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Las vueltas de la mecánica

Hace un par de meses Kiko recibió un llamado desde Reconquista, era un santafesino que está armando de cero un Jeep Willy de la Segunda Guerra Mundial y quería restaurar el velocímetro. Lo curioso era que el dato de que él se lo podía reparar le llegó desde México, porque fue un tresarroyense que reside allá quien a través de las redes sociales se lo recomendó. Hasta ahí, una anécdota simpática, muy de los tiempos de la era de la comunicación.

Pero lo más sorprendente estaba por venir: «Entonces, el hombre me da el nombre y me cuenta a qué se dedicaba. ¡Era uno de los dueños de Vigía!». ‘Pero entonces usted es mi patrón…'», le contestó Kiko. 
Y se ríe con ganas mientras recuerda el momento.
«El hombre no lo podía creer. Hace 22 años que soy representante de sus productos, y es la primera vez que hablamos», agrega. Y el motivo fue un velocímetro y la fama que ya se ha hecho Kiko en todo el país. Porque es casi el único especialista que queda en la materia, y desde hace tres años, como una oleada, empezó a recibir más y más pedidos de restauración.
 
«Yo volví a hacer lo que más me gusta. Recibo los tableros o velocímetros y los dejó nuevos, reparo y restauro pieza por pieza», comenta. «El otro día recibí trabajo de 9 de Julio, que me llegó a través de un colega de Olavarría, que lo habían consultado porque necesitaban reciclar el velocímetro de una moto y nadie se animaba. El tipo muy agradecido porque había aceptado el trabajo, y yo me divierto, es algo que me gusta, porque son marcadores que ya nos los ves más».
Volver 
«Hoy se ha dado vuelta la cosa. Tengo muchísimo trabajo de afuera con el tema de los velocímetros y tableros convencionales, porque con los digitales casi nunca me metí. Es más complicado y los programas cambian a cada rato, entonces para una ciudad como esta no se justifica estar capacitándote e invirtiendo en los programas tan seguido», explica Kiko que empezó en el oficio de adolescente y justamente reparando tableros y velocímetros. 
«Mi relación con la mecánica arrancó en 1964, cuando terminé el primario y empecé a trabajar en el taller de mi papá, que era de instrumental y electricidad. En esa época sólo mi papá y otro colega se dedicaban a eso», cuenta el tresarroyense que empezó a trabajar a los 12 años.
«Además, antes era distinto. El mecánico hacía un poco de todo, no estaba tan especializado como ahora. Entonces venía un cliente para que le repararas el tablero y te decía: ‘ya que estás cambiame las bujías'», agrega.
A mediados de la década del 90, Kiko entendió que la reparación de instrumentales no tenía mucha vida útil. La electrónica avanzaba a pasos agigantados y los tableros empezaron a convertirse a digitales. «Yo veía que la demanda venía cayendo y tenía que buscar una alternativa porque en un momento iba dejar de hacer velocímetros. Y justo unos amigos, que eran los representantes de Vigía en la zona, se retiraban del negocio y me ofrecieron que siguiera yo con la representación. Acepté y desde 22 años que soy distribuidor acá, en Oriente, San Cayetano, Gonzales Chaves, Coronel Dorrego y Necochea», indica.
El trabajo fuerte a Kiko se lo genera Vigía a partir de las instalaciones de los distintos productos que ofrece: «Coloco los climatizadores para camiones, el control del inflado de las cubiertas, que eso sigue muy firme en el camión -de lo que es maquinaria agrícola sólo se coloca en tractores, porque las cosechadoras la mayoría ya lo traen incorporado-. Y el tradicional, el dispositivo que protege los motores es el que más se vende».
Motores 
Entre los velocímetros y los Vigía, Kiko también se dedicó a la mecánica de competición. «Trabaje en la preparación de autos de carrera de la mano de Nelson Difonzo, que me enseñó a armar y desarmar motores. El los preparaba y yo los atendía. Eso fue en la década del 70 y yo lo hacía por gusto, no lo exploté en ningún momento», explica. 
«Era un lindo entretenimiento y además aprendí mucho. Teníamos un equipo bien armado, con Difonzo y el Vasco Astiz», agrega.
Kiko aprovecha la oportunidad para mandarle un saludo a sus clientes, y asegura ser un tipo «con mucha suerte en este camino de la vida, porque he tenido muy buena aceptación y en lo que hago». 
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