

Tiene 18 años y nació en Damasco. Su hermana la acompañó en un viaje extremo para cruzar el Mediterráneo en 2015. Es una nadadora virtuosa 

En 2012 todo ese remanso se transformó en un tormento para la joven y su familia. La guerra recrudeció y una bomba estalló en la piscina cubierta donde perfeccionaba su técnica en estilo crol y mariposa. El destino quiso que Yusra saliera ilesa. Pese a todo, participó del Mundial de Piscina Corta en Estambul. Y en ese mismo lapso su casa también quedó destruida.

Yusra Mardini es Embajadora de Buena Voluntad de la Agencia de Refugiados de la ONU

Milagro en el agua 
La única salida posible, riesgosa como todos los escapes para buscar un mejor porvenir, era huir a Europa. El plan se puso en marcha y en 2015 se concretó. La odisea hacia la salvación indicaba cruzar el Mar Mediterráneo en una precaria embarcación hasta Turquía y luego allí llegar a la isla de Lesbos, en Grecia. 
Mardini se subió a un bote en la costa de Turquía con otras 20 personas en la misma situación que ella y la de su hermana Sarah, también nadadora, quien la acompañó en este viaje extremo. La capacidad del bote fue triplicada. En tiempos de desesperanza controlar el número es una tarea harto complicada. Los oportunistas e inescrupulosos de siempre están a la orden del día y en situaciones límites florecen como los jacarandás en plena primavera porteña. 
«Antes de subir al barco, la gente te dice que vas a morir», recuerda Yusra, «así que lo primero que piensas cuanto te subes es en la muerte. No piensas en otra cosa». 
El desarrollo de la travesía se torna oscuro cuando uno de los motores comienza a fallar cuando estaban próximos a llegar a Lesbos. El bote comienza a desinflarse y el final para estos refugiados -aterradora cifra a nivel mundial de más de 65 millones de personas desplazadas- se aproxima. 
Pero Mardini toma la decisión y el coraje de arrojarse a las frías aguas del Mar Egeo junto con su hermana y tres hombres más. «Necesitábamos tener menos peso en el barco y nadie más aparte de mi hermana y yo sabía nadar. El agua estaba helada y en ese sentido sentí que la vida misma era más grande que yo misma. Con una mano sujetaba la cuerda que estaba atada al bote, mientras que nadaba con la otra y los pies. Toda la gente en ese barco era parte de mí. Me pareció que era mi deber saltar al agua y si me hubiera ido, me hubiera sentido mal conmigo misma por el resto de mi vida», relataba alguna vez la heroína. 
Después de tres horas nadando, arrastrando el bote, arribaron a Lesbos. Y de ahí hasta la bella Berlín. Pero la odisea aún no había finalizado…   

Su evolución deportiva le permitió participar en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Se prepara para Tokio 2020

Alemania, el nuevo refugio 
El Centro de Refugiados de Berlín estaba bastante cerca del club Wasserfreunde Spandau 04, lugar que se convirtió en el escenario ideal para que volviera a nadar en paz y en condiciones privilegiadas. Yusra y su familia lograron con el tiempo establecerse en aquella ciudad luego de viajar varios días por Europa buscando el destino más propicio para sepultar, con el tiempo, el maldito infierno que los había despojado hasta de su humilde hogar. 
Su primer entrenador, Sven Spannekrebs, resume así las cualidades de la joven cuando la vio lanzarse a la piscina. «Tiene resistencia mental y un nivel muy alto. Es muy buena. El talento te facilita las cosas. Pero la fortaleza mental, que querés hacer y lograr es lo más importante. Tiene capacidad aeróbica y es explosiva. Tiene muy buena técnica y basta con estabilizarla. Fuera de la piscina, es perfecta». 
El salto a Río 
La meta fijada por ella, su entrenador y su manager era lograr competitividad para participar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Pero el acelerado progreso de Mardini en cada entrenamiento y luego plasmado en los diferentes campeonatos mundiales y europeos acrecentó las chances de estar en Río de Janeiro. 
El Comité Olímpico Internacional (COI) tomó la iniciativa política de crear, por primera vez, el equipo de Atletas Olímpicos Refugiados (AOR). Yusra fue elegida entre 10 figuras relevantes dentro de un grupo inicial de 43 deportistas nacidos en Siria, Sudán, Etiopía y República del Congo. 
Compitió en dos disciplinas: 100 metros mariposa y 100 metros libre. Y no desentonó. Estuvo a la altura de las exigencias. A pesar de no haber alcanzado la final, ganó las preliminares en la primera especialidad. «Nunca hay que rendirse», fueron sus primeras palabras ante la prensa. 
Luego de sorprender al mundo no sólo por su conmovedora historia de vida, sino también por su notable evolución deportiva, fue recibida por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el Papa Francisco. «Ahora esperamos tener la oportunidad de conocer a Lionel Messi», bromeó su técnico.»Obama me pareció demasiado ‘cool’ y el Papa sólo me dijo ‘hola'», confesó. 
Desde que regresó de Río, lidera un proyecto deportivo en Alemania que se denomina «Berlín tiene talento». En ese marco una de las actividades comprende la visita a colegios para promover el deporte entre los jóvenes. 
«Me encantan los niños, disfrutan jugando y son muy abiertos», describió la experiencia. Y continuó: «Yo quería devolver algo de lo que se me ha dado. No todo el mundo ha tenido tanta suerte como yo». 

Tiene 18 años y nació en Damasco. Su hermana la acompañó en un viaje extremo para cruzar el Mediterráneo en 2015. Es una nadadora virtuosa

El impacto mediático 
Ni lerdos ni perezosos, por su parte, los productores de cine tampoco quisieron quedarse al margen de llevar a la pantalla grande la historia de Mardini. La productora Working Title adquirió los derechos de la novela que se publicará el próximo año para rodar una película. La dirigirá Stephen Daldry, el mismo de El lector, Billy Elliot o Las horas. 
Los últimos dos años en la vida de Yusra fueron vertiginosos como se puede apreciar. Fue portada de la prestigiosa revista americana Time, que la incluyó en la lista de ‘Los 30 adolescentes más influyentes del mundo’ y figura en la de ‘Las 25 Mujeres que están cambiando el Mundo’ para la publicación People. Ah, y desde abril pasado se ha convertido en la Embajadora de Buena Voluntad de la Agencia de Refugiados de la ONU (ACNUR) más joven de la historia del organismo. 

«El talento te facilita las cosas. Pero la fortaleza mental, que querés hacer y lograr es lo más importante», dijo su primer entrenador 

Además, en enero de 2017 participó en el Foro Económico Mundial en Davos, donde fue la participante con menor edad. Hay una frase del célebre dramaturgo y escritor alemán Bertolt Brecht que bien puede encajar con el perfil de Mardini. «Hay hombres (como raza o especie humana) que luchan un día y son buenos. Hay otros que lucha un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles». 
Y ella confiesa: «Lo más importante en mi vida es la natación. Y después hablar y hacer cosas a favor de los refugiados. Cuando veo las noticias sobre Alepo en la tele, me voy a mí habitación y comienzo a llorar». Tokio 2020, es el nuevo objetivo de Yusra. 

Pablo Tano

 (*) Periodista oriundo de Tres Arroyos. Reside en la capital federal 
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