“Mi familia vive en Tandil y producen cerdos y pollos. Ahora, cuando logre la libertad, mi idea es sumar la producción de miel”, aseguró Carlos, que tiene 36 años, nació en Quilmes y es uno de los internos del penal de Gorina que cumplió con todos los requisitos para obtener el certificado oficial en iniciación apícola entregado por el Ministerio de Agroindustria bonaerense.
“Me llevo una capacitación impensada. Aprendí a producir miel… Tengo el diploma que me habilita a hacerlo. Y mi hijo quiere que le enseñe. Vivo en Berisso, cerca de la Isla Paulino, y ya tengo todo planificado para avanzar con este proyecto con mi familia”, afirmó Diego, de 38 años, otro de los privados de libertad.
“Ojalá que los muchachos cuando salgan puedan tener sus colmenas, al menos varios se mostraron interesados y dijeron que les gustaría”, se esperanzó Rodrigo Campomar.
Y agregó: “Los que hicieron el curso salen con una herramienta para buscar trabajo, porque muchos apicultores grandes necesitan mano de obra, y no hay muchos que se animen a trabajar con abejas, porque si bien no es complicado, a muchos les da miedo”.