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Cuando la sangre llama

Entre los 14 y los 17 años David Leandro Melo quedó huérfano, y con muchas dudas acerca de sus orígenes. desde entonces hubo dudas y huecos en su historia, hasta que decidió hace un par de años iniciar una campaña en las redes sociales buscando familiares que lo ayuden a reconstruir varios segmentos de su vida.

Incluso pudo haber repetido capítulos que su padre y su abuelo tristemente ya habían protagonizado, pero una búsqueda hecha años atrás por su papá y sus ganas de romper esa penosa tradición lo llevó hoy a tener su propia familia. 
Su madre Teresa, descendiente de mapuches, falleció cuando él tenía 17 años. Y su padre, a quien le decían Toto, había dejado tres años antes este mundo y con muchas dudas para los escasos 14 años de edad que por entonces tenía David.
Cuando su padre nació, murió su abuela. Ocurrido aquello, su abuelo lo entregó en adopción, aún teniendo dos hermanas de dos y de cuatro años de edad.

Una prima suya se comunicó con él al número que había pedido que este diario publique para que alguien tome el teléfono y lo contacte

Una duda, el despecho 
Es el día de hoy que David se pregunta si a su padre lo habrán entregado en adopción “por despecho”, a raíz de la muerte de su abuela.
Otra de las dudas que arrastró toda su vida hasta hace días, fue su fecha de nacimiento. Como tiene registrados dos nacimientos, con diferencia de tres años, finalmente halló la respuesta que buscaba. Nació el 25 de marzo de 1972. 
Su búsqueda que fue recientemente publicada en las versiones de papel, digital y también en la web y redes sociales de LA VOZ DEL PUEBLO, finalmente tuvo un rebote positivo.
Una prima suya se comunicó con él al número que había pedido que este diario publique para que alguien tome el teléfono y lo contacte.  
Un llamado
“Me llamó la menor de tres primas de parte de una de las dos hermanas directas de mi papá, y me contó -por lo que ella sabe- cómo fue la historia, ahí lo conocían por Toto”, dijo entusiasmado David al otro lado del teléfono, desde Junín de los Andes.
“Mi papá fue adoptado. Mi abuelo que también se llamó igual que mi papá tenía dos nenas. Y cuando nace él muere mi abuela, su madre”, confió. 
A sus 47 años de vida, finalmente está pudiendo cerrar heridas abiertas por falta de información, nada menos que sobre su propia identidad.
Pero fue su búsqueda la que conmovió las fibras de sus familiares tresarroyenses, a partir de lo cual ahora toma forma la idea de comenzar a conocerse. 
Dos hermanas 
Al momento de nacer su padre, éste tenía a dos hermanas muy pequeñas de edad, una de las cuales terminó siendo la madre de sus tres primas tresarroyenses.
“A él lo dieron en adopción a una familia, hasta los 18, 19 años en que mi papá se enteró que era adoptado y empezó a buscar a su familia, como hice yo ahora”, contó David. 
En aquella búsqueda Toto encontró a sus hermanas y les contó que él también había tenido tres hijos, dos mujeres y un varón. Aquella búsqueda de su padre resultó vital para que años más tarde -días atrás- David haya podido recibir un llamado desde Tres Arroyos.
“Recién nos vamos conociendo gracias a ustedes, mi prima que me llamó fue una de las que leyó el diario y me confirmó que a mi papá le decían Toto, y me confirmaron que son mis primas directas”, expresó visiblemente movilizado. 

Conocer y reconstruir 
Refiriéndose a la familia de su padre, apunta que Toto “nunca estuvo” porque con su nacimiento y el fallecimiento de su abuela, se tomó con él una medida por la que aún no encuentra explicación.
“No se sabe si fue por despecho, qué habrá pensado mi abuelo en aquel momento. Nació mi hijo, murió mi mujer”, se plantea a sí mismo David que hoy es padre de un hijo varón que lo hizo abuelo. 
Pero además hizo lugar en su familia -quizá por lo recogido en su propia vida como experiencia- para adoptar a cinco niños. Y en la actualidad, como consecuencia de haber abierto las puertas de su casa a sus hijos del corazón, se encuentra con que es abuelo de 12 nietos en total. 
Contó David que ahora podrá ir de a poco reconstruyendo el resto de la historia que le falta con sus primas María Marcela -quien lo llamó- Viviana Gladis y María Luján Orlando.
Y para ello también tiene las esperanzas de poder conocerlas en persona. 
En la actualidad, cuenta que es un empleado de la provincia de Neuquén. Vive en Junín de los Andes, ciudad donde además tiene su propia radio de FM Latidos 93.5 Mhz.  
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